༄ᗷᖇꄲᖶᕼꏂᖇꇙ ꒒ꄲᐺꏂ༄

˚̩̥̩̥✩Reunión˚̩̥̩̥✩

Giyuu no volvió.

[...]

—No podemos quedarnos más tiempo aquí esperando — dijo Sanemi viendo por la ventana.

— Lleva mucho tiempo  ahí afuera junto con Aiko.. ¿Estarán bien?

— Aiko es muy fuerte y sabe cuidarse. Giyuu es inteligente y muy analítico. Creo que ambos están bien, pero aun así debemos salir a buscarlos. No es bueno que estemos separados —dijo, con un tono firme que dejaba claro que su preocupación era genuina. Y tenía razón; permanecer juntos aumentaba considerablemente las probabilidades de supervivencia de todos.

—  Estás diciendo que... — miro hacía la puerta.

— Sí. Hay que salir de aquí. — dijo Sanemi en un tono decidido.

Yuichiro asintió con decisión, aunque no pudo evitar que sus dudas lo invadieran. Ese demonio estaba rondando por los pasillos, y la probabilidad de que fuera tras ellos era, sin duda, del 100%.

Ambos se tomaron de las manos casi por instinto, pero al instante se sonrojaron por el gesto y desviaron la mirada, apurados por seguir avanzando. Con ellos llevaban las provisiones que habían guardado en su mochila.

Primero decidieron tomar la ruta que Aiko había seguido, creyendo que si lograban rastrear correctamente sus pasos, tal vez podrían encontrarlo antes. Sin embargo, había un gran problema que complicaba todo:

Los demonios.

— Nemi — dijo Yuichiro en un susurro audible para Sanemi deteniéndole jalándole del brazo.

— ¿A qué vino eso? — habló con su tono normal, pero Yuichiro le tapo la boca.

—  Shh.

Un sonido de cuya criatura hizo caer  en cuenta a Sanemi  del peligro. Un demonio iba arrastrándose tratando de olfatear su olor.

— ¿Y ahora qué? — susurró.

— Ni modo que nos lo besemos — dijo Yuichiro con sarcasmo, arqueando una ceja mientras miraba al albino.

— Sí, sí, pero no va a tardar en encontrarnos, y tenemos que pasar por ahí — respondió Sanemi en voz baja, tratando de pensar con rapidez.

— ¿Y si lo matamos? — propuso Yuichiro mientras se asomaba cautelosamente, evaluando al demonio que parecía perdido en su propia torpeza. — Parece muy tonto.

Sanemi lo miró, entre incrédulo y serio, pero terminó por susurrar:

— Espero que tengas un buen plan... porque si fallamos, estaremos muertos.

Yuichiro sonrió levemente, con un brillo de determinación en los ojos, y susurró de vuelta:

— Siempre tengo un plan.

Sanemi asintió, convencido de que Yuichiro realmente tenía un plan.

— Solo debes llamar su atención. Yo lo golpearé con esto apenas se acerque — dijo Yuichiro, levantando una barra de metal que sostenía con firmeza.

— ¡¿De dónde sacaste eso?! — exclamó Sanemi, mirando alrededor con asombro hasta que notó un montón de sillas apiladas cerca. Una de ellas tenía la pata rota.

— Eso no es importante. Empieza a hacer ruido — respondió Yuichiro con impaciencia, empujándolo hacia el centro del pasillo.

— Más te vale que no termine muerto... — murmuró Sanemi con un deje de fastidio, antes de empezar a gritar con todas sus fuerzas— ¡Oye tú! ¡Sí, tú! ¡Por aquí!