✩˚̩̥̩̥ En marcha˚̩̥̩̥✩

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Durante todo el conflicto, Yuta y Tsuki observaban desde lejos, como si estuvieran viendo una película de drama. No tuvieron que intervenir ni una sola vez contra los gemelos, porque ellos mismos se encargaron de destruirse. Era casi divertido para ellos, ver cómo los humanos podían ser tan frágiles y predecibles en sus emociones.

Había pasado una semana desde aquel enfrentamiento, y Yuichiro se encontraba completamente solo. Ninguno de sus amigos quería hablar con él. Incluso Aiko, su fiel compañero, se había alejado. El pelirrojo, que había sido leal a Yuichiro, ya no deseaba tener otro dueño. Después de lo que había ocurrido, su lealtad estaba quebrada. No quería pasar por lo mismo otra vez.

Por otro lado, Giyuu intentaba, con cada oportunidad que tenía, reconciliarse con Muichiro. Pero era como si su hermano hubiera desaparecido por completo. Cada vez que lo buscaba, parecía imposible de encontrar, como si el mundo se lo hubiera tragado. Giyuu no podía dejar de sentirse culpable; no había logrado protegerlo y, para empeorar las cosas, lo había herido con sus palabras la última vez que hablaron. Se sentía impotente, solo deseaba poder enmendar lo que había hecho.

Mientras tanto, Sanemi decidió cambiarse de habitación. Giyuu lo comprendía, y aunque no lo culpaba, no podía evitar sentir que la situación se estaba desmoronando. A pesar de todo lo que había pasado, Sanemi aún se preocupaba por Yuichiro. Verlo tan solo y triste le generaba un conflicto interno. Quería acercarse, pero al mismo tiempo, no podía. Las emociones eran demasiado intensas, y no sabía cómo manejar lo que estaba sintiendo.

Yuichiro, por su parte, estaba devastado. Cada intento de hablar con sus amigos terminaba en fracaso, pues lo evitaban y se alejaban de él. Entendía por qué estaban enojados, pero eso no lo hacía más fácil de aceptar. En lo profundo de su corazón, deseaba una oportunidad para empezar de nuevo, para demostrar que estaba arrepentido y dispuesto a cambiar, pero no sabía si esa oportunidad llegaría.

Todo parecía ir de mal en peor. La situación estaba completamente fuera de control, y lo único que quedaba era un caos emocional en el que todos estaban atrapados. Sin embargo, para Tsuki, esto no era más que una comedia, una broma trágica que no hacía más que alimentar su satisfacción. Estaba emocionado, porque sabía que el verdadero clímax aún estaba por llegar. Todo lo que había sucedido hasta ahora era solo el preludio de lo que vendría.

[...]

El frío era intenso, casi insoportable. Yuichiro se encontraba solo, en medio de la nieve, luchando por mantenerse de pie mientras el viento helado le cortaba la piel y le congelaba hasta los huesos. No tenía más que su propio cuerpo para intentar protegerse del implacable clima. Se abrazaba a sí mismo, intentando con desesperación mitigar el frío que le hacía temblar sin control. Sin embargo, entre el viento y la nieve, algo llamó su atención.

A lo lejos, apenas visible a través de la tormenta, una figura solitaria lo observaba. No podía distinguir quién era. La nieve caía con fuerza, creando un velo blanco que hacía que todo se viera borroso y distorsionado. Aun así, Yuichiro sentía una extraña urgencia de acercarse, como si esa figura en la distancia lo atrajera de manera inevitable.

Con pasos pesados y lentos, luchando contra el viento que lo empujaba hacia atrás, comenzó a avanzar. Su cuerpo temblaba de frío, pero algo dentro de él lo impulsaba a seguir. Cada paso era más difícil que el anterior, pero no podía detenerse. La figura seguía ahí, inmóvil, observándolo sin moverse ni un centímetro, incluso cuando Yuichiro cayó de rodillas en la nieve, demasiado agotado para continuar de pie.

A pesar del dolor y del frío que lo consumían, Yuichiro siguió adelante, arrastrándose por la nieve, sin entender del todo por qué lo hacía. Su cuerpo parecía moverse por su cuenta, guiado por una fuerza que no lograba comprender. Cuando al fin llegó a los pies de la figura, levantó la vista y lo vio claramente por primera vez.

༄ᗷᖇꄲᖶᕼꏂᖇꇙ ꒒ꄲᐺꏂ༄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora