Zenidaki zone 4: Ayuda se me acaban los dibujos de estos 2.

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Lunes GPT:

En una tarde cálida de primavera, Zenitsu caminaba por un campo cubierto de flores silvestres, su mente un torbellino de pensamientos. Aunque la vida como cazador de demonios era peligrosa y difícil, había encontrado en Daki algo que nunca imaginó: paz. Ella, la demonio de cabellera azote, la misma mujer que había sido su enemiga, ahora compartía con él momentos que jamás pensó posibles.

Daki, con una sonrisa en el rostro, observaba en silencio mientras Zenitsu se agachaba para recoger algunas flores pequeñas y coloridas. A veces, las pequeñas cosas podían significar más que todas las batallas ganadas.

Zenitsu, con su característico nerviosismo, murmuró: "Te haré algo especial." Sin esperar respuesta, comenzó a trenzar las flores con delicadeza, su mirada fija en el trabajo de sus manos. Mientras lo hacía, sentía el calor de la presencia de Daki a su lado, su aliento suave y su risa ocasional.

"¿Qué estás haciendo, tonto?" preguntó Daki, aunque su tono era suave, casi afectuoso. No entendía la necesidad de gestos tan simples, pero algo en su interior le decía que esos pequeños detalles no eran insignificantes.

Con un suspiro profundo, Zenitsu terminó de trenzar las flores y se acercó a ella, con un brillo tímido en sus ojos. "Es una corona, para ti", dijo, sin atreverse a mirarla directamente. "Porque... eres hermosa, y pensé que esto te quedaría bien."

Daki observó la corona de flores, sus ojos se suavizaron y, por primera vez en mucho tiempo, una sonrisa sincera se dibujó en su rostro. Había algo en ese gesto tan simple y tan puro que le tocaba más de lo que esperaba. Con una mezcla de sorpresa y ternura, aceptó la corona y la colocó sobre su cabeza.

"Gracias, Zenitsu", susurró, sin preocuparse por su usual fachada de dureza. Era una pequeña muestra de afecto que, aunque sencilla, significaba mucho para ambos.

Zenitsu, nervioso como siempre, sonrió al ver que la corona quedaba perfecta en ella. Por un momento, los peligros del mundo parecieron desvanecerse. En su lugar, solo existían ellos dos, rodeados de flores y bajo un cielo despejado, construyendo algo que parecía más grande que cualquier demonio: un vínculo genuino.