❤️‍🔥~LA GRIETA DEL SISTEMA~🔥

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Max despertó en la oscuridad de su jaula, su cuerpo temblando incontrolablemente. Un sudor frío recorría su piel mientras la sensación de algo profundamente inquietante invadía su mente. La imagen de la muñeca pequeña, esa muñeca que había visto en el momento en que su instinto lo llevó a arrebatarla, volvió a su mente con una claridad abrumadora. La sonrisa de la niña, su mirada aterrada, el grito pidiendo ayuda... todo regresaba con la fuerza de un torrente, arrastrando con él fragmentos perdidos de su pasado.

El híbrido se revolvió en su cama de paja, su respiración acelerada y su corazón latiendo con fuerza. Cada imagen era más vívida que la anterior: la niña... su hija. Una niña pequeña, desesperada, llamando por su papá. Él... Liam Esteban. nombre que resonaba en su cabeza como un eco lejano.

Era difícil de procesar, pero las piezas comenzaron a encajar. El sonido de las cuerdas de una guitarra, el aplauso del público, la emoción de un escenario lleno de vida. "Liam Esteban", pensó, y de inmediato la imagen de un joven con una guitarra en la mano, cantando en un escenario, le vino a la mente. Su voz había resonado en las audiencias, su rostro se había visto en la televisión, y los flashes de las cámaras siempre lo seguían. Pero algo había salido mal. Una desaparición, una investigación sin pistas. Todo eso, todo su mundo, desapareció esa noche, cuando el público se despidió de él con aplausos, sin saber que era la última vez que lo verían.

Recuerdos rotos, fragmentados y destrozados, comenzaron a tomar forma en su mente. Recordaba a su esposa, a la mujer que alguna vez había amado con todo su ser. Recordaba su rostro, su risa, las palabras suaves que le susurraba cuando se acostaban juntos. Recordaba cómo él había sido un hombre, un ser humano, no una criatura trastornada por los experimentos. Pero entonces, todo eso se desmoronó. Los recuerdos de los científicos, de los experimentos, comenzaron a surgir también, y Max, o mejor dicho, Liam, entendió lo que había sucedido. Lo que habían hecho con él.

Los recuerdos de los días de sufrimiento, de los intentos de borrarle su identidad, de su mente destrozada por manipulaciones crueles, le golpearon con fuerza. La vida que había perdido, la familia que le arrebataron... Todo estaba claro ahora. Su esposa, su hija, todos fueron sacrificados en un cruel experimento. Los científicos, esos hombres y mujeres de caras dulces y manos delicadas, habían jugado con sus vidas y con las de miles como él, destruyendo todo lo que alguna vez amó. Pero los recuerdos, ahora vívidos y dolorosos, no podían ser borrados.

Liam recordó también el horror de aquellos días, los días en los que los policías y fuerzas más poderosas se unieron y comenzaron a desaparecer personas, destruir familias enteras, eliminar cualquier vestigio de aquellos que alguna vez habían sido humanos. Su esposa, su hija, todos fueron víctimas. Los poderosos que manejaban todo, jueces, políticos, policías,  se habían vuelto corruptos, y ahora la ley de las mascotas híbridas regía el destino de millones, incluyéndolo a él. La vida humana había dejado de ser valiosa, y ahora, todos eran presas fáciles para la experimentación. Mientras intentaban expandir este orden de manera mundial.

La furia lo consumió por completo. La rabia de saber lo que le habían hecho, de lo que le habían robado. De lo que había perdido. Liam, con sus recuerdos restaurados, comenzó a sentir una oleada de emociones humanas que habían sido reprimidas por tanto tiempo. El miedo, la tristeza, pero también el coraje. La necesidad de justicia. Él no era un simple híbrido, un animal entrenado. Era un ser humano que había sido despojado de su vida, su familia, y su futuro.

En ese momento, algo dentro de él despertó, una chispa de su humanidad, de su deseo de venganza, de hacerles pagar a aquellos que lo habían convertido en lo que era. Mientras los empleados y otros híbridos seguían con sus rutinas, nadie notó el cambio en él. Nadie sabía que dentro de aquel cuerpo modificado, dentro de esa criatura condenada a vivir como una mascota, Liam Esteban estaba despertando a su pasado... y planeando su próxima jugada.

Liam permaneció inmóvil, su cuerpo tenso y sus pensamientos oscilando entre la furia contenida y la necesidad de mantener la calma. Sabía que cualquier movimiento en falso podría resultar en su perdición, y ya había experimentado en carne propia lo que significaba ser adaptado para esa vida, y había visto con sus propios ojos lo que era ser descartado. La jaula en la que estaba encerrado era su prisión, y aunque el resto de los híbridos no parecían notar nada fuera de lo común, él sentía cómo cada parte de su ser se rebelaba contra esa vida de sumisión.

La empleada se acercó sin sospechar nada, y él observó cuidadosamente sus movimientos. Sus ojos, ahora más humanos que nunca, brillaban con una intensidad peligrosa. El leve susurro de su respiración, el ligero roce de su ropa mientras se agachaba para abrir la jaula, fueron detalles que Liam absorbió en su mente. El cuenco de comida se dejó en el suelo, y la sonrisa de la mujer se desvaneció un momento al notar el cansancio en su rostro, pero ella no vio más allá de la fachada que él había construido para ella.

Con una falsa sumisión, Liam movió la cola de manera automática, como si fuera uno de esos híbridos sin mente, sin recuerdos. Quería que ella creyera que estaba simplemente agotado, al igual que los demás. La mujer, satisfecha con su respuesta, cerró la jaula con una sonrisa y se dio vuelta para irse, sin saber que había caído en su trampa.

Cuando la empleada se alejó, Liam se acercó rápidamente a las rejas de la jaula, y en ese momento, su mano, aún firme se deslizó entre las rejas y tomó la pequeña llave que colgaba del cinturón de la mujer, escondida a simple vista. Era una acción rápida, calculada, y sin dudarlo, Liam la escondió debajo de la sábana rasgada en el suelo de su jaula.

El silencio que siguió a su acción le pareció ensordecedor. Sabía que debía esperar. Cada segundo que pasaba, cada movimiento, debía ser calculado. La llave era solo el primer paso, pero había más por hacer. La necesidad de venganza lo consumía, pero no podía permitir que su rabia lo controlara. Necesitaba paciencia.

Su mirada humana, fría y calculadora, nunca se apartó de la puerta de la jaula. La fuga ya había comenzado, pero aún quedaba un largo camino por recorrer.

 La fuga ya había comenzado, pero aún quedaba un largo camino por recorrer

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Liam esteban— Alias: Max
22 Años
Cantante

{Autor: Acá todas las edades se parecen 🤣}

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