Las horas pasaron lentamente mientras me revolvía en la cama, incapaz de encontrar un descanso real. Mi mente era un torbellino de pensamientos, una mezcla dolorosa de dudas e inseguridades que me desbordaban. ¿Por qué Kiran había accionado así? ¿Acaso todo lo que vivimos en Mumbai no había significado nada para él? Cada momento que compartimos me parecía ahora un espejismo, algo que quizás nunca existió de verdad. Recordar la frialdad en sus ojos y la indiferencia con la que había hablado esa noche me hacía sentir como si el Kiran que yo creía conocer hubiera sido solo una fantasía.
Justo cuando pensaba que finalmente podría calmar mi mente, escuché un suave golpe en la puerta.
— ¿Elena? —la voz de mi madre me sacó de mis pensamientos— ¿Puedo entrar?
Me senté en la cama, intentando componerme. No quería preocuparla más de lo necesario, pero sabía que ella podía ver a través de mi fachada.
— Claro mamá, pasa —respondí, tratando de sonar tranquila.
Ella entró y cerró la puerta con suavidad, observándome con una mezcla de comprensión y algo más una expresión que parecía contener una sorpresa inesperada.
— Hay alguien esperándote afuera —dijo con una sonrisa cómplice. — Es Kiran —añadió, observando mi reacción.
El solo escuchar su nombre hizo que una mezcla de sorpresa y nerviosismo me recorriera el cuerpo. Me quedé en silencio, sin saber qué decir.
— Mamá, no quiero verlo —murmuré finalmente, sintiendo de nuevo ese nudo en la garganta que había intentado olvidar.
Pero mi madre se sentó a mi lado y me tomó la mano con suavidad.
— Elena, sé que te lastimó, aunque no me lo hayas dicho, soy tu mama y se lo que te pasa, pero creo que necesitas saber qué tiene que decir. A veces, huir no es la mejor opción.
Suspiré, resignada.
Sabía que ella tenía razón. Tal vez necesitaba escucharlo, aunque fuera solo para cerrar el capítulo y seguir adelante.
— Está bien, mamá. Saldré pero solo porque insiste —dije, tratando de mantener la calma.
Me levanté de la cama y bajé las escaleras con pasos inseguros. Allí, en el umbral de la puerta, estaba Kiran. Su postura era diferente esta vez, como si no supiera exactamente cómo dirigirse a mí. Se veía mucho más serio, casi vulnerable, y en sus ojos había algo que no había visto antes.
— Elena —me saludó con un tono suave, tan diferente de la frialdad que había mostrado en la fiesta.
— Hola, Kiran —respondí con frialdad, intentando parecer indiferente.
Él me miró en silencio durante unos segundos, como si tratara de medir mi reacción. Y al notar mi distancia, dejó escapar una leve sonrisa irónica.
— ¿Piensas ignorarme toda la noche? —preguntó finalmente.
Quería mantenerme firme, alejarme de él, pero había algo en su expresión que me hacía sentir como si una parte de mí estuviera inevitablemente atada a él. No puedo evitar mirarlo con más suavidad, aunque sin ceder del todo.
— ¿Por qué estás aquí, Kiran? —pregunté finalmente, tratando de mantener el tono neutral.
— Quería saber por qué huiste de la fiesta.
—...
Kiran sacudió la cabeza y dejó escapar un leve suspiro.
— Elena, tú no entiendes nada —dijo, en tono firme, aunque sin dejar de mirarme.

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Bajo las 7 promesas
Teen FictionElena García tenía su vida perfectamente planeada: terminar sus estudios, unirse a la empresa familiar y quizás algún día, dejar de ser la hija obediente para seguir sus propias pasiones. Pero un inesperado viaje de negocios a la India junto a su pa...