¨¨PUDÍN¨¨

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—Piero no era idiota. Sabía que Isabel era una mujer impresionante, y no solo por su belleza, sino por su fuerza, su carácter, su forma de moverse y hablar. Había algo en ella que lo tenía atrapado, aunque jamás lo admitiría en voz alta.

—Después de todo, Isabel tenía una historia, una que aún estaba escrita con el nombre de Carl Grimes.

—Pero, ¿qué importaba eso? Carl estaba lejos, en otro continente, mientras él estaba aquí, con ella, ayudándola a cuidar a su hija, haciéndola reír de vez en cuando, siendo parte de su nueva vida.

—Y si algo había aprendido en este mundo, era que la distancia podía hacer que las cosas cambiaran.

—⎯Piero, ¿puedes sostener a Cinthya un momento? ⎯La voz de Isabel lo sacó de sus pensamientos.

—Sin dudarlo, tomó a la bebé en brazos. La pequeña lo miró con esos ojos celestes tan intensos que, por un segundo, Piero sintió que Carl lo estaba viendo fijamente desde ella.

—⎯Vaya, niña, tienes los ojos de tu padre, ¿eh? ⎯murmuró con una sonrisa.

—Cinthya rió y Piero sintió que su corazón se apretaba un poco.

—Isabel sonrió, pero su expresión se tornó pensativa. ⎯Sí... los de Carl.

—Piero sintió un leve escalofrío. ¿Cuánto más seguiría siendo Carl una sombra en la vida de Isabel? ¿Cuánto más hasta que ella se diera cuenta de que él estaba justo ahí, dispuesto a quedarse con ella y con la niña?

—Suspiró y miró a la bebé con ternura.

—⎯Bueno, pequeña, creo que seré tu tío favorito, ¿qué te parece?

—Cinthya balbuceó y movió sus manitas, como si estuviera de acuerdo.

—Piero rió, pero en el fondo, la pregunta que no se atrevía a hacer en voz alta seguía ahí.

—¿Hasta cuándo seguiría viendo a Isabel como un imposible?


—Desde que Cinthya había nacido, la vida en la embarcación se había vuelto un caos adorable.

—La pequeña, con apenas unas semanas de vida, ya tenía un talento natural para causar problemas.

—Una mañana, Justin se despertó sobresaltado porque sintió algo húmedo en su camiseta.

—⎯¡¿Qué demonios...?!

—Cuando abrió los ojos, vio a la pequeña Cinthya babeando felizmente sobre él, después de que Isabel la hubiera dejado un momento en la cama.

—⎯¡Isabel, tu hija me está atacando!

—Isabel se cruzó de brazos y sonrió con burla.

—⎯No seas exagerado, solo te marcó como suyo.

—Justin hizo una mueca.

—⎯Bueno, si ya soy su propiedad, al menos debería pagarme con sonrisas.

—Como si entendiera, la bebé soltó una carcajada, y Justin suspiró derrotado.

—Otro día, Ateniz se horrorizó cuando vio que la pequeña había logrado meter sus diminutas manitas en su cabello y no quería soltarla.

—⎯¡Isabel, haz que suelte mi cabello antes de que me quede calva!

—Isabel intentó ayudar, pero la bebé tenía una fuerza sorprendente para su tamaño.

—⎯Parece que le gusta.

—⎯¡No quiero ser el juguete de tu hija!

—Piero, por supuesto, disfrutaba cada una de estas situaciones.

Amor o Odio? 🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora