¨¨RECUERDOS Y ATENIZ?¨¨

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—El sonido de las olas chocando contra el casco del barco llenaba el aire con su incesante vaivén. Isabel miraba a su hija, Cinthya, acurrucada en sus brazos, sintiendo el calor diminuto de su cuerpo contra el suyo. Sus ojos celestes, tan parecidos a los de su padre, la miraban con una calma inquietante, como si entendiera que su llegada al mundo no había sido fácil.

—El nombre no había sido elegido al azar.

—Mientras acariciaba su cabello oscuro, Isabel se permitió recordar aquel día, mucho tiempo atrás, cuando la idea de tener hijos con Carl era solo un pensamiento lejano, un juego entre ambos en medio del caos.

—Aquella tarde en Alexandria, el sol pintaba el cielo con tonos anaranjados cuando Carl apareció con una lata de pudin en las manos y esa sonrisa traviesa en el rostro. Se sentaron juntos en el techo de una casa, disfrutando del poco tiempo de tranquilidad que tenían. Isabel siempre lo recordaría con claridad, como si su mente se hubiera aferrado a ese momento con la misma fuerza con la que ahora sostenía a su hija.

—Entre bocado y bocado, Carl la miró de reojo, como si estuviera pensando en algo más importante que la comida enlatada.

—"¿Sabes? He estado pensando en algo..."

—Isabel alzó una ceja y sonrió. "Eso es peligroso viniendo de ti."

—Carl rodó los ojos y le dio otro bocado al pudin antes de continuar.

—"Si algún día tuviéramos hijos... ¿cómo los llamaríamos?"

—La pregunta la tomó por sorpresa. Con todo lo que pasaba en el mundo, con los muertos caminando y las constantes luchas por sobrevivir, pensar en hijos parecía absurdo. Pero en ese momento, en ese techo, con el sabor dulce del pudin en sus labios y la mirada intensa de Carl sobre ella, la idea no le pareció tan ridícula.

—"¿Hijos?" repitió ella, fingiendo pensarlo. "No sé, ¿qué nombres te gustan?"

—Carl se quedó en silencio por un momento, como si realmente estuviera decidiendo algo importante. Luego, su rostro se suavizó con una pequeña sonrisa.

—"Si fuera una niña... la llamaría Cinthya."

—Isabel inclinó la cabeza. "¿Cinthya?"

—Carl asintió, su expresión tornándose más seria. "Sí. Es un nombre fuerte... y bonito. Me gusta."

—"Cinthya..." Isabel probó el nombre en su boca, como si pudiera darle vida solo con decirlo. No pudo evitar sonreír. "Está bien. ¿Y su segundo nombre?"

—Carl bajó la mirada por un momento antes de responder. "Lori."

—La sonrisa de Isabel se desvaneció un poco cuando entendió el significado detrás de la elección.

—"Por tu madre," susurró.

—Carl asintió lentamente. "Sí. No quiero que nadie la olvide. Y... si alguna vez tenemos una hija, quiero que lleve su nombre, para recordarme que aún hay cosas buenas en este mundo."

—Isabel lo miró por un largo momento, viendo la forma en la que sus ojos se nublaban con recuerdos. No importaba cuánto tiempo pasara, la muerte de Lori Grimes seguía pesando sobre él.

—Sin decir nada, Isabel se inclinó y le dio un suave beso en la mejilla. "Cinthya Lori," murmuró contra su piel. "Me gusta."

—Carl sonrió, y antes de que Isabel pudiera alejarse demasiado, él deslizó su mano detrás de su cuello y la acercó para besarla. Fue un beso dulce, tierno, con el ligero sabor a vainilla del pudin aún en sus labios. No fue un beso impulsivo o necesitado, sino uno lleno de promesas silenciosas, de sueños que tal vez nunca se cumplirían, pero que, en ese momento, eran reales.

Amor o Odio? 🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora