Capitulo 37

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—No sabía que habías vuelto.

Eric caminó hacia ellos con su insoportable sonrisa habitual y Mia sintió nauseas. Decir que Eric le recordaba a Jake no era exactamente correcto, aunque sí que había pensado en su clon nada más reconocerlo al otro lado de los arbustos —algo que tampoco le había hecho sentirse a las mil maravillas—, pero de los dos, al menos, Jake aún no había intentado violarla y eso —por mucho que le costara reconocerlo—, le daba un punto a su favor —Por ahora—.

—Ya ves —dijo escuetamente, mirando a Hyden de refilón que seguía con la mirada —o vacío oscuro al otro lado de la capucha—, fija en Eric.

El día anterior habían sobrevivido milagrosamente a un encuentro social idílico —por no decir que Hyden había hecho alarde de su buena disposición por hacer amigos intentando atropellarles después de aceptar de buena gana sus provocaciones. ¿O había sido él quien los había provocado a ellos?—, pero Mía prefería no tentar a diario su buena suerte. Comenzaba a verse entre rejas y la idea no era especialmente para echar cohetes.

—Tu tío dijo que si seguías como hasta ahora, no pisarías Montana hasta dentro de unos seis años.

Mia desvió un momento la cabeza hacia el cantante que seguía tan inmóvil como una estatua.

—Mi tío estaba equivocado —dijo, volviendo a prestar atención a Eric.

Eric asintió lentamente y también miró a la figura encapuchada y sospechosa de Hyden a su lado. Mia también lo miró y por un momento ninguno dijo nada.

—Hace unos días que no veo a tu tío —siguió Eric, desviando lentamente su atención de Hyden.

Mia se encogió despreocupadamente de hombros.

—¿Ah, sí?

—De hecho había oído que se iba a ir de viaje.

—Está de viaje.

Mia se sorprendió al escuchar la voz de Hyden, áspera y fría y los dos se giraron a mirarlo.

—Tengo la impresión de haberte visto antes.

Mia se puso rígida. Sí, claro que lo había visto antes. No era la primera vez que Hyden pululaba con su aspecto misterioso por el pueblo y también había sido el responsable de haber tenido la cabeza abierta.

—Nos hemos visto antes.

Y, por supuesto, Hyden no estaba muy familiarizado con la palabra discreción.

—¿Sí?

—Sí.

¿Era tensión lo que se había acumulado a su alrededor o eran imaginaciones de ella?

Eric intentó ver a través de la oscura capucha de Hyden y Mía descubrió horrorizada que el cantante ni siquiera intentó apartarse y antes de que alguna mano escurridiza le quitara la capucha y aquello se convirtiera en algo parecido a una odisea, Mia se interpuso entre Eric y Hyden, obligándolo a detenerse.

—Tenemos prisa —dijo Mia sin buscar una excusa más convincente.

—No, no la tenemos —la corrigió Hyden, haciéndola a un lado, apartándola con el brazo y se puso a su altura, deteniéndose frente a Eric—. Hace unos minutos estabas quejándote de que ya estabas cansada.

Mia no intentó replicar. Se secó las manos sudorosas con fuerza en la ropa y miró con aprensión la escena, deseando —no, ya había comenzado a rezar—, para que no descubrieran la identidad de Hyden y sobre todo para que el cantante no iniciara una pelea. A esas alturas, Mia ya sabía en qué desembocaban las peleas de Hyden y eso la arrastraba irremediablemente de vuelta a su idea de verse en la cárcel por cómplice.

Noche OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora