La habitación de Eliana estaba tranquila, pero el aire era pesado, cargado con una sensación de inminente peligro. Aiden no se movía, y aunque su rostro mostraba calma, sus ojos oscuros buscaban en las esquinas de la habitación como si esperara que algo emergiera de la penumbra.Eliana, sentada en el borde de la cama, trataba de procesar lo que él le había dicho. No estaba completamente segura de cómo podían enfrentarse a algo que ni siquiera podía entender.
—¿Por qué querrían llevarte de vuelta? —preguntó finalmente.Aiden cruzó los brazos, apoyándose en la pared donde las sombras parecían abrazarlo.
—Porque yo rompí las reglas. Mi existencia misma ya no encaja en su mundo ni en este. Para ellos, soy un error, un desafío al equilibrio. Y las sombras no toleran errores.Eliana sintió un escalofrío que le recorría la espalda. Había algo en la manera en que Aiden hablaba de las sombras que hacía que parecieran más que simples ausencias de luz.
—¿Qué pasa si te atrapan?Aiden bajó la mirada, su expresión endureciéndose.
—No lo sé. Tal vez me destruyan, o tal vez me condenen a una existencia eterna atrapada en la penumbra, sin poder regresar a ti.Eliana apretó los puños.
—Eso no va a pasar... No voy a dejar que te hagan daño.Aiden la miró, y por un momento su rostro se suavizó.
—Eres valiente, Eliana, pero esto no es algo que puedas detener con palabras o fuerzas. Las sombras son... implacables.Antes de que pudiera responder, un extraño murmullo llenó el aire. Era un sonido bajo y casi imperceptible, como un susurro colectivo que provenía de todos los rincones de la habitación. Aiden se tensó al instante, su cuerpo parecía fusionarse con la oscuridad mientras miraba hacía la ventana.
—Ya están aquí —dijo con voz firme, pero apenas audible.
Eliana giró la cabeza hacia la ventana, pero no vio nada más allá de la bruma de la noche. Sin embargo, el susurro se intensificó, llenando sus oídos y haciéndola estremecer.
—¿Qué es ese sonido? —preguntó, llevándose las manos a los oídos.—Son ellas... las sombras cazadoras. —Aiden avanzó hacia la ventana, su figura proyectándose como un borrón oscuro contra la luz tenue de la lámpara-. No las mires directamente.
—¿Por qué? —preguntó, su voz temblando.
—Porque te verán. —Aiden volteó hacia ella, su expresión grave—. Y si te ven, también irán por ti.
Eliana tragó saliva, su corazón martilleando en el pecho. Se giró hacia la pared, haciendo caso a su advertencia, pero sentía la presencia de algo más allá del cristal. Algo que parecía presionarla, como si intentara atravesar el vidrio para alcanzarla.
—¿Qué hacemos? —preguntó, tratando de mantener la calma.
Aiden extendió una mano hacia ella, sus dedos apenas rozando los suyos.
—Apaga la luz.Eliana lo miró confundida.
—¿Qué? Pero dijiste que no puedes estar mucho tiempo en la luz.—Precisamente. Si apagamos la luz, yo seré más fuerte. Y con eso... tal vez pueda protegerte.
Aunque dudaba, Eliana asintió y extendió la mano hacia el interruptor de la lámpara. En el instante en que la luz se apagó, la habitación quedó sumida en la más absoluta oscuridad. El susurro se transformó en un rugido bajo, como si las sombras que los acechaban se hubieran percatado de su decisión.
En medio de la negrura, Eliana sintió que algo la envolvía. Era cálido, como un abrazo, y sabía que era Aiden.
—No te muevas —susurró cerca de su oído—. Pase lo que pase, no te alejes de mí.El rugido continuó, y de pronto, un frío intenso llenó la habitación. Eliana podía sentirlo, como si las sombras cazadoras estuvieran entrando poco a poco, deslizándose por las grietas de la ventana y bajo la puerta.
De repente, la voz de Aiden rompió el silencio. Era más fuerte, más autoritaria de lo que Eliana había escuchado antes.
—¡No pueden tenerla! Ella no es parte de esto.El rugido se detuvo por un breve instante, seguido de un susurro que parecía venir de todas partes al mismo tiempo.
—Aiden... traidor... Ven con nosotras o la luz la destruirá.Eliana sintió cómo el aire se tensaba. Las sombras no solo querían a Aiden... También estaban dispuestas a llevarse a Eliana.
—No tienen poder sobre ella —respondió Aiden, su voz como una daga en la oscuridad—. Mientras esté conmigo, no podrán tocarla.
El susurro se intensificó, ahora lleno de furia. De pronto, Eliana sintió algo helado rozarle la piel, como si una mano invisible intentara alcanzarla. Gritó, pero en ese instante Aiden la envolvió completamente, su calor alejando aquella presencia gélida.
—¡No temas! —le dijo, su voz resonando como un escudo—. Yo estoy aquí.
Eliana cerró los ojos con fuerza, aferrándose a esa promesa. Sentía cómo Aiden luchaba contra aquellas sombras invisibles, pero la batalla no era física; era algo más profundo, algo que ella no podía comprender del todo.
Después de lo que parecieron horas, el rugido disminuyó hasta convertirse en un susurro lejano. El frío empezó a disiparse, y la habitación recuperó su calma. Aiden se apartó lentamente, su figura aún cubierta de oscuridad.
—¿Se han ido? —preguntó Eliana, con la voz temblorosa.
—Por ahora —respondió él, pero su tono no era de alivio—. Volverán, y serán más fuertes.
Eliana se estremeció, pero levantó la mirada hacia él, con los ojos llenos de determinación.
—Entonces tenemos que prepararnos.Aiden la miró, sorprendido por su valentía, y una leve sonrisa cruzó su rostro.
—No sé si es posible enfrentarlas del todo, pero prometo que no dejaré que te hagan daño.Eliana asintió. Sabía que las sombras cazadoras eran solo el comienzo, y que su vínculo con Aiden los ponía en peligro a ambos. Pero también sabía que no podía retroceder. Por primera vez en su vida, sentía que su destino estaba ligado a algo mucho más grande que ella.
Y no pensaba renunciar a él.
(...)
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El Sr. de la oscuridad & yo
AdventureUna extraña sombra me sigue a todos lados desde que tengo memoria, cuándo se materializó frente a mi, me reveló algo que cambió mi vida por completo.