14

421 90 3
                                    

Una boda especial.

La semana había pasado como un torbellino y, cuando menos me di cuenta, estaba sentada en un salón de belleza mientras me preparaban para mi boda. Los sonidos del secador de pelo y el murmullo de las estilistas me rodeaban, pero todo parecía estar envuelto en una especie de neblina. Mis manos temblaban ligeramente sobre el regazo, y sentía cómo el corazón me latía en la garganta. Frente a mí, el espejo reflejaba a una mujer que, en apariencia, era yo, pero por dentro me sentía completamente diferente.

Anggie, por su parte, estaba espléndida con su vestido borgoña que resaltaba su piel y su sonrisa. Se veía tan segura, tan tranquila, como si no fuera el día más importante de mi vida. En cambio, yo estaba al borde de un ataque de nervios.

—¿Cómo te sientes? —me preguntó, con una sonrisa suave mientras observaba mi reflejo en el espejo.

—Muerta de nervios —admití, tratando de contener el temblor en mi voz—. No puedo creer que esto esté sucediendo.

—Todo va a salir perfecto —respondió, colocando una mano tranquilizadora sobre la mía—. Solo respira, y disfruta del momento.

Asentí, aunque en mi interior sentía que los nervios no me dejarían en paz tan fácilmente. Las estilistas trabajaban con precisión y cuidado, arreglando mi cabello en un moño elegante, con suaves mechones sueltos enmarcando mi rostro. El maquillaje resaltaba mis ojos, dándoles un brillo especial, mientras que mis labios lucían un tono suave y natural. Todo estaba quedando tal como lo había imaginado, pero la realidad del día me abrumaba de una manera que no había anticipado.

Una vez lista, me ayudaron a ponerme el vestido. Era blanco, clásico, con encaje detallado en las mangas y la espalda descubierta. Me sentía como en un sueño, aunque la sensación de tener un nudo en el estómago no desaparecía.

—Estás hermosa —susurró Anggie, con una mirada de aprobación y orgullo.

—Gracias —respondí, intentando mantener la calma.

Finalmente, llegó el momento de salir del salón y dirigirme hacia la limusina que me llevaría a la iglesia. Mientras caminaba hacia la puerta, el vestido rozaba el suelo con un suave susurro, y mis pasos se sentían pesados, como si cada uno me acercara más a una vida que, aunque deseada, parecía abrumadoramente definitiva.

Dentro de la limusina, los nervios se intensificaron. Miraba por la ventana, viendo cómo la ciudad pasaba velozmente, mientras sentía que el tiempo se ralentizaba a mi alrededor. Anggie hablaba a mi lado, intentando distraerme con historias graciosas, pero yo apenas la escuchaba. Todo mi ser estaba centrado en lo que estaba a punto de suceder.

—¿Estás bien? —preguntó de nuevo, esta vez con un toque de preocupación.

—Sí —mentí, esbozando una sonrisa—. Solo… no puedo creer que estoy a punto de casarme.

Ella sonrió ampliamente.

—Lo sé. Pero Eiden está ahí, esperándote. Y va a ser un momento inolvidable.

Al llegar a la iglesia, el nudo en mi estómago se apretó aún más. Observé la gran entrada decorada con flores blancas y rosas, que caían en suaves cascadas sobre los arcos. La fachada de la iglesia, iluminada por la suave luz del atardecer, tenía un aire mágico, como si todo estuviera perfectamente dispuesto para el día más importante de mi vida.

Salí de la limusina, sosteniendo mi ramo con fuerza. Respiré hondo, tratando de calmarme, pero el aire se me hacía pesado. Mis piernas temblaban ligeramente mientras me acercaba a la gran puerta. En el interior, sabía que todos los ojos estarían sobre mí, pero el único que realmente me importaba era Eiden.

Atrévete a quererme® ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora