Un nuevo comienzo.
El canto de los pájaros se escuchaba en la mañana, mientras el viento soplaba con delicadeza y el sol se asomaba por la ventana, haciendo que mis ojos se achicaran al recibir los rayos de luz. La alarma sonaba a las 7:30, como de costumbre, anunciando que ya era hora de levantarse.
Coloqué mis pies, uno en cada pantufla, sentándome en la cama y estirando los brazos antes de ponerme de pie. Sin perder más tiempo, me dirigí hacia la cocina para prepararme el desayuno. Vertí los granos de café en la cafetera y, mientras esperaba, tomé una de mis camisas blancas y la extendí sobre la tabla de planchar. Con la plancha en mano, la pasé suavemente sobre la tela, cuidando de no quemarla, repitiendo los movimientos hasta que quedó sin arrugas. Estos eran los deberes de un hombre viviendo solo en su casa.
Al terminar, la cafetera dejó sonar su timbre indicando que el café estaba listo. Vertí la bebida en una taza y me senté a disfrutar del líquido marrón que tanto me gustaba. Mi cuerpo se recargó en el sofá mientras hojeaba el periódico, una rutina de todas las mañanas, siempre que el tiempo me lo permitía.
Después de leer algunas noticias, me puse de pie, llevé la taza al lavavajillas y caminé hacia el baño. Me encontré con mi reflejo en el espejo, un hombre de ojos claros, facciones suaves y una nariz respingada. Con ambas manos acomodé mi cabello, aplicando un poco de gel para moldearlo.
Frente al espejo, me ajusté la corbata con ese nudo que siempre me parecía lo más complicado de mi atuendo. Finalmente, tomé mi maletín y me dirigí hacia la sala, decidido a no despertar a Ivonne. Sabía que seguramente seguía descansando, así que decidí tomarme unos minutos más y prepararle un licuado junto con unas tortitas, dejándolas en la barra con una nota que decía:
"Querida Ivonne, si me buscas, sabes dónde encontrarme. Aquí tienes el desayuno que preparé para ti y sí, lo hice con mis propias manos. Espero que te guste. Y por cierto, no intentes ir a ninguna parte. A las doce en punto pasaré por ti, iremos a un lugar. Siéntete como en tu casa."
Con una última mirada hacia la casa, salí y me dirigí hacia el auto. El sol ya estaba completamente fuera, iluminando el camino. Coloqué el maletín en el asiento del acompañante y arranqué, pensando en lo diferente que sería este día, sabiendo que Ivonne estaba bajo mi techo. Aunque mi rutina de trabajo era siempre la misma, hoy sentía que algo había cambiado.
El tráfico en París era bastante intenso por la mañana. Las bocinas resonaban por todos lados, mientras yo, como de costumbre, llegaba un poco tarde al trabajo. Me encontraba en mi auto, esperando a que el semáforo cambiara de color. Cuando finalmente se puso en verde, aceleré y continué el camino.
Conducir hacia la empresa me dio tiempo para reflexionar. A veces las personas llegan a tu vida cuando menos lo esperas, y de alguna manera, te transforman. Ivonne había entrado en mi vida de forma inesperada, y ahora sentía que algo bueno estaba por venir.
Al llegar, aparqué en mi lugar habitual y saludé a los empleados que ya estaban en sus puestos. Me recibieron con una sonrisa, como de costumbre, y comenzamos la jornada. Los papeleos, llamadas y reuniones se sucedieron uno tras otro, todo parecía ir en orden. Sin embargo, mi mente seguía vagando hacia Ivonne y cómo estaría en mi casa.
—Qué feliz se lo ve hoy, señor Willem —dijo la secretaria entregándome un montón de papeles.
—Hoy no hay motivos para dejar de sonreír —le respondí con una sonrisa tonta, sintiéndome extrañamente optimista.
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Atrévete a quererme® ✔️
RomansaTus imperfecciones te convierten en la mujer perfecta. -Obra iniciada 24/6/2016. #48 en perdida (16/6/18) #2 En Economía. #16 En pobreza. #48 Novela Romántica.