Capítulo 12: Aliados entre las sombras

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El grupo de Aiden, Eliana y sus compañeros estaba reunido en el centro de un antiguo santuario, oculto en lo más profundo del reino de las sombras. Las paredes brillaban con una tenue luz plateada, como si las estrellas mismas estuvieran incrustadas en la piedra. Este lugar, según Ronan, era conocido como El Altar del Equilibrio, un sitio sagrado donde las sombras y la luz se habían reunido en armonía en el pasado.

Mientras trataban de planear su siguiente movimiento, una voz grave y tranquila resonó en la sala, haciendo que todos se giraran rápidamente.

—Parece que el heredero y su valiente grupo han decidido desafiar lo imposible.

De entre las sombras emergió una figura alta y encapuchada, con ojos que destellaban como pequeños faros en la oscuridad. Su presencia irradiaba autoridad y calma, y aunque su rostro permanecía oculto, su voz era inconfundible.

—¿Quién eres? —preguntó Eliana, poniéndose instintivamente en guardia.

El hombre levantó ambas manos en señal de paz. —Soy Kaelion, un observador de este reino desde tiempos inmemoriales, no estoy aquí para dañarles. De hecho, puedo ayudarles.

—¿Por qué deberíamos confiar en ti? —gruñó Ronan, colocando una mano sobre el pomo de su espada.

Kaelion sonrió, apenas visible bajo su capucha. —Porque conozco los planes de Malrick. Y si quieren sobrevivir a lo que viene, necesitarán algo más que fuerza y coraje. Necesitarán conocimiento.

Kaelion se acercó al altar y tocó una de las piedras brillantes. Una imagen se formó en el aire, mostrando el Nexo Sombrío y a Malrick junto a sus generales.

—Este es el centro de todo —explicó Kaelion, señalando el cristal púrpura—. El Nexo Sombrío amplifica el poder de Malrick y su control sobre las sombras más poderosas. Si lo destruyen, no solo debilitarán a Malrick, sino que liberarán a las sombras oprimidas por él.

—¿Cómo sabes todo esto? —preguntó Aiden, desconfiado pero intrigado.

—Porque fui uno de los arquitectos del Nexo —reveló Kaelion, dejando al grupo en silencio—. Lo diseñé hace siglos, cuando todavía creía en el liderazgo de Malrick. Pero ahora veo que su ambición solo traerá destrucción.

Antes de que alguien pudiera responder, un rugido estruendoso sacudió el santuario. Una figura emergió de la entrada, con una lanza luminosa en la mano y una armadura que parecía brillar con una mezcla de sombras y luz.

—¿Quién osa perturbar el Altar del Equilibrio? —demandó una mujer de cabello plateado que caía como una cascada. Su presencia era imponente, pero su mirada estaba llena de determinación.

Kaelion se giró hacia ella con calma. —Tranquila, Yelindra. Estos son aliados, no enemigos.

—¿Aliados? —repitió ella, examinando al grupo con ojos críticos—. No parecen más que un grupo de fugitivos desesperados.

—Eso puede ser cierto —dijo Eliana con firmeza—. pero estamos aquí porque queremos acabar con Malrick y proteger a este reino.

Yelindra se acercó, su lanza brillando con una energía intimidante. —Si realmente desean enfrentarse a Malrick, necesitarán más que palabras. Y necesitarán alguien que pueda detener a Nyxara. Yo puedo hacer eso.

Un estruendo hizo temblar las paredes, y de un pasaje lateral apareció una criatura masiva, casi tan alta como el Devora-Luces. Era un ser de musculatura descomunal, con una piel grisácea y cicatrices que contaban historias de incontables batallas. Sus ojos eran profundos y serenos, y llevaba un enorme martillo sobre su espalda.

—Y si necesitan fuerza bruta para enfrentarse a Drazhan, aquí estoy yo —gruñó la criatura con una voz que resonaba como un trueno.

—¿Vorthan? —preguntó Kaelion, sorprendido.

El gigante asintió. —Escuché que el heredero había regresado. Pensé que sería un buen momento para intervenir.

Aiden cruzó los brazos, mirándolos a los tres. —No me malinterpreten, agradecemos su ayuda, pero ustedes no parecen ser del tipo que se une a una causa sin algo a cambio. ¿Qué es lo que quieren?

Kaelion suspiró.
—Astuto, joven heredero. Mi precio es simple: cuando esto termine, quiero que destruyas el Nexo Sombrío y liberes a todas las sombras, incluyéndome. Estoy cansado de vivir bajo el yugo de Malrick y de mi propia creación.

—Acepto —dijo Aiden sin dudar.

Yelindra fue la siguiente en hablar.
—Mi precio es más personal. Quiero que me devuelvas la reliquia que guarda tu familia, el Anillo de Eclipse. Fue tomado de mi pueblo hace generaciones, y deseo devolverlo a mi gente.

Aiden vaciló un momento, pero asintió.
—Si sobrevivimos a esto, el anillo será tuyo.

Todos se giraron hacia Vorthan, que se encogió de hombros.
—No quiero nada. Solo quiero ver caer a Drazhan. Tenemos asuntos pendientes.

El grupo intercambió miradas, y Aiden finalmente extendió la mano hacia Kaelion.

—Entonces es un trato.

Kaelion sonrió y la estrechó.
—Muy bien. Ahora, hay mucho que planear.

El poder del vínculo
Mientras Kaelion comenzaba a explicar los planes de Malrick en detalle, Eliana notó que su vínculo con Aiden se fortalecía. Cuando sus manos se rozaron al mover uno de los mapas, una chispa plateada saltó entre ellos, como una corriente eléctrica.

—¿Lo sentiste? —preguntó Aiden en voz baja.

—Sí —respondió Eliana, confundida pero emocionada—. Creo que nuestro vínculo está cambiando.

Kaelion, que había escuchado, intervino. -El vínculo entre ustedes es especial, más fuerte que cualquier lazo de sombra que haya visto. Si aprenden a dominarlo, podrían canalizar esa energía para enfrentarse directamente al Nexo o incluso a Malrick mismo.

—¿Cómo lo hacemos? —preguntó Aiden, intrigado.

—La clave está en sincronizar sus emociones y pensamientos —respondió Kaelion—. Cuando sus corazones y mentes estén completamente alineados, el poder que comparten se manifestará en su máxima expresión.

Eliana miró a Aiden, su confianza creciendo.
—Entonces lo haremos. Juntos.

Con sus nuevos aliados y un plan más claro, el grupo se preparó para enfrentarse a los desafíos que les esperaban. Kaelion los guiaría a través de los pasajes secretos para evitar emboscadas, mientras Yelindra y Vorthan se unían al equipo, listos para enfrentarse a los generales de Malrick.

La batalla final se acercaba, y aunque el camino era peligroso, ahora tenían una oportunidad real de triunfar. Pero, como siempre, el reino de las sombras no dejaba que la luz brillara por mucho tiempo sin luchar.

(...)

El Sr. de la oscuridad & yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora