—¿Qué... —¿Era Hyden de verdad? —. ¿Qué estás haciendo... aquí?
¡Dios! Era Hyden... Era la segunda vez que se encontraba en estado de shock al verlo; sólo que en esta ocasión tenía que ignorar los fuertes y molestos latidos del corazón que resonaban en su cabeza.
—¿A ti qué te parece? —siseó Hyden, echando, lo que le pareció a Mia, un vistazo de arriba abajo y luego con mayor interés a los grupos que se iban acercando al Green Place.
Mia echó también una ojeada a su alrededor, de pronto consciente de la situación en la que se encontraba: con Hyden, y al lado de una discoteca llena de adolescentes que se lanzarían sobre el cantante si se enteraban de quien era y, posiblemente, no dudarían en pasar por encima de ella y su cadáver si eso significaba conseguir llegar hasta él.
Comenzó a sentirse muy nerviosa.
—Eh... ¿Nos vamos a otro lado?
¿Qué importaba que hubiera quedado con Hillary y Keira en menos de cinco minutos y que la despampanante Daisy les esperase con el clon de Eric en algún lugar de la ruidosa discoteca? Era Hyden... Sintió un gusanillo en el estomago y lo aplastó con dureza, pellizcándose una mano. Tenía de sobra con el martilleante latido del corazón como para tener que soportar el pringoso arrastre de un gusano en su aparato digestivo.
—¿Por qué? —continuó Hyden con el mismo tono acerado que había usado desde el principio—. ¿No ibas a poner fin a todo y saltarías a ese abismo del que hablabas? —Se cruzó de brazos y pasó el peso de una pierna a otra—. Bien, adelante, comienza.
Vale. Estaba enfadado. Mia se quedó mirando la figura encapuchada donde debía estar el rostro del cantante y olvidó a las personas que seguían pasando por su lado y que eran ajenas a la persona que tenían tan cerca. Podía imaginar la expresión que Hyden debía tener en ese momento y sonrió disimuladamente. ¡Cómo había echado de menos esos momentos!
—De acuerdo —aceptó diplomáticamente, prefiriendo fingir que no lo había escuchado. Debía recapacitar y ese no era el momento... y mucho menos el lugar para mantener una conversación con Hyden. Debía centrarse en considerar la alternativa de que una avalancha de cuerpos humanos cayera inflexible sobre ella—, ¿sabes lo que ocurriría si alguien de los que pasan por aquí diera un grito... con por ejemplo tu nombre?
Hyden no respondió y tampoco se movió de donde estaba. Mia suponía que tenía la mirada fija en ella y eso la incomodó. En Montana había salido frecuentemente a correr y debía de estar en buena forma como para ser capaz de correr —huir más correctamente—, si todas sus fans —y habría muchas allí donde se encontraban—, salían detrás de él. Aunque Mia también pensó en la peligrosa alternativa de que Hyden no estaba teniendo en cuenta lo que era capaz de hacer una fan cuando tenía a su ídolo delante. Miró por encima del hombro del cantante, segura de que en cualquier momento vería a Hillary o Keira aparecer desde la otra calle, pero antes de que le planteara la situación en la que se encontrarían dentro de unos minutos cuando sus amigas o Daisy apareciera, Hyden resopló antes de hablar:
—¿Y a dónde sugieres que vayamos? —Su voz era gélida—. ¿Crees que puedo meterme como cualquiera a un bar a tomar algo?
Mia respiró despacio. Se le había pasado ese detalle.
—Vamos a mi casa —dijo tras un par de segundos en los que creyó ver la cabecita de Hillary acercándose hasta ellos.
Mia creyó que tendría que tirar del cantante, pero al final Hyden echó a andar y Mia le indicó el camino manteniéndose a su lado y conduciéndole por el camino opuesto al que vendrían sus amigas.
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Noche Oscura
Teen FictionMia es una chica de dieciseis años que decide pasar el verano con su tio en Montana, en un intento por huir de algo que la esta agobiando, pero termina viviendo con Hyden, el cantante de mayor exito del momento y del que Mia estaba platonicamente en...