Hinata una pintora con peligrosas visiones que la llevan a pintar escenas de crímenes en las que poco o nada puede intervenir. Tras esas experiencias sufre unos estados de shock cuyo elemento dominante es el frío. Un frío interior que sólo un hombre...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuando llegó Naruto, Hinata estaba envuelta en una manta y tenía una taza de café recién hecho en la mano. Tenía frío pero no era insoportable, al menos de momento. Se inclinó para darle un rápido beso y luego empezó a abrazarla para combatir el frío.
—Espera —dijo ella—. Primero quiero que veas la pintura.
Fueron juntos al estudio y examinaron la tela en silencio. La escena tenía una violencia completamente gráfica. El cuerpo de la mujer estaba caído en un charco de sangre que había empapado una alfombra color crema. Su elegante vestido negro estaba acuchillado por todas partes y tenía un brazo, el único que Hinata había completado, cubierto de heridas.
El hombre que se encontraba junto a ella parecía relajado, con el cuchillo que había utilizado colgando de la mano derecha. A partir de los zapatos, Hinata había completado su cuerpo hasta la altura de la cintura.
Llevaba pantalones negros, unos vaqueros, tal vez, aunque unos vaqueros no se adecuarían demasiado a sus zapatos de cordones. También había empezado a pintar una camisa negra.
—Un ladrón, quizás —dijo Naruto con aquella fría distancia en su voz que indicaba que se había puesto analítico—. Ambos van vestidos de negro, pero ella lleva un traje de fiesta. Los zapatos, sin embargo, no acaban de encajar. Un ladrón llevaría zapatillas deportivas o algo así.
—Yo también he pensado que había algo raro en los zapatos. Son extraños. —A Hinata no le gustaba cómo había hecho los pies, se veían un tanto desproporcionados, pero cuando había empezado a estudiar cómo corregirlos, la imagen mental se negaba a formarse. Tal vez estaba demasiado exhausta y podría resolverlo cuando hubiera descansado.
—Tengo que terminarlo —dijo, con voz nerviosa. Estaba a punto de echarse a llorar—. Tengo que saber quién es esa mujer.
—Cariño —la tomó por los hombros y la volvió hacia él—, hazte a la idea de que no lo sabrás hasta que haya ocurrido el hecho. Con Hiruzen Sarutobi sucedió así.
—Pero esto, sea lo que sea, es más fuerte cada vez, o quizá yo esté mejor preparada. Lo que estoy pintando es el futuro y ¿por qué no ha de ensancharse la perspectiva para que yo pueda ver su identidad antes de que sea demasiado tarde?
—Esto tal vez no sea un robo que se haya complicado, sino un asesinato premeditado.
—¿Y qué diferencia hay? —le preguntó Hinata sin comprender.
—El plan puede estar ya trazado. Si yo fuese a cometer un crimen, lo planearía hasta el último detalle. Así que lo que tú estás captando puede que sea un plan que exista ahora, y no en el futuro.
Hinata lo miró algo irritada, con toda la irritación de que fue capaz teniendo en cuenta que estaba temblando como una hoja.
—No seas tan analítico —le dijo, aun cuando sabía perfectamente que Naruto tenía razón.