★37: Te quiero a ti★

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BILLY

Hacía ya una semana desde que papá y yo estuvimos en el cementerio, visitando la tumba de la que alguna vez, fue su mejor amiga, y de la que ahora tengo conciencia, fue mi madre.

Y se podría decir que fue una semana con muchos cambios, papá estaba cumpliendo con lo que había dicho de no dejarme cargar con todo los problemas a mí sola, me estaba apoyando más, incluso, ya no se la pasaba tanto en el trabajo, solo cuando era estrictamente necesario, de resto, trabajaba desde casa.

También, estábamos yendo a terapia familiar, Sulma era nuestra psicóloga, la conozco desde hace un tiempo, más específicamente; desde todo lo que pasó con Samuel, me afectó tanto aquello que papá vió necesario que lo hablara con un profesional, porque lo admito, me cerraba a hablar de ello con él en su momento.

Y he de admitir que ha sido raro volver a su consultorio, aunque un poco satisfactorio no volver por las razones anteriores, es decir; por un desamor que me infringió tantas inseguridades. Porque sí, mi relación con Samuel pudo no ser de años, pero sí que me enamoré, me ilusioné, y me destrozó al final, no podía creer del todo la versión que me contó Igor, porque aunque fuera cierto, iba mucho más allá de lo que pasó el día de mi cumpleaños número 16, iba más allá de mi corazón roto. Él me  hirió de todas las maneras posibles, me hizo volverme insegura conmigo misma, todo en tan solo un día.

Me hizo llorar.

Me hizo sentirme insuficiente.

Me hizo odiar mi cuerpo.


Me hizo darme cuenta de que cuando menos lo esperas, la persona que más amas es quién más daño te puede causar. Todo eso en el momento exacto en el que le entregas tu corazón en bandeja de plata.

Por eso me aterraba volver a enamorarme.

Por eso me frustraba ante las reacciones de mi cuerpo cuando lo veía, por eso lo había estado evitando a toda costa, por eso, y porque me hacía dudar de si a pesar de todo aún seguía sintiendo algo por él.

Me negaba a aceptarlo, y entre más lo negaba, más real se volvía.

Por eso es que cuando doble un pasillo para ir al comedor y lo divisé caminando en mi dirección, giré sobre mis propios pies y salí prácticamente corriendo. A ver, era imposible que pudiera evitarlo toda la vida, ya que compartíamos la mayoría de las clases, pero era diferente, siempre Diego estaba conmigo y ese parecía ser su impedimento a la hora de acercarse, porque cuando me notaba a mí, su mirada expresaba la urgencia que sentía y cuando notaba a Diego, no daba ni un paso hacia mí.

Todo era muy distinto cuando me encontraba sola, yo salía huyendo lejos de él cuando quería acercarse, cómo justo ahora lo hacía.

Cuando estuve lo suficientemente lejos, me recosté en la puerta del baño de mujeres, respirando hondo, no había ni un solo alumno por allí.

—Billy—pegué un respingo al oír su voz, separándome de la puerta con la intención de seguir huyendo.

Pero para mi desgracia, él apareció en mi campo de visión. Con el uniforme, la corbata floja y los primeros botones de su camisa sueltos, parecía agitado y el cabello rubio lo llevaba desordenado, como siempre, pero no pude evitar notar que lo tenía más largo, los mechones casi le llegaban a cubrir los ojos, esos ojos grises escudriñaron mi cara.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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