treinta y tres

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treinta y tres

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LUCÍA

A Ana no hubiera quien la engañase. Era imposible convencerla de que lo que había visto era un golpe, ni siquiera lo intenté.

—Estáis juntos.—ni siquiera era una pregunta. Lo que pasa es que no lo estábamos, su hermano y yo acabábamos de empezar lo que fuera.

Que complicado era esto de las relaciones adultas.

—A ver, Ana.—me miró y me señaló con el dedo índice. Estábamos encerradas en el cuarto de baño de la planta de abajo, a donde me había arrastrado.

No tenía escapatoria ni excusa.

—No lo has negado. Os he pillado. Ya decía yo que Dani llevaba un par de días comportándose extraño.—no le habíamos contado nada de Mateo y su hermana, porque no le iba a hacer ningún bien y al final era meter el dedo en la herida.

Y la situación en realidad ni siquiera había sido culpa de Plex. Ni de Adri, si nos poníamos serios. La verdadera culpa era de Mateo, que si quería interpretar las cosas de esa forma y perder a una chica tan increíble como era la menor de los Alonso por ese malentendido, era estúpido.

—No puedes decir ni una palabra. No lo saben los chicos, ni Mar.—le hice prometer.—Ni mi familia obviamente.—la morena asintió, aunque no podía ocultar su emoción.

—Por fin una cuñada que me cae bien.—bromeó la chica abrazándome de pronto. Yo también estaba más que contenta de que ella fuera parte de mi vida. Lo único que me daba miedo de la situación era que las cosas no salieran bien, y entonces...

Pero no tenía caso ser catastrofista. Desde luego no cuando acababan de empezar, y menos aún cuando claramente iban viento en popa. O bueno, lo que a mi parecer era viento en popa, claro.

Al final, fue Borja quien vino en mi rescate, supongo que mandado por Plex, con mi móvil en la mano y diciendo que no había dejado de sonar en todo el rato que llevaba ahí. Más tarde, me dijo el youtuber, que había sido una mentira piadosa para evitar que su hermana me sonsacara más información de la debida.

Algo que por lo visto no sabía de ella es que era una experta manipuladora para esas cosas, y en la mayoría de las cosas que tenían que ver con su hermano, siempre conseguía salirse con la suya.

En el salón, los chicos tenían el portátil abierto con un mapa del mundo, a el manager, Paconi en videollamada, y varios folios distribuidos sobre la mesa. Parecía claro que el plan de acción de los viajes con influencers españoles estaba en marcha.

Y me encantaba saber que iba a ser parte de ello.

Me encantaba saber que era parte de la vida de Plex, en específico. Porque en él había encontrado un mejor amigo y más allá de eso, un alma con la que compartirlo todo.

—Te había raptado Ana, ¿no?—bromeó Adri cuando me vió aparecer. La pequeña se había vuelto a su cuarto, por lo visto, ahora que sabía nuestro secreto prefería no estar cerca de los chicos. Era probable que se le escapase sin querer y por el momento no queríamos vivir esa situación.

—Necesitaba consejo de mujer, no lo entenderías.—aunque Jopa no pareció tragarse mi respuesta, pues me miró fijamente, como si estuviera intentando descubrir mis secretos más oscuros a través de las gafas.

Sentía decirle que iba a tener que intentarlo más fuerte si quería tener suerte en esa empresa.

—Volvamos a lo de planear.—interrumpió el manager, y así, aprovechando que nadie prestaba atención, pude recolocar mi pelo en el lugar adecuado del cuello para que no se vieran las marcas que me había dejado Dani.—Yo creo que lo principal es pensar destinos y luego personas.

—Illojuan sin duda.—propuso Jopa. Plex me miro disimuladamente, como diciéndome: "ves, te lo dije".

Y el saber que teníamos una broma entre nosotros hizo que mil mariposas se movieran en mi estómago.

Nunca había sido una chica de enamoramientos. Ni mucho menos. No terminaba de entender en que punto de la historia me había pillado tan de sopetón de Dani.

Pero por lo visto lo había hecho y con todas las de la ley.

Un carraspeo me sacó de mi ensimismamiento. Por lo visto había desconectado de la conversación más tiempo del permitido. Me había quedado embobada mirando a cierta jirafa de dos metros.

—A mi illojuan me hace gracia.—esa fue mi aportación. Jopa me chocó los cinco por encima de la mesa y lo anotó en el papel que estábamos usando como pizarra.

No me esperaba que estos chicos fueran tan profesionales. O tal vez fuera la influencia de Paconi.

—Mi pregunta es si van a venir refuerzos para la edición.—el comentario de Adri pasó desapercibido, así que tampoco yo le di importancia. Si para Paconi, que parecía el jefe de operaciones no era relevante, entonces para mi tampoco.—Porque no quiero hacerlo como la primera vuelta al mundo, dos editores funciona mejor, sin duda.

Para cuando cayó la noche, tenían todo el viaje casi planeado. Borja y Jopa se ofrecieron a ir a comprarnos pizza, Adri se marchó a dar un paseo con Mar y Plex y yo nos quedamos solos.

—Ha funcionado. Tenías razón.—me rodeó y me lanzó en volandas por el cuarto, feliz.

La sonrisa iluminaba su rostro, los ojos le brillaban, irradiando una energía que no había visto nunca en él.

—Yo siempre tengo razón, Alonso.—le acusé, aun mareada de dar vueltas abrazada a él. Nuestras risas mezclándose, como una canción de fondo.

—Cállate y bésame, Lucía.

—Bésame tú.—no se lo pensó dos veces.

La misma pregunta que días atrás, cuando nos habíamos reconciliado, seguía rondándome la cabeza: ¿como es que habíamos tardado tanto en darnos cuenta de que nos queríamos?

Con su boca pegada a la mía, nuestros cuerpos unidos, sólo podía pensar, en la suerte que tenía de haberle ayudado en aquella playa de Málaga .

Y de haber dejado que tirara aquel cigarro aquel día en la parada del bus.

Tal vez, ahora que había encontrado una droga peor que la nicotina, podía plantearme, el dejar de fumar.


















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espero que os haya gustado mucho
nos leemos prontoo

agosto | YosoyplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora