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Capítulo ocho 
Santa Marta, Colombia
24 – 25 de Diciembre del 2023 

Organicé las cajas en el árbolito, cada una con el nombre de cada persona

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Organicé las cajas en el árbolito, cada una con el nombre de cada persona. Me sentía alegre de compartir esta noticia. Faltaba poco para que el reloj marcara las doce y mis sobrinos estaban ansiosos por hacer la repartición de regalos.

— ¡Pónganse para la foto familiar antes de abrir los regalos! — gritó Sora, una de mis primas. Todos hicimos caso y nos posicionamos alrededor del árbol. Obviamente, yo me puse al lado de Ángel, quien tenía sus manos en mi cintura. Si fuera por él, ya hubiera gritado a los cuatro vientos que yo estaba embarazada, pero se había mantenido en silencio hasta el día de hoy.

Sora salió corriendo y se puso al lado de su pareja. Antes de tomar la foto, los labios de Ángel se pegaron a mi mejilla, haciendo que yo volviera mi cara y esta vez yo le diera un beso en la boca. Supongo que este momento había quedado grabado en la foto.

— ¡Ahora sí, mis niños, abran sus regalos! — dijo Tita, al ver su reloj. Todos estábamos reunidos en el sofá familiar y algunos en muebles individuales. Me separé de Hades, llamando así la atención de todos.

De repente, Ángel se acercó a mí y me susurró al oído:

— ¿Estás lista para dar la gran noticia? — preguntó, con una sonrisa pícara.

Me sonrojé y asentí con la cabeza. Era hora de compartir la noticia que había estado guardando durante tanto tiempo...

— Antes que nada, doy las gracias por pasar una Navidad más con mi familia. Doy gracias porque todos están bien y con buena salud — dije.— Ahora, como estamos todos reunidos, viviendo esta festividad, quiero darles unos regalos

Caminé hacia el árbolito y, con la ayuda de Ángel, empecé a repartir los pequeños detalles que tenía para cada uno. Al estar todos con sus regalos, abracé a Ángel por los hombros y él me devolvió el abrazo, envolviéndome con una de sus manos.

— ¡Pueden abrirlos! — dije sonriendo.

Al abrirlos, algunos estaban boquiabiertos y, en verdad, me daba risa sus expresiones.

— ¡Sorpresa! — dije riendo.

La habitación se llenó de risas y exclamaciones de alegría. La primera en levantarse fue mi tía Alma, la cual tenía lágrimas en los ojos y me abrazó, susurrándome al oído:

— Ya yo lo sabía, pero me es imposible no sentirme alegre por ti, mija — dijo, a lo que me reí. Era imposible ocultarle un secreto a estas señoras, porque si no lo sabían, lo soñaban o lo presentían, y creo que ese era el instinto maternal.

— Voy a ser madrina — el grito de Selene se hizo presente mientras venía caminando hacia mí con los ojos llorosos —. Obviamente, tengo que ser la madrina

BABY MOMMA; Hades66Donde viven las historias. Descúbrelo ahora