Capitulo 11

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La marcha de Hyden fue todo aquello que Mia imaginaba que debía ser una evacuación ante una catástrofe fulminante. Y no precisamente por culpa del cantante, que bajó silenciosamente con una maleta por las escaleras y fue directo al salón donde se dejó caer pesadamente sobre uno de los sillones.

            —Siéntate —le había dicho cuando Mia le lanzó una mirada extrañada—. Esto va para rato.

            Mia lo siguió pero no se apresuró a sentarse.

            —Melanny dijo que tenía prisa.

            Hyden agarró el mando y encendió la televisión; una vez más con su típica expresión de aburrimiento.

            —Siempre la tiene —dijo con un bostezo.

            Tal y como Hyden aseguró, al poco rato, la casa comenzó a llenarse de gente, de todo tipo de gente guiados y supervisados por los incansables gritos de Melanny que taconeaba de arriba abajo sin cesar, a paso ligero y apremiando durante horas a todos los grupos.

            —¿Qué es lo que ocurre? —se atrevió a preguntar Mia tras hora y media soportando todo el jaleo a lo que Hyden había ido aumentando el volumen del televisor gradualmente para dejar de oír los gritos de su tía.

            Hyden se encogió de hombros y cambió por vigésima octava vez el canal sin que éste fuera a sufrir mejor suerte que las veces anteriores.

            —Con Melanny puede ocurrir cualquier cosa. Puede que no encuentre su color de uñas favorito y haya organizado una patrulla de búsqueda —Mia ladeó la cabeza para mirarlo con el ceño fruncido, pero Hyden no desvió los ojos somnolientos de la pantalla—. O puede que se haya encontrado una cana... si, puede que sea eso y haya llamado a todos los trabajadores de su salón de belleza favorito... o una arruga...

            —¿Te estás burlando?

            —¿De ella o de ti?

            Finalmente Hyden desvió la cabeza hacia ella.

            —Da igual —murmuró Mia, apartando la cabeza turbada.

Hyden no parecía estar de muy buen humor. No había tardado mucho después de sentarse en el sofá en ponerse en modo huraño. Siguió cambiando el canal de la televisión sin prestar demasiada atención a lo que emitían en cada cadena y terminó por cerrar los ojos, sin soltar el mando, ni detener el dedo. Mia se cruzó de brazos y se mordió la lengua cuando Hyden pasó igual de impasible el video de su ultimo vídeoclip, antes de pedirle ilusionada y a voces, para hacerse oír entre todo el ruido que comenzaba a producirle un terrible dolor de cabeza, que no lo cambiara.

Cuando Inma entró al salón con una jarra de cristal y un par de vasos en una bandeja metálica, Mia levantó la cabeza animada y agradecida; unas emociones que murieron antes de llegar a florecer completamente cuando vio la expresión taciturna de la mujer antes de soltar bruscamente la bandeja sobre la mesita de cristal sin importarle las gotas que se derramaron sobre la superficie antes de abandonar la habitación sin abrir la boca. Mia suspiró amargada.

—¿Puedes poner más baja la tele?

Mia miró suplicante a Hyden.

—Habla más alto.

Mia puso los ojos en blanco y le arrancó el mando de las manos, obligando a Hyden a girar la cabeza hacia ella. Su expresión no era mejor que la de Inma y Mia suponía que la suya tampoco era muy agradable. Aún así fijó el mando en la pantalla y dio al botón de apagar. Cuando el estridente sonido cesó y sólo quedaron los gritos y el ruido molesto del otro lado de la puerta, Hyden entrecerré los ojos y levantó la mano, lanzando una significativa mirada al mando.

Noche OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora