El reloj sobre la mesa parecía una sombra inofensiva, pero para Max cada segundo que pasaba le recordaba lo que no podía tener. El sonido de su tictac resonaba en su mente, amplificado por la quietud de la habitación. La ciudad brillaba afuera, pero él se sentía perdido en la oscuridad. No era la soledad física la que lo consumía, sino el peso de sus propios pensamientos, de sus propios deseos que no podían ser alcanzados.
Los pensamientos de Max cada vez se volvían mas traicioneros haciendo que las palabras de checo cada vez suenen mas en su cabeza atormentándolo mas y mas hasta llegar a un punto donde sentía que su cabeza iba a explotar
Mientras tanto de regreso en la casa de checo....
"Lo sé," pensó Checo, mirando la copa de vino que había servido pero que aún no había tocado. "Él nunca me dejará ir. Y mientras siga así, voy a seguir haciéndolo sufrir. Eso es lo que realmente quiero, lo seguiré manipulando, hasta que no quede nada de él "
Lo pensó con una sonrisa cínica. Max lo amaba. Checo lo sabía. Y eso le daba todo el control. "Si él piensa que lo quiero... si cree que este juego es real, entonces estoy ganando."
Pero no era solo el poder lo que lo mantenía en esa posición. Era el miedo. El miedo a entregarse por completo, el miedo a ser vulnerable. "Si bajo la guardia," se dijo, "si me dejo llevar... tal vez él me deje. Tal vez me quede solo."
Sabía que estaba destruyendo algo que podría ser real, pero no le importaba. Al menos no ahora. Lo único que quería era mantener el control. Mantener a Max donde él pudiera verlo, donde Max nunca pudiera escapar.
El teléfono vibró en la mesa, interrumpiendo sus pensamientos. Checo lo miró sin prisa. Sabía quién era. Max. Lo había sentido en el aire antes de que el mensaje llegara. Lo leyó con calma, como si fuera solo otra distracción más en su noche.
"¿Sigues aquí? Aún tengo cosas que hacer..."
Las palabras eran frías, distantes, exactamente lo que Checo quería escuchar. Sabía que Max seguiría buscando respuestas, que seguiría esperando que algo cambiara. Y mientras eso sucediera, Checo seguiría jugando con él. Como un muñeco en sus manos.
En el otro lado de la ciudad, Max sostenía el teléfono con manos temblorosas. El mensaje de Checo era lo que temía. Esa indiferencia, ese rechazo que siempre lo hacía sentir menos. Cada palabra se clavaba en su pecho, pero aún así, no podía apartarse. No podía dejar de amarlo.
Escribió con desesperación:
"¿Por qué me haces esto?"
Su mensaje era una mezcla de dolor y vulnerabilidad. No podía entender por qué Checo lo trataba de esa manera, por qué jugaba con sus sentimientos. Y, sin embargo, allí estaba, esperando que algo cambiara, esperando que Checo finalmente lo aceptara.
Checo, por su parte, observó el mensaje sin prisa. No era una sorpresa. Sabía lo que Max sentía, lo veía en cada mirada, en cada palabra. Pero lo que Max no entendía, lo que no podía ver, era que Checo no tenía intención de cambiar. "Porque sé que siempre regresarás," escribió, dejando escapar una sonrisa fría. "Y eso me da todo el control."
Lo envió con una rapidez casi mecánica, como si estuviera enviando un mensaje de rutina. Sabía que Max lo leería con desesperación, con ese impulso de querer cambiar las cosas, de querer salvar lo que ya estaba destruido. Pero Checo también sabía algo más: que no importaba lo que hiciera, Max nunca se alejaría. Siempre volvería. Y mientras eso ocurriera, Checo tendría el poder.
Max recibió el mensaje y, por un momento, se quedó inmóvil. "¿Siempre regresaré?" pensó, tragando el nudo que se formó en su garganta. Pero ya no podía dar un paso atrás. No podía dejar ir lo que sentía por él, no podía dejar que Checo lo arrastrara más y más en este juego doloroso.
Se levantó del sofá con los puños apretados, la rabia mezclada con la desesperación. Sabía que estaba siendo manipulado, que Checo lo estaba jugando como a una pieza de ajedrez, pero no podía apartarse. "Voy a seguir luchando," pensó, sin poder evitarlo. "Porque lo amo. Y eso nunca va a cambiar."
En su mente, Max pensó: Si tengo que perderme completamente en esto para que Checo me vea, lo haré. No me importa. Lo que siento por él es más grande que todo lo que me está haciendo sufrir.
Mientras tanto, Checo descansaba en el sofá, sin preocuparse por nada más que por su propio control. "Lo tengo justo donde quiero," pensó con una sonrisa en los labios, mientras el teléfono vibraba nuevamente. "Y no voy a dejarlo ir.".
gente ya se me acabaron la forma de promocionar este fanfic en tiktok, ayuda
esto de poner musica para mi es nuevo, okey?
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Las Sombras de Red Bull
Romance**"Sombras de Red Bull"** sigue a Max Verstappen y Sergio "Checo" Pérez, dos pilotos de élite en el equipo Red Bull Racing, que parecen ser grandes amigos fuera de la pista. Sin embargo, debajo de esa fachada de camaradería, hay una tensión palpable...