IX

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Narrador omnisciente 

Max estaba al borde de la frustración; enojado consigo mismo no comenzaba a describirlo. Se bajó de su monoplaza con el ceño fruncido y se dirigió rápidamente hacia el novato que había debutado en la carrera anterior. Sin contener su enojo, lo alcanzó antes de que llegara cerca de las cámaras y los medios.

—¿Eres un maldito idiota o qué? —le gritó, tomándolo firmemente por el hombro para que lo mirara a la cara—. ¡Casi me sacas de la maldita carrera, imbécil! —Max alzó la voz, atrayendo la atención de los presentes. Con una mezcla de rabia y decepción, lo jaló por el uniforme, acercándolo peligrosamente—. ¿Quién demonios te crees? ¡No eres más que un novato, y es mejor que te quedes en tu lugar!

Estuvo a punto de golpearlo, pero Lewis llegó a tiempo para detener su brazo, intentando separarlos, mientras que Carlos sostenía a Norris y lo alejaba del altercado.

—¿Tienes miedo, león? —dijo el novato con una sonrisa provocadora, sin dejarse intimidar—. Con solo dos carreras ya te robé la gloria. Golpéame si quieres, pero seguiré ganando.

Carlos le ordenó a Lando que dejara de provocar y, como pudo, lo llevó lejos de Max, quien todavía trataba de soltarse del agarre de Hamilton, su furia apenas contenida.

Max llegó a su box aún más furioso. Lanzó su casco al suelo sin importarle si se rompía o no, desahogando su rabia sin reservas. Al ver que su ingeniero se le acercaba, claramente intentando calmarlo, su molestia solo creció.

—Max, por favor, deja de armar un escándalo... —comenzó el ingeniero con cautela.

—¿¡¿YO ARMANDO UN ESCÁNDALO?!? —gritó Max, agotado y frustrado, consciente de que nadie parecía entender lo que sentía—. ¡Ese mocoso me superó con solo dos carreras, y todo porque me chocó en una de las malditas curvas!

—Max...

—¡No, nada de Max! No voy a pedir una disculpa ni... —De repente, una voz más potente y fría interrumpió sus palabras, atrayendo la atención de todos en el box.

—Max Emilian, ven conmigo ya mismo. —El tono gélido de su padre resonó, cortando el aire y su enojo de inmediato, reemplazando su ira con una sensación de desesperación.

Max, sobresaltado y sin una salida aparente, se dio cuenta, tarde, de que había dos personas observando la escena desde la distancia, sus rostros revelando preocupación y miedo por lo que estaba sucediendo.

Narra Yuki

Miré a mi papá, Checo, con los ojos llenos de incertidumbre. ¿Eso era lo que pasaba cuando Max perdía? El ambiente en el box estaba cargado de tensión, y aún podía sentir la frialdad que había dejado la presencia del padre de Max. Los Verstappen se habían ido, y solo quedábamos nosotros, los mecánicos y el ingeniero, tratando de procesar lo sucedido.

—Papá, ¿qué está pasando? —pregunté, intentando descifrar algo en su mirada, pero solo encontré desconcierto.

—Yo... realmente no lo sé —murmuró, con una expresión sorprendida—. Esto nunca había pasado. Nunca lo viví así.

Hice una pequeña mueca y me acerqué al casco que Max había tirado antes. El visor estaba roto, y sentí una punzada de preocupación. ¿Qué haría su padre con él por no haber ganado? ¿Siempre era así cuando no quedaba en primer lugar?

Alguien irrumpió en el box de Red Bull de repente, respirando con dificultad. Miró a su alrededor antes de hablar.

—Sergio, ¿mi padre ya vino por Max, verdad? —preguntó Daniel, aún agitado, después de haber corrido hasta aquí tras intentar detener a su padre de llegar al box.

El silencio de papá fue suficiente respuesta para Daniel, quien asintió, comprendiendo. Sin decir nada más, salió rápidamente, dejándome aún más asustado con todo lo que estaba pasando.

—¿Él estará bien, verdad? —pregunté, sorprendiéndome a mí mismo por preocuparme. A pesar de todo, estos días había comenzado a llevarme bien con Max, y la idea de que algo malo pudiera sucederle me inquietaba.

—¡Maldición, Yuki, no lo sé! —mi papá respondió en tono frustrado, claramente afectado—. Lo siento, no debí responderte así. Necesito un momento para pensar.

Lo miré, sintiendo el peso de la situación. Era la primera vez que veía a papá tan perdido, sin respuestas, como si la presión y la preocupación también lo estuvieran alcanzando.

Narra Max

El dolor físico era insignificante comparado con el dolor que provocaban las palabras de su padre. Jos lo había llevado a una de las salas de descanso del paddock solo para soltar su ira apenas cruzaran la puerta. Un fuerte golpe en el rostro fue lo primero que sintió Max, un ardor que no se comparaba con el peso de las palabras que vinieron después.

—Un chico de 18 años te supera en dos carreras... es asqueroso —dijo su padre con una frialdad que atravesaba cada una de sus defensas—. Deberías sentir vergüenza de perder esa forma. ¿De qué sirve un título mundial si vas a ser superado por un novato? —Alzó la mano otra vez, pero esta vez se contuvo, solo para dejarlo con una última puñalada de desdén—. Me decepcionas más con cada carrera, Emilian.

Max permaneció en silencio, deseando que Jos simplemente se fuera. Finalmente, su deseo se cumplió cuando Daniel entró en la sala y cruzó miradas con su padre. Jos lo miró por un instante, pero se retiró sin decir nada. En cuanto se fue, Max sintió cómo el cansancio lo superaba, sus fuerzas desapareciendo mientras se desplomaba en una de las sillas. Al fin dejó salir su frustración, dejando que las lágrimas fluyeran sin control, sin importar que Daniel estuviera allí, porque en él confiaba como en nadie más.

—Max, maldición... —Daniel se agachó a su altura, tratando de apartarle las manos del rostro, solo para encontrarse con sus ojos hinchados y enrojecidos—. No le hagas caso, sabes cómo es... Hiciste una buena carrera. Ese chico solo tuvo suerte, y la FIA no hizo nada sobre ese choque.

Escuchar sus palabras solo hacía que el dolor en su cabeza empeorara. Estaba exhausto, deseando estar en casa, refugiado en el abrazo de Sergio, con su rostro escondido en su pecho mientras dejaba salir el llanto. Pero su pareja no estaba allí, y eso solo lo frustraba más.

—Estoy cansado de tanta mierda... —susurre, pasando mis manos con rudeza por mi rostro y mi  cabello—. De verdad, quiero dejar todo esto, quiero retirarme de las carreras...

¡Yuki!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora