Hinata una pintora con peligrosas visiones que la llevan a pintar escenas de crímenes en las que poco o nada puede intervenir. Tras esas experiencias sufre unos estados de shock cuyo elemento dominante es el frío. Un frío interior que sólo un hombre...
Era el veinticuatro de agosto, uno de esos días despejados y perfectos del verano. El cielo de nuevo tenía un color tan intenso, algo que para Hinata era costumbre ver.
Si había algo en esta vida de lo que ella entendía era de colores, y ahora en su vida pensaba que los había descubierto todos. Ese día era perfecto, y quería reproducirlo en el cuadro que estaba pintando en ese instante, en realidad un trabajo bastante especial, o para ella no era trabajo, uno de sus tantos momentos de felicidad que disfrutaba desde algunos años.
Después de aquellos cuadros que pintó de asesinatos años atrás, no volvió hacer algo parecido, para ella tal vez era que debía de vivir esa situación, y estar donde se encontraba en ese mismo instante, su vida ahora era diferente, estaba llena de mucho color y ahora mismo lo reflejaba en aquel cuadro que estaba pintando.
Naruto y ella decidieron que ese lugar era perfecto para pintar, estaban cerca de su rancho, cerca a un precioso lago, en ese instante su esposo junto a sus dos hijos: Boruto el mayor y Himawari la pequeña de la familia, disfrutaban de un momento muy divertido que ella quería plasmar en una pintura.
Un destello la hizo volver la mirada a su lado.
—Es un bonito cuadro. —Le dijo el recién llegado.
—Gracias.
—Eres una gran madre ¿Lo sabias? Me alegra mucho de que hayas logrado ser feliz y que el pasado lo hubieses dejado atrás.
Hinata miraba fijamente a la "persona", aunque no era del todo visible, desde unos días atrás la estaba acompañando a todos lados donde ella iba. Empezaba ser un poco molesto, pero comprendía porque estaba con ella.
—Tuve mucha suerte de encontrar a Naruto.
—Pero él, es también afortunado de tenerte.
Hinata le sonrió de nuevo.
—Que bonita sonrisa tienes, es increíble que nunca lo haya notado. Espero que puedas perdonarme.
—Ya te lo he dicho, te perdono mamá.
—Muchas gracias hija.
Y así como llegó desapareció. Hinata pensó que tal vez era la ultima vez que la veía, sintió algo de pena, pero en su mente se formó una palabra: Paz
Y Ella Es Muy Feliz
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Una Historia de Linda Howard
Bueno esta historia tenía tremendo spoiler en el titulo jajajaja
Si llegaste hasta aquí, gracias por acompañarme en esta historia. también a quienes siempre comentan eso me anima, no sé sí el fandom NaruHina aun este vivo pero por lo pronto tengo un par de historias mas por compartir. vamos a ver que genero me llama esta vez o que quieren leer en la siguiente.
