La supuesta víctima

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La mujer suspiró exageradamente, bajando la cabeza y cubriéndose la cara con una mano.

—Yo... yo solo quiero lo mejor para mi gato. No entiendes cómo es tener un híbrido difícil, alguien que solo responde a ese tipo de órdenes porque ha sido maltratado desde antes... —soltó con un tono victimizado, dejando que su voz temblara para aparentar vulnerabilidad.

Josh entrecerró los ojos, escéptico ante el espectáculo que estaba presenciando.

—Ah, claro... ahora resulta que eres la víctima aquí —respondió, sin perder el tono sarcástico—. Qué conveniente que todo sea culpa de otros y no de la forma en que tú lo tratas, ¿verdad?

Ella fingió un sollozo, manteniendo la cabeza baja como si esperara consuelo o comprensión. Finn, mientras tanto, observaba la escena, ladeando la cabeza sin comprender mucho, pero percibiendo la tensión.

Josh lanzó una última mirada a la mujer, dibujando en su rostro una sonrisa cordial, aunque cargada con una ligera ironía.

—Que tengas un buen día —le dijo, antes de jalar suavemente la correa de Finn, indicándole que era momento de irse.

Finn lo siguió rápidamente, moviendo la cola al sentir la atención de su dueño. Al cruzar la puerta hacia la sala de revisiones, Finn observaba cada rincón con curiosidad, notando el olor a desinfectante y escuchando algunos ruidos de otros animales. La veterinaria los recibió con una cálida sonrisa, ya preparada para evaluar al híbrido.

—Hola, Finn, ¿listo para tu revisión? —preguntó, acercándose con calma para no asustarlo.

Josh sostuvo a Finn, acariciando su cabeza para tranquilizarlo, mientras el híbrido parecía un poco nervioso pero a la vez intrigado por todo lo que sucedía a su alrededor.

La veterinaria señaló la fría mesa de metal en el centro de la sala de exámenes.

—Si puedes, ponlo aquí —pidió, preparándose con su estetoscopio y algunas notas.

Josh levantó a Finn y lo colocó en la mesa. Finn dio un pequeño salto de sorpresa al sentir la superficie helada, pero Josh mantuvo una mano firme sobre su lomo para calmarlo.

La veterinaria comenzó a revisar sus ojos, luego su boca y oídos, mientras hacía preguntas a Josh.

—¿Qué tan seguido presenta este tipo de comportamiento? ¿Hay algo que lo haya llevado a estar más curioso últimamente?

Josh, recordando los incidentes recientes, suspiró.

—Diría que siempre ha sido curioso, pero últimamente es peor —respondió—. Encontré que se había estado comiendo jabón, y hace poco destrozó unas lámparas de cristal… es como si buscara constantemente algo nuevo para morder o descubrir.

La veterinaria anotó, asintiendo.

—Es normal que algunos híbridos tengan un período de adaptación más largo. Tal vez necesite más actividad o juguetes para redirigir esa curiosidad. —Ella miró a Finn, que la observaba con curiosidad mientras movía la cola—. También puedo recomendarte un cambio de dieta si notas que ciertos alimentos le afectan el estómago o la energía.

Josh asintió, considerándolo mientras Finn observaba la conversación, como si supiera que hablaban de él.

La veterinaria soltó una pequeña risa al ver la curiosidad en los ojos de Finn y acarició suavemente su cabeza antes de continuar con la revisión. Luego, con cuidado, examinó sus manos y rodillas, notando algunos pequeños rasguños de sus recientes aventuras.

Cuando llegó al ojo blanco de Finn, inclinó un poco la cabeza, mostrando interés.

—¿Este ojo ha sido así desde siempre? —preguntó, mirándolo de cerca—. Y veo que su oreja está bastante dañada también. ¿Sabes cómo ocurrió?

Josh miró a Finn y luego de vuelta a la veterinaria.

—El ojo blanco, sí, siempre ha estado así. Pero la oreja... eso ya lo tenía cuando lo adoptamos. No tenemos idea de qué le pasó antes de llegar con nosotros. Parece algo que le ocurrió en el refugio o antes de estar ahí.

La veterinaria asintió con un leve asentimiento de empatía.

—Es posible que haya tenido algún conflicto con otros híbridos o alguna situación complicada en su vida anterior. Puedo darle un vistazo adicional, aunque me parece que está bien, solo con algunas cicatrices de lo que sea que haya pasado.

La veterinaria le entregó a Josh una pequeña botella con el medicamento líquido junto con una jeringa dosificadora.

—Esta medicina es bastante fácil de administrar —le explicó, sosteniendo la jeringa con suavidad—. Solo tienes que llenarla hasta la marca y darle la dosis directamente en la boca.

Josh asintió, mirando la jeringa y el frasco de medicina con atención.

—¿Solo por tres días, cierto? —confirmó.

La veterinaria sonrió y asintió.

—Exacto, tres días. Esto debería ayudar a calmar las molestias en el estómago de Finn y asegurar que esté bien. Además, si notas que no le gusta mucho, puedes intentar dárselo cuando esté relajado o distraído.

Josh agradeció a la veterinaria, recogió las cosas de Finn y, tras darle unas palmaditas cariñosas, lo ayudó a bajar de la mesa. Sosteniendo la correa con firmeza, lo guió hacia la salida.

—Bueno, amiguito, ya tienes todo lo que necesitas para sentirte mejor —le dijo Josh mientras lo ayudaba a subirse al auto.

Finn lo miró, ladeando la cabeza con curiosidad. Josh se echó a reír y le acarició la cabeza antes de arrancar el auto, dejando atrás la clínica.

—> siguiente capítulo

×~Aprender A Sentir~×Where stories live. Discover now