Capítulo 5: El Devora-Luces

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El eco de aquella risa resonaba como un golpe en el vacío. Era un sonido profundo y siniestro, cargado de una maldad tan antigua que hacía que incluso las sombras que los rodeaban retrocedieran. Aiden agarró a Eliana del brazo, su expresión más tensa que nunca.

—Tenemos que movernos —dijo, su voz casi en un murmullo.

Eliana, que aún sentía el extraño poder nuevo que fluía dentro de ella, asintió sin cuestionarlo. Sabía que Aiden entendía ese mundo mejor que ella, y en ese momento, no había espacio para dudas.

Corrieron a través del oscuro paisaje, los pies de Eliana apenas tocando el suelo mientras las sombras parecían abrirse a su paso. Cada tanto, sentía algo detrás de ellos, una presencia imponente y pesada, como si la misma oscuridad los estuviera persiguiendo.

—¿Qué es esa cosa? —preguntó, mirando sobre su hombro aunque no podía ver nada concreto.

—No es una cosa, es un Devora-Luces —respondió Aiden, con la mandíbula apretada—. Un ser que las sombras enviaron para detenernos. Es más antiguo que cualquier sombra cazadora... Más fuerte.

Eliana sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—¿Cómo lo detenemos?

—No podemos, solo podemos escapar.

Eliana quiso protestar, pero algo en el tono de Aiden le hizo entender que no había otra opción. Las sombras alrededor de ellos parecían vibrar con la presencia del Devora-Luces, como si incluso ellas temieran a esa criatura.

Mientras corrían, Eliana empezó a notar que el paisaje cambiaba. El terreno oscuro y plano dio paso a una especie de bosque de árboles retorcidos y sin hojas, cuyas ramas parecían extenderse hacia ellos como dedos ansiosos. Aiden se detuvo de repente, y Eliana chocó contra él.

—¿Por qué paramos? —preguntó, mirando a su alrededor con el corazón latiendo con fuerza.

—Estamos cerca —dijo Aiden, sus ojos fijos en algo que estaba más adelante.

Eliana siguió su mirada y vio una figura alta y delgada de pie entre los árboles. Al principio, pensó que era otra amenaza, pero cuando la figura se acercó, pudo distinguir un rostro humano, aunque parcialmente cubierto por una máscara de sombras.

—¿Aiden? —dijo la figura, su voz suave pero cargada de sorpresa.

Aiden dio un paso adelante, relajando los hombros ligeramente.
—Ronan... no esperaba verte aquí.

Eliana observó al extraño, sintiendo una mezcla de alivio y desconfianza. Ronan era imponente, con una presencia que rivalizaba con la de Aiden. Su cabello oscuro caía en mechones desordenados, y sus ojos brillaban como brasas bajo la sombra de su máscara.

—¿Y tú qué haces aquí, viejo amigo? —preguntó Ronan, cruzándose de brazos—. Hace mucho tiempo que dejaste este mundo atrás.

—No por elección —respondió Aiden, su tono algo defensivo—. Ahora estamos huyendo.

Ronan alzó una ceja, su mirada pasó a Eliana.
—¿Y quién es ella? No me digas que trajiste a una humana al núcleo.

Eliana enderezó la espalda, sintiéndose un poco ofendida.
—No soy exactamente humana ahora.

Ronan pareció sorprendido, pero luego dejó escapar una risa baja.
—Interesante. ¿Una conversión? ¿Por qué harías algo tan estúpido, Aiden?

—No fue estúpido —replicó Aiden, dando un paso hacia él—. Fué necesario.

Ronan lo miró en silencio por un momento antes de suspirar.
—Siempre has sido impulsivo. —Luego se volvió hacia Eliana—. ¿Sabes en qué te has metido, chica?

—Sé lo suficiente —respondió Eliana, cruzando los brazos—. Y no voy a retroceder.

Ronan sonrió ligeramente, como si su respuesta lo hubiera impresionado.
—Tienes agallas... Eso es bueno, las necesitarás.

Antes de que pudieran decir algo más, un rugido profundo sacudió el aire, haciendo que el suelo bajo sus pies temblara. Eliana sintió que el frío regresaba, envolviéndola como un manto pesado.

—No hay tiempo para charlas —dijo Aiden, su voz firme—. El Devora-Luces está cerca.

Ronan frunció el ceño.
—¿El Devora-Luces? ¿Eso está detrás de ustedes?

Aiden asintió.
—No podemos enfrentarlo solos.

Ronan lo miró en silencio durante un largo momento antes de asentir.
—Muy bien, los ayudaré. Pero necesitaré algo a cambio.

—¿Qué? —preguntó Aiden, su expresión endureciéndose.

—Cuando todo esto termine, quiero que regreses al núcleo. Ya no puedes seguir huyendo de lo que eres, Aiden.

Aiden apretó los dientes, pero finalmente asintió.
—De acuerdo.

Ronan sonrió ligeramente.
—Entonces será mejor que nos movamos. Conozco un lugar donde podremos escondernos.

Sin esperar respuesta, comenzó a caminar, sus movimientos fluidos y seguros, como si el bosque oscuro fuera su hogar. Aiden tomó la mano de Eliana y siguieron a Ronan, sus ojos constantemente revisando las sombras que los rodeaban.

(...)

El Sr. de la oscuridad & yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora