Capitulo 39

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—Eso... —¿mejor pasaba?

—Pero bueno —Hyden apartó rápidamente la mano y las palabras quedaron congeladas en la garganta de Mia, sorprendida. La sonrisa del cantante era diabólica—, tú ya tenias experiencia, ¿no?

Mia notó como sus mejillas ardían y no buscó la manera de explicar aquello. En aquel entonces había dicho una pequeña mentira; arrastrada por la vergüenza de reconocer que aún no se había acostado con ningún chico delante de alguien como él, pero ahora se debatía entre la necesidad de decirle la verdad —junto con todas sus consecuencias— o no hacerlo —y también arrastrar todas sus consecuencias—, pero aquel no era el mejor momento para pensar en nada.

Aire.

Eso era lo que necesitaba en ese momento, o puede que lo que realmente necesitara fuera el oxigeno, pero tampoco podía pensar demasiado en eso. Se llevó una mano a la cara y se abanicó con todo el disimulo que pudo, dando un bote cuando el pie de Hyden se deslizó bajo su ingle.

—¡Espera!

Hyden se echó a reír y apartó el pie, aunque mantuvo la postura, incluso entrelazó con más firmeza sus piernas, levantándola para que los dos estuvieran más cómodos. Mia desvió sus rojas mejillas segura que tendría un fallo cerebral por falta de oxigeno en cualquier momento —o puede que fuera por saturación sanguínea si no terminaba con un extraño virus en el intestino por culpa de una mala putrefacción de bichos muertos—.

—Si prefieres tomar tú la iniciativa... —Hyden levantó los brazos, sin borrar la sonrisa perversa—. No me opongo.

Mia sintió que desfallecía.

—Yo...

Durante un momento ninguno de los dos dijo nada, ni siquiera se movieron.

—Olvídalo —soltó Hyden bruscamente, borrando la sonrisa completamente—. ¿Piensas saltarte la cena también?

Mia sacudió la cabeza débilmente. ¿Se sentía aliviada o decepcionada? Aún podía notar la falta de oxigenación en su cerebro, el poco aire que entraba en el pequeño espacio que había entre los dos.

—Cenaré —musitó despacio, sin moverse. Bajó la cabeza y miró las piernas de Hyden durante unos segundos—. ¿Es duro?

—¿Duro el qué?

—Intentar ser amable.

Mía no esperó que el cantante le respondiera rápidamente, ni siquiera esperó que respondiera, pero la respuesta fue inmediata.

—Muchísimo.

Los dos volvieron a mirarse en silencio y Mia hizo una mueca. ¿No se suponía que en esos casos lo normal era mentir? ¡Bah! Ya daba igual. Lo había sabido desde el principio, que Hyden estaba siendo amable con ella con un autocontrol que impresionaba, pero, aún así no sabía si se sentía halagada por ello o desilusionada. ¿Por qué Hyden había querido salir con ella?

—¿Y por qué lo eres? No te lo he pedido, ¿sabes?

Hyden sonrió burlón.

—¿Dices que prefieres que sea borde y desagradable?

—No... Lo que digo...

¿Tenía que ser tan retorcido?

—Agradable o antipático. ¿Qué prefieres?

Vale, había sido su culpa. Ella había iniciado esa conversación, pero, ¿de verdad tenían que tenerla en esa postura? Era difícil... ¿complicado? No, posiblemente imposible pensar algo cuando lo único que tenía en mente era que quería besarlo.

—No es como si fueras amable del todo —soltó rencorosa, tratando de moverse un poco.

Hyden se echó a reír.

—¡Hago mi mejor esfuerzo!          

—Ya... —Mia bajó la cabeza y dejó que todo el pelo cayera hacia abajo, junto a su cara—. Gracias.

Mia se llevó las manos al estómago y apretó las labios, de pronto muy decaída. Las emociones se entremezclaban con demasiada fuerza y no podía desprenderse del desasosiego que le producía saber que en unos pocos días volvería a casa y al infierno que se había convertido desde que ella había entreabierto un poco la puerta de su jaula. Y eso era lo único que empañaba la felicidad de estar en ese momento, tal y como estaba con Hyden. Desde que había ido a buscarla todo se había convertido en una aventura, con altibajos bastante notables pero que ayudaba a que fueran conociéndose más y que hacía que deseara saber más de él.

—¿Qué ocurre ahora?

Los dedos de Hyden se cerraron en su barbilla y levantaron su cabeza, obligándole a mirarle. El cantante se había movido, quedado aún más cerca.

—Nada... —Mia mantuvo la mirada fija en los labios del cantante—. ¿Alguna vez no has querido volver a casa?

La expresión de Hyden cambió completamente. Sus ojos brillaron de una manera extraña y los entrecerró peligrosamente. Por un momento Mia no supo que decir. La mano del cantante se cerró con más fuerza en su barbilla, sin que su mirada llegara a alcanzarla pese a tenerla a escasos centímetros de distancia; parecían estar lejos, muy lejos de allí y Mia sintió que ella no podría alcanzarlo nunca en ese lugar donde se encontraba en ese momento. Abrió la boca para decir algo y romper esa atmósfera enrarecida que se había creado de pronto.

—¿No quieres volver a tu casa? —preguntó Hyden sin embargo, regresando hasta ella del lugar donde había estado.

Mia lo miró en silencio, durante un momento. Sus ojos seguían igual de vacíos.

—Me... me da miedo volver a casa —se sinceró en un hilo de voz.

La expresión de Hyden no cambió.

—¿Te da miedo...?

Mia no le dejó terminar; apartó la mano que Hyden mantenía en su barbilla y adelantó la cabeza para besarlo, pero Hyden se echó rápidamente hacia atrás, dejándola a medio camino increíblemente cortada.

—Ah...

—¿Es tu manera de evadir las respuestas?

Mia no respondió, y tampoco tuvo necesidad de hacerlo. Hyden agarró su nuca y tiró de ella, empujándola hacia él y se detuvo un segundo más, con sus labios rozándose antes de besarla, ladeando la cabeza para acceder más cómodamente al interior de su boca.

La mano que la sujetaba con fuerza de la cabeza empujó más intensamente, apremiando su lengua, saboreando sus labios y Mia sintió frío cuando se separaron débilmente, sólo un poco, lo justo para respirar entrecortadamente y sentir las cosquillas que el aliento cálido y de olor a menta de Hyden le producía en la cara.

—Hora de ir a cenar —dijo Hyden suavemente.

Mia estuvo a punto de protestar cuando Hyden se apartó y se sentó correctamente en el sofá, deslizando sus piernas entre las de ella y se levantó, caminando hacia el pasillo, pero se mantuvo callada, mirando como se alejaba. Antes de desaparecer, Hyden se dio la vuelta para mirarla.

—¿Vas a quedarte ahí el resto de la noche?

Mia puso mala cara. ¿No podía mantener la magia del momento un poco más de tiempo antes de usar ese tono tan desagradable?

—Ya voy —murmuró, levantándose y descubriendo que tenía las piernas mucho más entumecidas que antes.

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Con prisa como siempre xD

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