El día comenzó con una rutina aparentemente normal. Isabel y Carl apenas cruzaron palabras durante el desayuno, manteniendo la compostura frente al grupo, pero la tensión entre ellos era evidente. Sus miradas se encontraban de vez en cuando, y ambos apartaban la vista rápidamente, como si no quisieran ser descubiertos. Sin embargo, su determinación de mantenerse distantes no duró mucho.
La primera vez que ocurrió fue en el almacén de suministros. Isabel estaba organizando un par de cajas cuando Carl apareció para "buscar algo". La tensión era insoportable, y apenas un par de palabras fueron necesarias antes de que ambos se acercaran y sus labios se encontraran de nuevo.
—Solo... para aclarar los recuerdos —murmuró Carl cuando se separaron, sus mejillas encendidas.
—Exacto. Eso es todo —respondió Isabel, aunque ambos sabían que era una excusa débil.
Pero aquello no fue suficiente. La segunda vez fue en la azotea, cuando Isabel subió a buscar algo de aire. Carl, con la excusa de vigilar el perímetro, la encontró allí. Un comentario casual sobre el clima llevó a otra mirada, y esa mirada a otro beso apasionado.
—Esto no significa nada, ¿verdad? —preguntó Isabel mientras se separaban, su voz apenas un susurro.
—Por supuesto que no. Es solo... resolver dudas.
—Claro. Resolver dudas —respondió ella, aunque sus labios ya estaban volviendo a encontrarse con los de Carl.
Durante el almuerzo, ambos intentaron actuar como si nada, pero las miradas furtivas entre ellos no pasaron desapercibidas para algunos. Astrid levantó una ceja mientras los observaba con sospecha, aunque no dijo nada... aún.
La tercera vez fue en el cobertizo detrás de la casa principal. Isabel se había escapado un momento para despejarse, pero Carl la había seguido. Apenas cruzaron unas palabras antes de que todo se descontrolara de nuevo.
—Esto tiene que parar —dijo Isabel, aunque su voz no tenía convicción alguna mientras Carl la empujaba suavemente contra la pared.
—Entonces, ¿por qué no lo detienes? —preguntó él, con una sonrisa apenas perceptible antes de besarla de nuevo.
Para cuando cayó la noche, ambos habían perdido la cuenta de las veces que sus "recuerdos" los habían llevado a besarse. Sin embargo, el tema no se discutía. Cada vez que sus labios se separaban, lo justificaban de la misma manera.
—Solo estamos tratando de entender lo que pasó anoche —decían, como si realmente lo creyeran.
Pero ambos sabían que lo que estaba ocurriendo iba más allá de una simple aclaración de recuerdos. Algo había cambiado entre ellos, y mientras intentaban ocultarlo de los demás, ninguno de los dos estaba seguro de cuánto tiempo más podrían mantener la fachada.
...
El día siguiente parecía uno más en la comunidad, con cada quien atendiendo sus deberes, pero para Carl e Isabel, todo se sentía diferente. La tensión que llevaban días intentando ocultar era cada vez más evidente, y cualquier excusa era suficiente para robarse un momento juntos.
La primera vez ocurrió temprano, cerca del campo de entrenamiento. Isabel había ido a observar a los más jóvenes practicar con cuchillos, mientras Carl supervisaba. En un momento, Carl se acercó a ella para hacerle un comentario casual, pero la cercanía entre ambos fue suficiente para que terminaran besándose detrás de un muro de herramientas. Fue un beso rápido, como si quisieran evitar ser vistos, pero ambos quedaron con la respiración entrecortada.
