Capítulo 20: El final de las cadenas de oscuridad(parte 2)

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El cuerpo de Malrick, debilitado y desprovisto de la energía oscura que lo había sostenido durante siglos, yacía inmóvil en el centro del cráter donde una vez estuvo el Nexo. Aunque ya no representaba una amenaza inmediata, su mera presencia generaba incertidumbre y desconfianza entre los presentes.

Kaelion, apoyándose en su bastón con evidente cansancio, fue el primero en acercarse al cuerpo del antiguo tirano. El sabio cerró los ojos y murmuró palabras arcanas, escaneando los restos de energía que aún lo envolvían.

—No está completamente muerto —dijo con gravedad—. Malrick sigue vivo, pero su poder está roto, fragmentado. Sin embargo, si dejamos que se recupere, podría volver a ser una amenaza.

Vorthan apretó el mango de su hacha, su mirada fija en el enemigo caído.
—Deberíamos terminarlo ahora, no podemos arriesgarnos a que algo o alguien lo reviva.

—No tan rápido —interrumpió Ágata, colocando una mano en el brazo de Vorthan. Su voz estaba cargada de razón, aunque su expresión mostraba dudas—. Si lo eliminamos, nunca entenderemos completamente los secretos detrás de su poder... Podría haber información crucial para evitar que algo así vuelva a suceder.

Mientras los líderes discutían sobre qué hacer con Malrick, otros miembros del equipo supervisaban a los sobrevivientes del bando enemigo. Nyxara, atada con cadenas de oscuridad conjuradas por Ágata, observaba al grupo con una mezcla de furia y resignación.

—¿Qué esperan que haga? —escupió Nyxara—. Malrick tenía bajo control a las sombras que se oponían a la ley, ustedes tendrán que lidiar con eso.

—Las sombras ya no nos preocupan respondió Yelindra, apuntándola con su lanza. Pero tu lealtad a Malrick sí. Has asesinado a muchos de los nuestros. Tu castigo será decidido por los Ancestros.

Drazhan, malherido y derrotado, se sentó con dificultad entre los escombros, observando a Vorthan desde la distancia. Su rivalidad había llegado a su fin, y por primera vez en años, sus ojos reflejaron un atisbo de respeto.

—Nunca pensé que me vencerías, Vorthan —admitió con una risa amarga—. Supongo que siempre tuviste más corazón del que quise aceptar.

Vorthan lo miró con frialdad, pero no respondió. Simplemente giró sobre sus talones, dejando que fueran los demás quienes decidieran el destino del gigante caído.

Por último, Eryon, el estratega de Malrick, permanecía en silencio. Su rostro estaba imperturbable, aunque las cadenas que lo inmovilizaban relucían con energía oscura. Ágata lo observaba detenidamente.

—Tu inteligencia pudo haber ayudado a tantas vidas, pero elegiste el camino de la destrucción —le dijo, con una mezcla de tristeza y enojo—. Sin embargo, tus habilidades aún podrían redimirte... si eliges el bando correcto esta vez.

Eryon levantó la mirada, pero no respondió. Parecía considerar las palabras de Ágata, aunque el peso de su lealtad pasada aún lo mantenía en conflicto.

Finalmente, Kaelion sugirió que tanto Malrick como sus principales aliados fueran llevados al altar de los Ancestros, no solo para sellar a Malrick, sino para someter a los demás a juicio.

Una vez en el altar, Kaelion comenzó el juicio antiguo, invocando a los espíritus de los Ancestros para determinar el destino de los prisioneros. Una luz cegadora llenó la sala mientras las voces de los Ancestros resonaban en un idioma antiguo.

—Nyxara, hija de las sombras, tu ambición y traición han causado incontables muertes. Tu condena será vagar por las Tierras Vacías, donde no podrás dañar a ningún ser viviente.

Nyxara intentó resistirse, pero las cadenas la arrastraron hacia un portal oscuro que se abrió ante ella. Con un último grito de frustración, fue absorbida, desapareciendo en las profundidades de su condena.

El Sr. de la oscuridad & yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora