Capitulo 38

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—¿De verdad vas a llamar a Melanny?

Mia siguió a Hyden hasta el despacho de Melanny y se mantuvo cerca de su espalda mientras el cantante encendía el ordenador y tecleaba rápidamente algo en su móvil.

Nada más entrar en casa, los dos habían escuchado muy débilmente el sonido del teléfono de Hyden en algún punto de la planta de arriba y el cantante había subido corriendo a por él sin que consiguiera llegar a tiempo antes de que se detuviera el timbre.

—Sólo hay una cosa por lo que Melanny llama.

—¿Una cosa? ¿Cuál?

Mia había comenzado a sentir un sudor frío por todo el cuerpo desde que se había enterado que las quince llamadas perdidas que tenía Hyden en su móvil eran de su tía.

—Problemas.

Hyden ni la miró.

—¿Crees que Karl le habrá dicho algo?

Hyden se encogió de hombros, aún sin mirarla.

—Puede ser, o puede que no. No tiene por qué haber algún motivo para que Melanny me de problemas.

—Pero son quince llamadas.

Finalmente Hyden la miró. Pero su expresión podía haber significado o mofa o disgusto.

—Tus mensajes eran más.

—Ah... —Mia se sonrojó y apartó la mirada de él—. Eso es otra cosa.

—Sí, mejor no entrar en ese tema.

—¿Entonces la vas a llamar?

Hyden se incorporó completamente y se puso delante de ella.

—Necesitas calmarte.

Mia enarcó una ceja y decidió morderse la lengua —y de verdad que lo intentó con todas sus fuerzas—, pero aún le seguía hirviendo la sangre y no precisamente por lo sucedido a la noche —otro tema que no conseguía desprenderse de su cabeza—.

—¿Yo necesito calmarme?

Los ojos de Hyden se entrecerraron peligrosamente y su sonrisa —de las que tan falsamente ponía al posar para una revista o en alguna entrevista—, producía escalofríos.

—¿Intentas sugerirme algo?

—No —La respuesta de Mia fue automática y Hyden enarcó una ceja, cambiando su expresión escalofriante por una de mofa.

—Quédate en silencio por ahora —Hyden enredó con su teléfono un poco más y después se acomodó en la silla del despacho, frente al ordenador, echándola hacia atrás hasta casi golpear el armario y puso los pies sobre la mesa, esperando pacientemente a que Melanny cogiera el teléfono, algo que Mia no necesitó adivinar, ya que como habitualmente, la voz histérica de la mujer resonaba.

—¿Qué estabas haciendo para no coger el teléfono?

—¿Qué crees que puedo estar haciendo? Mejor me lo dices tú y así acabamos antes la discusión.

Hyden mantuvo sus ojos en ella mientras hablaba con Melanny o, al menos, mientras soportaba con una calma que rallaba en los límites del autocontrol del cantante, los gritos de su tía. Mia no pretendía ser cotilla. Por lo general, las personas hablaban lo suficientemente bajo como para que las demás personas no pudieran oír al menos lo que se decía al otro lado del teléfono, pero con los gritos de Melanny era imposible no hacerlo.

—Si vas a seguir gritando, colgaré, Mela.

La voz estridente dejó de oírse de inmediato y Mia se irguió sorprendida, cada vez más incómoda al encontrase ante la atenta mirada del modelo y decidió deslizarse tímidamente fuera del despacho, echando un rápido y disimulado vistazo al armario en el que había estado revolviéndolo todo el día anterior. Fuera se quedó junto a la puerta entornada, apoyando la cabeza en la pared y escuchó un momento la voz relajada y dura del cantante, sintiendo el cansancio acumulado por todo el cuerpo.

Noche OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora