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Había dormido durante doce horas, como si el largo vuelo y las primeras impresiones de la India me hubieran absorbido toda la energía. Al despertar, noté que el día estaba en pleno apogeo, y mi padre, como siempre, estaba sumergido en reuniones, probablemente con socios, quizás hasta con algunos empresarios locales. Aproveché la soledad para acomodarme en el escritorio de la habitación y anotar algunas ideas que se me habían ocurrido para mi próximo artículo en el blog. No tenía la historia completamente definida, pero sentí una chispa de inspiración que me hacía sentir conectado con este lugar.

Estaba tan absorta en mis pensamientos, entre ideas y garabatos, que apenas oí cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe. Mi padre entró con paso apurado y la expresión en su rostro dejaba clara que tenía prisa.

— Elena, rápido, ve a vestirte. —me dijo, sin siquiera un saludo previo—Nos invitaron a una fiesta esta noche, organizada por la familia Mehra.

La familia Mehra . El solo escuchar su apellido hizo que una leve tensión se me instalara en el estómago, recordándome la intensa mirada de Kiran y su modo de observar todo a su alrededor con una seguridad que rozaba lo intimidante.

—¿Fiesta? Papá, ¿en serio? —protesté, intentando evitar el impulso de rodar los ojos—No sé si sea lo mejor. Apenas llegamos, no estamos acostumbrados a esto, y, además, no tenemos nada que ver con las tradiciones de aquí.

Papá susspiró, probablemente sabiendo que la negociación con él no iba a ser fácil, pero decidió a lograrlo.

—Lo entiendo, hija, créeme —dijo, suavizando un poco su tono—Pero es importante. Todos esperan vernos allá , y, aunque no tengo la menor idea de qué celebraremos, sé que esta es una buena oportunidad para establecer lazos. Esta gente valora las tradiciones, y es nuestra oportunidad de entender su cultura.

Me quedé en silencio, sin saber si estaba lista para enfrentar a Kiran en su propio terreno, y mucho menos con su familia alrededor, pero la determinación en la voz de mi padre no dejaba mucho lugar a la discusión. Finalmente, asentí y me dirigí al armario, donde miré la ropa que había empacado para el viaje. Quería algo sencillo, cómodo, algo que me recordara que seguía siendo yo en un lugar que parecía dispuesto a hacerme sentir pequeña y perdida.

Después de varios minutos de indecisión, opté por un conjunto normal, algo que me hacía sentir cómoda: un par de jeans oscuros, una blusa sencilla y una chaqueta ligera. No iba a exagerar ni a convertirme en algo que no era.

Cuando salí a la sala, papá me echó una mirada rápida, pero asintió con aprobación.

—Está bien, vámonos. Estás perfecta así.

Nos dirigimos al auto, y mientras avanzábamos por las calles de Nueva Delhi, no pude evitar notar cómo la ciudad seguía viva en cada esquina, con mercados llenos de aromas desconocidos, música que me resultaba intrigante y edificios que se mezclaban en un caos armónico.

La curiosidad me hizo romper el silencio.

—Papá, ¿qué piensas de Kiran? No te he visto hablar mucho de él.

Papá se acomodó en el asiento, con una expresión pensativa.

—Bueno, Kiran es particular. Es seguro de sí mismo, y eso siempre es algo positivo en el mundo de los negocios. Su familia tiene una reputación bastante sólida, y si quieres saber la verdad, fue una de las razones por las que decidi venir a India a establecer negocios. La familia Mehra tiene conexiones y recursos que, bien manejados, podrían expandir nuestra empresa más de lo que ha logrado hasta ahora.

Queria responderle, pero el tiempo parecia siempre ponerse en mi contra cuando queria respoder lo tarado que era. 

—Hemos llegado, hija .

Bajo las 7 promesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora