La tensión en Life había crecido día a día. Isabel estaba decidida, su foco estaba completamente en la lucha contra Negan. Las comunidades aliadas —Alexandria, El Reino, Oceanside y más— estaban listas para unirse a la rebelión, pero la verdadera batalla era más personal para Isabel. No solo luchaban por su supervivencia, sino por la libertad de todos aquellos que vivían bajo el yugo de Negan. Su gente ya había hecho su parte, enviando a su defensa a atacar las fuerzas de Negan, y ahora era el momento de enfrentarse cara a cara con el enemigo.
La preparación de Life había sido minuciosa. Isabel sabía que no podían hacer frente a Negan con la misma estrategia que antes. Necesitaban ser astutos, rápidos y eficaces. Las comunidades aliadas estaban dispuestas a unirse bajo su mando, pero ella también era consciente de la presión que recaía sobre sus hombros.
Pero esa tarde, cuando el sol comenzaba a ponerse y las sombras del atardecer alargaban sus dedos sobre los muros de Life, el sonido familiar y perturbador del silbido de Negan resonó en el aire. La calma que había reinado durante días, mientras se preparaban para la batalla, se desvaneció al instante. Todos en Life sabían qué significaba.
Negan había llegado.
—¡Lucille, prepárate para la fiesta! —la voz burlona de Negan cruzó el aire, y su silbido se intensificó, golpeando los muros de Life con la misma amenaza que había acompañado a su nombre durante tanto tiempo.
Isabel, que estaba reunida con su grupo en un área protegida dentro de Life, sintió cómo la adrenalina comenzaba a correr por sus venas. Todo en ella se tensó, pero no era miedo lo que sentía. Era la determinación de que este era el momento, y no había vuelta atrás.
A su lado estaban Astrid, Margot y Ailin, todas con expresiones serias y listas para la lucha. Las chicas sabían que lo que había comenzado como una simple resistencia había crecido hasta convertirse en una guerra, una guerra que ya no solo se libraba en el campo de batalla, sino también dentro de cada uno de ellos. Ailin, por su parte, también sabía que, aunque los eventos tomaban un rumbo peligroso, no podía abandonar su relación con Steven. Pero su lealtad estaba dividida: la vida de su gente, la lucha por la libertad, y sus propios sentimientos personales.
—Tenemos que estar preparados —dijo Isabel, su voz firme como siempre, aunque en su interior el peso de la situación empezaba a sentirse aún más grande. Sabía que este era un paso decisivo. O ganaban, o todo lo que habían hecho hasta ahora habría sido en vano.
Las puertas de Life estaban cerradas con firmeza, pero en el aire flotaba una sensación de incertidumbre. ¿Cómo había encontrado Negan su camino hasta allí? ¿Qué quería de ellos? ¿Era solo una amenaza, o había algo más detrás de su visita? La pregunta no tardó en responderse.
Desde el otro lado del muro, la risa de Negan resonó de manera sardónica.
—No me hagas hacer todo el trabajo, Isabel —gritó con diversión, su voz casi burlándose de ellos. Negan sabía exactamente quién estaba al mando, y lo sabía porque había escuchado los rumores de una resistencia más organizada que nunca.
Isabel se acercó a la muralla de Life y observó el horizonte, la figura de Negan ya visible a lo lejos. Las luces del campamento comenzaban a encenderse mientras los preparativos tomaban forma. Negan se estaba acercando a su frontera, y sus palabras solo indicaban que la guerra, por fin, estaba aquí.
—Ya basta de juegos —Isabel murmuró. —Es hora de terminar esto.
Margot miró a su alrededor, la tensión palpable en el aire.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó con firmeza, aunque su mirada no dejaba de estar llena de incertidumbre. Habían pasado tantas veces por esto, pero nunca de esta manera. Nunca con todo lo que tenían en juego.
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