Josh se encontraba sentado en el mueble mirando unos tonos de pintura en su celular pensaba en pintar la casa y reparar los daños ya que tenían el dinero.
Al Rato Finn fue a donde el parece que había vuelto a comer jabón del baño
Josh, algo preocupado al ver a Finn haciendo arcadas y luego vomitar, limpió rápidamente el desastre con paciencia. Mientras lo hacía, le dio a Finn unas palmaditas en la cabeza, tratando de calmarlo. —Tranquilo, Finn... todo va a estar bien,— murmuró con suavidad, manteniéndolo cerca mientras lo acariciaba.
Una vez que terminó de limpiar, le dio una orden clara: —Quédate quieto aquí, ¿sí?— Luego, Josh sacó su teléfono y marcó el número de Amy. Cuando ella contestó, él, sin preámbulos, le explicó la situación.
—Amy, creo que Finn no se siente bien. Se comió un poco de jabón líquido mientras no miraba y... bueno, ahora vomitó lo que comió. ¿Crees que debería llevarlo al veterinario?
Amy suspiró al otro lado de la línea, sopesando la situación. Finalmente, le respondió:
—Sí, llévalo por precaución. No quiero que se quede mal por haber ingerido eso. Asegúrate de que lo revisen bien.
Josh asintió, agradecido por la rápida respuesta de Amy.
—Lo haré, no te preocupes. Te mantendré informada.
Colgó y, acercándose a Finn, le rascó suavemente la cabeza.
—Bueno, pequeño, vamos al veterinario. Te sentirás mejor pronto.
Josh le puso una correa a Finn y salieron luego de un momento llegaron a la veterinaria
La sala de espera en el veterinario era un caos. El sonido de ladridos y maullidos llenaba el aire mientras dos híbridos, uno con orejas de perro y otro con características de gato, se gruñían y trataban de lanzarse el uno al otro. Los dueños de ambos luchaban por mantenerlos controlados, tirando de las correas y alzando la voz para intentar calmarlos. En medio de la conmoción, Josh se mantenía firme, intentando ignorar el alboroto con los ojos fijos en su celular, sin prestar demasiada atención al caos a su alrededor.
Finn, sentado al lado de Josh, observaba la escena con ojos brillantes. La agitación de los híbridos y el ruido de sus jadeos le recordaban a los momentos en que jugaba en la tienda, así que, inocentemente, intentó levantarse para acercarse a ellos, pensando que se trataba de una especie de juego.
Pero justo en ese momento, Josh notó su movimiento y, sin levantar la mirada del teléfono, le dio un tirón leve de la correa.
—Te quedas aquí, Finn, no vas a ir allá —le dijo en voz baja, pero firme, manteniendo a Finn cerca de él.
Finn se detuvo, sorprendido y un poco confundido, bajando las orejas y la cabeza al captar el tono de reprimenda de su dueño. Aunque no entendía del todo la razón, se acomodó de nuevo en su lugar, sin apartar la mirada de los otros híbridos. Josh, aún con su mal humor por el ruido, volvió a concentrarse en su celular, esperando con paciencia a que llegara el turno de Finn.
Finalmente, el bullicio en la sala de espera se calmó cuando los dueños lograron controlar a los dos híbridos revoltosos. La dueña del híbrido con características de gato se sentó al lado de Josh, mientras su híbrido, aún con el ánimo alterado, se acercó a Finn y, sin mucha sutileza, empezó a pasar sus garras en el muslo de este, como si fuera un juego.
Josh, molesto por la interrupción y aún sosteniendo su celular, miró al híbrido gato con una expresión fría y con un tono bajo y peligroso dijo:
—Saca tus putas garras de mi perro.
La dueña del híbrido se puso nerviosa y rápidamente se disculpó, tratando de alejar a su mascota. Josh, sin contener su irritación, la miró y añadió:
—Tu mascota se mete en demasiados problemas.
La dueña asintió avergonzada y tiró de la correa de su híbrido, apartándolo de Finn. Josh, en cambio, acarició la cabeza de Finn para tranquilizarlo, volviendo su atención al celular mientras el ambiente en la sala volvía a una calma tensa.
La dueña del híbrido gato intentó suavizar la tensión en el aire y, con una sonrisa algo tensa, le preguntó a Josh:
—¿Qué le pasó a tu perro? Parece estar en buena salud, pero veo que lo cuidas mucho.
Josh, ahora un poco más relajado tras su respuesta firme anterior, la miró y le respondió:
—Es muy curioso... eso le pasó. ¿Y al tuyo?
Ella suspiró, visiblemente frustrada, y respondió:
—El mío rompió un espejo por pura maldad y, claro, se cortó con los vidrios sin querer.
Josh arqueó una ceja y, con un tono observador, añadió:
—Sin ofender, pero creo que tu gato necesita calmantes. Está demasiado agresivo e impulsivo. ¿De todas las mascotas, por qué escogiste a ese?
La dueña apretó la correa de su híbrido y, con una mirada de defensa y un tono algo ofendido, contestó:
—¿Y qué esperabas que hiciera? ¿Que lo dejara en esa tienda para que lo maltrataran más de lo que ya le han hecho?
Josh la observó en silencio, entendiendo que cada dueño parecía cargar con las decisiones y dificultades de cuidar a los híbridos con pasados tan complejos. Ambos se quedaron pensativos, reflexionando sobre el desafío y responsabilidad que implicaba cuidar de seres tan únicos y frágiles.
Josh permanecía absorto en su celular, mientras Finn, con sus manos apoyadas en su muslo y sus rodillas en el suelo, movía la cola con curiosidad. La dueña del híbrido gato aprovechaba la distracción de Josh para deslizar su dedo por la parte trasera del cuello de su híbrido, realizando una serie de toques específicos. Cada toque parecía tener un propósito claro, siguiendo un lenguaje en clave que algunos dueños de híbridos de gatos empleaban para dar órdenes más sutiles.
Sin embargo, justo antes de que ella diera el toque final para completar la orden, Josh levantó la vista y con un tono severo y una mirada dura la detuvo:
—Como te atrevas a terminar esa orden, le diré a Finn que te arranque esa nariz operada que tienes.
La mujer se tensó, retrocediendo su mano lentamente. Josh la observó, y con un tono de voz molesto y despectivo continuó:
—Tu gato no es agresivo... ya veo qué pasa realmente. Eres tú quien le da órdenes para que lo sea. Conozco lo que estás haciendo. Es un código de toques en la piel. Algunos gatos no entienden bien las órdenes convencionales y por eso recurren a este tipo de lenguaje, ¿verdad?
La mujer, visiblemente incómoda, guardó silencio y desvió la mirada, incapaz de refutar lo que Josh acababa de revelar.
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×~Aprender A Sentir~×
Science FictionComenzamos la historia con una mujer llamada Amy la cual ya cansada de estar ella Sola solo con Josh de compañía decide ir a una tienda de mascotas "híbridas".