Capitulo 36

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Mia dio otra vuelta en la cama y se hizo un ovillo, aplastando la almohada para tratar de sentirse más cómoda.

Había decidido meterse en la cama cuando la postura que había tenido sentada en el suelo, junto a la puerta había comenzado a provocarle molestias y hasta se le había dormido una pierna, pero aún no había conseguido dormir.

Desesperada, Mia se incorporó un poco y comenzó a buscar a tientas el ipod y los auriculares que había dejado en el suelo antes de acostarse y levantó la mano con ellos, ajustándoselos a los oídos y sonriendo como una boba al recordar los over-ear que Hyden tenía en su habitación, nada que ver con los que ella se estaba metiendo en ese momento en la oreja, y se acomodó boca arriba en la cama, enredando con la lista de reproducción del ipod.

—Si solo la hubiera escuchado una vez más —se lamentó, pulsando el botón del play con fuerza.

Cerró los ojos y dejó que la música y la voz de Hyden fluyera por sus oídos e hicieran como el sedante que necesitaba para conseguir dormir, aunque más que relajarse, la voz de Hyden revolucionaba las larvas de su digestivo.

—Genial...

Mia se dio la vuelta y se tumbó mirando hacia la ventana, contemplando las cortinas un momento antes de cerrar los ojos.

Pero la tranquilidad sólo duró un momento. Unos golpes en la puerta la obligaron a abrir los ojos de golpe y los auriculares cayeron de sus orejas cuando se incorporó rápidamente al escuchar unos nuevos golpes.

—¿Qué...?

Ni siquiera tuvo tiempo de hablar en voz alta; la puerta se abrió y Hyden asomó la cabeza, buscándola con la mirada.

—¿Qué estás haciendo?

Mia parpadeó confusa y se llevó automáticamente las sabanas al cuerpo, tapándose estúpidamente con ellas.

—¿Qué estás haciendo tú? —chilló alarmada.

—Date prisa y vístete.

—¿Qué? —Mia apartó las sabanas y se puso en pie tan rápidamente que sintió como la cabeza le daba vueltas—. ¿Qué ha ocurrido?

¿Su madre? ¿O tal vez Melanny?

Mia comenzó a sentir pánico.

—Salimos a correr.

Mia escuchó las palabras de Hyden comprendiéndolas lentamente en su cerebro, después giró la cabeza aún más despacio hacia el cantante que se alisaba distraídamente —Mia lo hubiera definido más específicamente como aburrido—, uno mechón de pelo.

—¿Correr?

—¿No fuiste tú quien montó un numerito porque quería venir a correr conmigo?

La mirada de Hyden se clavó en ella y Mia apartó la cabeza, desviando la cabeza hacia otro lado, especialmente en la ventana que le anunciaba que todavía estaba oscuro, lo que significaba que aún no había amanecido.

—Es de noche —protestó como si Hyden no estuviera siguiendo algún tipo de lógica que solamente ella veía.

—Lo es —soltó Hyden en cambio.

Se había apoyado en el marco de la puerta y hasta se había atrevido a cruzar las piernas, a la espera, mientras seguía con su movimiento aburrido con el pelo, algo que le recordaba al momento cuando se sentó a esperar pacientemente a que Melanny saliera por la puerta y pudieran marcharse.

Mia entrecerró los ojos a la defensiva.

—¿Qué hora es? —insistió, nada dispuesta a ceder.

—Las cinco de la mañana y cuatro minutos —soltó Hyden sin mover un solo músculo para molestarse al menos en fingir que le interesaba averiguar la hora.

Noche OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora