Renacer en el refugio.
Al amanecer, el sol se filtraba a través de las ventanas de mi apartamento, llenando la habitación con un cálido resplandor dorado. Me desperté, estiré los brazos y respiré hondo, dejando que el nuevo día me llenara de energía. Era un día común, pero hoy tenía un propósito especial: ir a ver a Ivonne en el refugio.
Tras prepararme, me dirigí a la empresa como de costumbre. Los papeles me esperaban en mi escritorio, y el sonido del teléfono sonando se volvió una constante en mi rutina. Hice llamadas rutinarias, intercambiando risas y charlas amenas con mis empleados. Siempre aprecié la camaradería en el trabajo.
—¿Eiden, a qué se debe esa sonrisa? —me preguntó una de mis colaboradoras, mientras revisaba unos documentos en su escritorio.
—Hoy visitaré a Ivonne en el refugio —respondí, sintiendo cómo la emoción brotaba en mí.
—¡Qué bien! Dale mis saludos, aunque aún no la conozca —dijo, sonriendo.
La idea de que la gente se preocupaba por Ivonne me hizo sentir bien. Después de terminar mis tareas del día, me subí a mi auto y tomé el camino hacia el refugio, sintiendo que un nuevo capítulo se estaba escribiendo.
Al llegar, el ambiente era acogedor. Un grupo de personas se movía alegremente, algunas trabajando, otras conversando animadamente. Siempre me habían recibido con sonrisas y calidez, algo que valoraba profundamente.
—¡Hola, Eiden! —saludó una de las trabajadoras, y me sentí como en casa.
Entré al edificio, y mientras caminaba por el pasillo, vi un ventanal de vidriera que daba al patio verde. Me detuve en seco. Allí estaba Ivonne, observando las plantas con una expresión de asombro, como si estuviera en una conversación íntima con ellas. No pude evitar sonreír al ver cómo parecía hablarles suavemente.
Me acerqué, y cuando Ivonne se giró, su rostro reflejaba sorpresa.
—¿Estabas hablando con las plantas? —le pregunté, intentando contener una risa.
—Sí, lo hacía —respondió, sonriendo tímidamente—. Siempre lo hice en el parque de la plaza. Me gusta pensar que tienen algo que decirme.
Comenzamos a caminar juntos por el patio del refugio. El verde a nuestro alrededor era revitalizante; algunos residentes estaban trabajando en la huerta, mientras otros leían libros bajo la sombra de los árboles. Me gustó ver a la gente tan ocupada y feliz.
—¿Cómo pasaste la noche? —le pregunté, deseando saber más de su experiencia en el refugio.
—Bien —respondió Ivonne, y vi un brillo en sus ojos que no había notado antes—. Fue tranquila, como si el lugar mismo me abrazara.
—Me alegra saber eso —dije mientras caminábamos. Quería conocerla más, y sentí que la conversación podía fluir.
—Por cierto, ¿de dónde viene tu nombre? Nunca he conocido a nadie llamado Ivonne —le pregunté, intrigado.
Ella se detuvo por un momento, pensativa.
—Es una larga historia. El nombre me lo elegí yo misma —dijo, y su voz tenía un tono nostálgico.
—¿Por qué lo elegiste? —inquirí, curioso.
—Una vez, una mujer me dio una cadena —comenzó a contar, su voz suave y llena de recuerdos—. Era una hermosa águila con piedritas de color plateado brillante. Aquella mujer me vio estrechando mi mano, pidiendo algo. Notó mi mirada de tristeza y desesperación y me dijo: "Sé como el águila, que extiende sus alas y vuela a través de la tormenta". Desde ese entonces, esa frase quedó grabada en mi mente, y aquella señora también...
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Atrévete a quererme® ✔️
RomantikTus imperfecciones te convierten en la mujer perfecta. -Obra iniciada 24/6/2016. #48 en perdida (16/6/18) #2 En Economía. #16 En pobreza. #48 Novela Romántica.