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Parte 1

Lian había notado que Yeji estaba triste. Mientras le cantaban la canción de Feliz Cumpleaños y mamá le aplaudía con una sonrisa suave en la cara, los ojos de Yeji iban de un lado hacia otro, como buscando a otra persona entre todas las que había allí.

Lian sabía a quién buscaba. Era evidente para él, para sus hermanos y para su madre. Por dios, puede que hasta fuera evidente para la familia Liu.

Sin embargo, Lian no quería dar su brazo a torcer. Él tenía una postura clara y no importaba cuán desolada se viera Yeji en ese momento, Lian no cedería. Yeji lo iba a apreciar más adelante, cuando papá... Cuando Zee volviera a romperle el corazón a mamá, a desilusionarlos, porque era lo único que sabía hacer. Todo lo que ese hombre tocaba, lo destruía.

—... ¡cumpleaños feliz! —terminaron de corear todos, aplaudiendo cuando Yeji se inclinó a soplar las velitas.

—¿De qué es el pastel? —preguntó Thomas, viendo el dulce con clara expresión de deseo.

—De chocolate y mermelada —dijo Nunew, agarrando el cuchillo para poder partirlo—. El favorito de mi princesa —añadió, inclinándose a besarle la frente.

—¿Podemos abrir los regalos? —preguntó Nat con entusiasmo.

—Son los regalos de Yeji —señaló Kuea, sacándole la lengua.

Lian los contempló en silencio. Desde que habían vuelto, el ambiente entre ellos se había tornado más... extraño. No en un mal sentido de la palabra, y quizás era eso lo que tanto le molestaba. Que ellos estuvieran bien, cuando se suponía que no debía ser así. Papá fue un monstruo con todos ellos, se encargó de arruinarlos y hacerlos miserables, y de pronto, él estaba de regreso y a ninguno parecía importarle. Lian odiaba eso.

—Cariño, cambia la cara —dijo Nunew cuando le sirvió un trozo de pastel—. Pareciera que estás estreñido.

—¿Estreñido? ¿Qué clase de comparación es esa? —farfulló. Una expresión melancólica pintó el rostro de Nunew.

—Es la misma cara que yo ponía a veces cuando algo no me gustaba y tu abuela me lo decía —contestó.

Al alfa menor no le gustaba pensar en su abuela. En la mamá de mamá.

Nunca fue cercano a ella y mamá siempre parecía incómodo a su lado. Su abuela era... era una omega resignada y fiel a la vida que le había tocado, y Lian recordaba las muchas veces que mamá y ella discutían en voz baja. Papá... Zee siempre intervenía antes de que las cosas escalaran a los gritos.

—Alégrate por Yeji —insistió Nunew para cambiar de tema—, dos años no se cumplen toda la vida.

—Se cumplen sólo una vez en la vida, mamá —señaló Kuea, estirando su tenedor para quitarle un trozo de pastel a Lian, pero el alfa se movió más rápido—. ¡Oye!

—¡No toques mi pastel, idiota! —gritó Lian, gruñendo como un alfa posesivo y tonto.

Kuea rodó los ojos, pero al final le pidió otro trozo a mamá. Lian comenzó a comer del suyo, sin embargo, no pudo evitar pensar en lo raro que era celebrarle el cumpleaños a Yeji de esa forma. Era el primero que tenía así, pues el anterior fue muy sobrio y apagado. Si bien mamá ya

estaba trabajando para los Liu, esos primeros meses fueron muy inestables para ellos en general.

Ahora, mientras los Liu le entregaban su regalo a la niña, Lian tuvo que admitir que no estaba demasiado mal. Su hermanita pareció animarse un poco cuando empezó a romper el papel regalo, lo que era un alivio para él, pues lo que menos quería era seguir viéndola triste por no ver a Zee con ellos.

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