Habían pasado dos semanas desde que dejamos Mumbai, y, aunque me había sumergido en los proyectos de mi padre, algo siempre parecía faltar. El recuerdo de Kiran y de la noche que compartimos juntos me acompañaba cada día, como una sombra cálida que me envolvía cada vez que me sentía sola. Sabía que lo nuestro era un secreto, uno que, de momento, solo mi madre conoció. Cuando le conté todo, su reacción fue tan inesperada como tranquilizadora: se convirtió en mi cómplice, un secreto que compartíamos y que, por nada del mundo, le diríamos a mi padre.
Desde que volvimos, Kiran se había ido de viaje por negocios y no nos habíamos vuelto a ver. Cada día sin él hacía que el recuerdo de Mumbai se sintiera más como un sueño, algo que quizás jamás habría pasado. Aún podía sentir la ternura de su última despedida, cuando me dejó en la puerta del hotel, tomando mi mano y besándola suavemente antes de despedirse.
Pero esta noche Kiran regresaba, y mi madre no había dejado de grabarmelo en todo el día.
— ¿Ya sabes qué te vas a poner para esta noche, Elena? —me preguntó, en tono divertido, mientras revolvía mi armario y sacaba opciones de vestidos que yo ni recordaba tener.
— Mamá, por favor. No necesito tanto alboroto —le respondí, aunque no pude evitar sonreír.
Ella rió suavemente, ignorando mis protestas y sacando un vestido elegante que había llevado solo en contadas ocasiones.
—Claro que necesitas alboroto. Mira, Kiran es bueno, digamos que es alguien especial, y aunque tu padre no puede saberlo, yo no soy ciega, querida. Además, esta noche será en casa de la familia Mehra. Por supuesto que hay que ir preparados.
Finalmente, terminó cediendo ante su entusiasmo. La casa de los Mehra era un lugar tan elegante que cualquier otra cosa que no fuera este vestido tendría sentido inadecuado. Me alisé el cabello y me maquillé con cuidado, asegurándome de mantener un estilo sencillo pero pulido. Por algún motivo, quería verme tan perfecta como fuera posible, como si con eso pudiera expresar lo que sentía sin necesidad de palabras.
Finalmente, salimos los tres juntos: mi padre, mi madre y yo. Mi madre, como siempre, se veía impecable, y mi padre lucía tranquilo y satisfecho mientras íbamos en el coche hacia la casa de la familia Mehra.
— Esta casa es impresionante, ¿no crees? —me comentó mi madre, observando cada detalle mientras avanzábamos por el camino hacia la entrada.
— Elegante y majestuosa —murmuré, recordando la primera vez que estuve aquí y la misma impresión que me provocó. El lugar emanaba una elegancia tranquila que era imposible ignorar.
Cuando llegamos, la familia Mehra nos recibió con cortesía y calidez. La mansión estaba iluminada con luces suaves, y el ambiente era elegante sin ser ostentoso. Todo tenía un toque de perfección que me grababa a Kiran: ordenado, pero con una chispa de vida.
—Querida, ire a hablar con unos socios, ahora regreso— Papa le dejo un casto beso en los labios a mama, y se fue con una sonrisa.
Todo estaba saliendo bien, gracias a Dios.
El estaba contento.
—¿Estas emocionada?—Pregunto ella.
—Estoy normal— Me atrevi a menti.
—No te creo...
Pero justo cuando iba a responder...
Kiran acababa de llegar, y por un momento todo el salón pareció regresarse. Vestía un traje oscuro, y su puerta elegante se hacía aún más notorio bajo la suave iluminación de la casa.
Mi corazón latía con fuerza mientras Kiran se acercaba. No podía apartar la vista de él, y en el fondo, sabía que esta noche marcaría algo importante entre nosotros.
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Bajo las 7 promesas
Novela JuvenilElena García tenía su vida perfectamente planeada: terminar sus estudios, unirse a la empresa familiar y quizás algún día, dejar de ser la hija obediente para seguir sus propias pasiones. Pero un inesperado viaje de negocios a la India junto a su pa...