Capitulo 40

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Una cosa era saber que ella y Hyden eran completamente incompatibles a la hora de comer —y en otras muchas cosas—, y otra muy distinta era tener que sufrirlo en la cocina.

Hyden no comía carne. De ningún tipo. Y Mia había comenzado a sentirse culpable cada vez que comía, como si se estuviera convirtiendo en una asesina, algo que la mirada de frío y —descarado— disimulo que Hyden le lanzaba de vez en cuando, como si estuviera reprochándola que engullese unas sabrosas salchichas o un buen filete en vez de la extraña ensalada de diversos colores o el tofu con algas que no abría especialmente el apetito que él tragaba tan felizmente.

Estar con Hyden era decididamente agotador.

Y no sólo por la comida.

Los cambios de humor del cantante eran continuos y frecuentes y de alguna manera Mia había comenzado a notar que su estado de ánimo iba tornándose al que Hyden mantenía en un momento u otro. Y por la forma con la que el cantante había empezado a mirarla parecía que él también lo había notado, tratando de mantener un estado neutro, añadiendo más tensión en Mia que ya se sentía bastante culpable por la manera con la que el cantante trataba de ser amable —y el espantoso conocimiento de que se estaba convirtiendo en una asesina de pollos y cerdos—.

Pero lo peor de todo era que Hyden no había vuelto a besarla.

De alguna manera, Mia creía que el cantante la estaba evitando y eso le producía ansiedad, algo que no ayudaba a su lamentable digestivo, y no se atrevía a plantar cara a esa situación. Era una cobarde y eso no se corregía con un poco de motivación y ganas.

Después de cinco días en Montana, Mia veía la vuelta a casa como un suceso inevitable y aunque había pensado en alguna manera de librarse de ello, no vio ninguna salida. Le producía ansiedad —una cosa más que se lo producía—, y por una vez su estado de ánimo no tenía nada que ver con Hyden.

Los odiaba.

Sí, ese era un pensamiento que se aferraba a ella con tanta fuerza que dolía. Necesitaba creer que cuando volviera todo volvería a lo de antes, aunque significara que vería poco a sus padres. No verlos era mejor que el ambiente de hostilidad y desprecio que se había ido adueñando de la casa en la que había vivido todos esos años. Se sentía pequeña y vacía. Sola. ¿Por qué estar con Hyden era lo único que aliviaba su cargada alma? ¿Era porque lo quería? ¿No había sido Hyden quién había acudido a ella cuando había necesitado a alguien? Era triste tener que depender de las emociones que le hacía sentir alguien que posiblemente no se había dado cuenta de su lamentable situación para poder seguir adelante.

Deprimida, Mia deambuló por la planta baja; de la cocina al salón y de allí al despacho de Melanny, echando un rápido vistazo a la puerta de entrada por si Hyden hacía su acto de presencia en aquel momento. Desde el único día que había ido a correr con él, Hyden no la había vuelto a despertar para que fuera a correr con él y Mia tampoco se lo había pedido. No había sido una experiencia muy sana —en ninguna de las facetas que había experimentado en ese pequeño rato, aunque su estabilidad mental era la que más había sufrido—.

En el despacho se acercó a la mesa y miró el portátil apagado sin muchas ganas de encenderlo. Vivía con Hyden. Y eso significaba que estaba más cerca de él de lo que posiblemente ninguna de sus fans lo estaría nunca. También significaba que no habría ninguna canción nueva para escuchar, ningún video nuevo que ver y ningún acontecimiento reciente del que disfrutar.

Tampoco tuvo el valor suficiente para agarrar el teléfono móvil que Hyden había dejado al lado del ordenador. La curiosidad era mucho más fuerte que el respeto a la privacidad de un cantante famoso —su novio y posiblemente era eso por lo que tenía tanta curiosidad—, pero el miedo a la reacción de Hyden si la descubría cotilleando sus cosas sí que la frenaba completamente. Por mucho cuidado que tuviera, por mucho que lo dejara como estaba, Mia estaba segura de que él se daría cuenta de que estaba movido un milímetro más a la derecha, una esquina más inclinada... y una vez más su lado cobarde tomaba la iniciativa.

Noche OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora