XXI

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Estaba odiando aquella situación. ¿Cómo había llegado a esto?

Me encontraba en el suelo, desesperado, revisando si Pierre estaba bien. Todo había comenzado cuando Kamui lo vio en las escaleras y, con un grito cargado de ira, me dijo que lo había decepcionado por no seguir una de sus "órdenes". Pierre no se quedó callado ante sus palabras y decidió enfrentarlo una vez que bajó del segundo piso. Pero su valentía solo consiguió que Kamui le propinara un puñetazo. El golpe resonó en la sala y, sin poder evitarlo, solté un grito de puro miedo.

-¿En serio Sergio aprueba que estés con él? -espetó Kamui con un tono cargado de desprecio, mientras miraba a Pierre con frialdad. Su puño estaba rojo tras el golpe reciente.

No le respondí. Mis ojos seguían fijos en Gasly, tratando de verificar que estuviera bien. Pero lo único que vi fue un delgado hilo de sangre que corría por su labio, lo que solo intensificó mi preocupación. Pierre no merecía esto, en absoluto.

-Realmente odio cuando me ignoras, Yuki -gruñó Kamui, colocando su mano sobre mi hombro y ejerciendo una presión que dolía tanto física como emocionalmente-. Antes me hacías más caso, pero desde que vives con Sergio y ese piloto de mentira, no sabes hacer otra cosa que estresarme.

Me quedé callado, paralizado. Mi mente no podía encontrar las palabras adecuadas. Solo podía mirar el rostro de Pierre, que seguía reflejando dolor mientras apretaba mi mano con fuerza. ¿Qué podía decirle a mi padre? En ese momento no sentía ni amor ni odio hacia él, solo un miedo abrumador.

-¿Vas a empezar a responderme o tu amigo lo pagará de nuevo? -sus palabras me hicieron tensarme aún más-. ¿Por qué siempre tienes que complicarle la vida a los demás?

Esas palabras se quedaron grabadas en mi cabeza, dejándome en blanco. ¿Era cierto lo que decía? ¿Realmente era yo quien complicaba las cosas para todos?

Un sentimiento de culpa comenzó a apoderarse de mí. Si no le hubiera hablado de nuevo a Pierre, él nunca habría venido a mi casa y, por ende, jamás habría recibido ese golpe. Y si realmente estaba arruinándole la vida a papá Checo... esa idea me devastaba.

Mis ojos se apartaron de Pierre y me levanté del suelo, enfrentándome a Kamui con toda la fuerza que pude reunir.

-Estás mintiendo... -murmuré con voz temblorosa, dejando que mi miedo y nerviosismo se reflejaran en cada palabra-. Yo no arruino nada... todo estaba bien... pero tú tenías que volver.

Bajé la mirada mientras sentía las lágrimas acumulándose en mis ojos. Finalmente, las dejé caer.

-Max me dijo que no tenía que vivir bajo tu sombra... que debía dejar de seguir al pie de la letra todo lo que me pedías porque esta es mi vida, no la tuya...

Iba a seguir hablando, pero una cachetada fuerte me interrumpió, haciendo que mi rostro girara con brusquedad. Un ardor punzante se extendió por mi mejilla.

-¿Ahora le haces caso a ese estúpido? ¡Yo soy tu padre, Yuki! -rugió Kamui, su voz más seria y aterradora que nunca-. Ese idiota solo te llena la cabeza a ti y a Sergio. Me voy a encargar de alejarte de ellos dos por completo.

Un terror indescriptible se apoderó de mí. ¿Alejarme de papá y Max? Esa idea era insoportable. No me importaba que me viera llorando en ese momento. Me acerqué a él con desesperación, mis lágrimas brotando sin control.

-No... por favor, eso no -sollocé, mi voz rota por el miedo-. Todo, menos alejarme de papá. Por favor, eso no.

Mi rostro estaba empapado de lágrimas. No sabía qué haría si me alejaba de Sergio. Nunca había pasado un solo día sin él, y la posibilidad de que Kamui lograra separarnos me aterrorizaba.

El ambiente era sofocante. Cada palabra de Kamui, cargada de veneno, resonaba en mi mente, alimentando mi miedo y mis inseguridades. Mis lágrimas no se detenían mientras me arrodillaba frente a él, rogándole entre sollozos que no me alejara de papá checo. Sentía que mi corazón se rompía con cada amenaza, y la presión en mi pecho se volvía insoportable.

Pierre, aunque lastimado, no se quedó quieto. Lentamente se levantó del suelo, limpiándose la sangre de su labio con el dorso de la mano. Sus ojos estaban llenos de determinación, y su mandíbula estaba tensada como si intentara contener la ira que claramente lo consumía.

-Eso es suficiente -dijo, su voz firme y controlada. Pierre dio un paso hacia nosotros, colocándose entre Kamui y yo, como un escudo. Su postura era protectora, pero podía notar la leve rigidez de su cuerpo por el dolor del golpe que había recibido.

-¿Quién te crees para intervenir? -espetó Kamui, sus ojos fulminando a Pierre-. Este es un asunto de familia. No tienes derecho a meterte.

-No tengo que ser de su familia para ver que lo que estás haciendo está mal -respondió Pierre, su voz temblando ligeramente, pero manteniendo su postura-. Yuki no merece esto. Él es solo un chico. Tu hijo. ¿Qué clase de padre amenaza con destruir lo único que lo hace feliz?

Kamui se acercó a Pierre, su altura y su presencia intimidante, pero el francés no retrocedió ni un milímetro. Yo apenas podía respirar, mis manos temblando mientras intentaba procesar lo que estaba sucediendo.

-Tienes agallas, lo admito -dijo Kamui con un tono burlón, inclinándose hacia Pierre-. Pero no me conoces. Y te aseguro que si vuelves a meterte en mis asuntos, lo vas a lamentar.

Luego de aquello, se fue como la última vez, dejándome con un desastre emocional que no podía controlar. Sus palabras, amenazantes y llenas de desprecio, despertaron recuerdos que había tratado de enterrar. Aquella vez en la que le dijo a papá Checo que intentaría conseguir mi custodia para alejarme de él regresó a mi mente como un golpe inesperado. Había olvidado ese momento, pero su presencia nuevamente en mi vida hizo que todo el dolor y el miedo resurgieran con fuerza.

De repente, sentí unas manos suaves tomando mi rostro, levantando mi cabeza con delicadeza. Conecté con esos ojos celestes que tanto amaba, aunque ahora mostraban una preocupación que no podía ignorar.

-Lo siento -murmuré en voz baja, sintiendo una mezcla de vergüenza y tristeza-. No quería que pasaras por esto. Hoy debía ser un día divertido, no un desastre.

-Está bien, Yu... -susurró Pierre, acariciando mi rostro con ternura. Su toque era cálido, reconfortante, como si quisiera borrar con sus dedos toda la angustia que cargaba-. No hiciste nada malo. No sabías que él iba a venir, y además... yo me busqué ese golpe por provocarlo.

Me sonrió, esa sonrisa suave y tranquilizadora que siempre lograba calmarme. Mientras limpiaba mis lágrimas con cuidado, continuó hablando, su voz baja pero firme.

-Me gustaron esas palabras que te dijo Max. Es tu vida, Yuki, no la de tu padre. No te castigues por lo que él diga o haga. Y escucha bien, Checo no va a permitir que te aleje de él, y yo tampoco.

Sus palabras comenzaron a aliviar el peso en mi pecho. Aunque el miedo seguía ahí, latente, esa promesa me hizo sentir menos solo. Por primera vez en mucho tiempo, creí que tal vez podría enfrentar a Kamui y proteger la vida que había construido con las personas que realmente me amaban.

¡Yuki!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora