Epílogo

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—Así que es cierto, vas a casarte.

A Jungkook se le cortó la respiración por un instante, encogido frente a la omega que lo estaba maquillando con una sonrisa suave, distante de la helada voz de su madre, que hacía que un nudo pesado se formara en su garganta.

—Sí —esa fue la única palabra que logró pronunciar, no estaba listo para recibir esa llamada, mucho menos en ese instante.

Habían pasado años desde la última vez que intercambiaron palabras de ese modo, la última ocasión fue cuando ella le prohibió volver a casa, acusándolo de haber deshonrado a la familia al saber que estaba embarazado de cuatro meses y no pensaba renunciar a ello. A su madre le había importado más lo que podrían decir los demás que la vida de su hijo y el cachorrito que cargaba en su vientre.

—Es lo que debiste haber hecho desde un inicio, te lo dije. No entiendo cómo dejaste pasar tanto tiempo para conseguirte un alfa que limpie tu imagen. Espero que este cumpla con mayores expectativas que el anterior —Jungkook suspiró y cerró los ojos cuando la omega frente a él comenzó a poner sombra en sus párpados—. Tener un cachorro sin un lazo es vergonzoso, por eso tu padre y yo te advertimos...

—¿Con qué motivo me llamaste? —preguntó con tranquilidad, aunque sentía un peso asfixiante en el pecho. Había respondido la llamada de su madre creyendo, de forma ingenua, que sería para ofrecerle compañía en su día especial. En el fondo, sabía que era un pensamiento irreal, pero al ver su nombre en la pantalla, la ilusión fue inevitable.

Creo que has aprendido la lección y has enmendado tu errores. Buen trabajo —Jungkook mantuvo los párpados apretados, resistiendo las ganas de llorar, consciente de que no podía arruinar su maquillaje ni permitir que sus ojos se hincharan—. Si necesitas algo de nosotros, puedes pedirlo, también puedes traer al niño —el omega frunció el ceño con visible molestia—. La siguiente semana volvemos a Seúl, es un buen momento para que nos presentes a tu alfa. Tu padre podría darle una posición en su empresa, así nadie va a sospechar que tú...

—No —contestó con tranquilidad, pero seguro, disfrutando el peso de sus palabras.

Oh.

—¿No qué? —la omega preguntó como si contuviera la risa.

—No van a volver como si nada hubiera pasado después de que me dejaron solo con mi bebé —dijo con voz calmada aunque en su interior estaba muy lejos de sentirse de esa manera, apretando los puños en sus pantalones, soltándose con pena cuando la omega que le estaba ayudando le tocó la mano para que no arrugara la tela.

—¿Te dejamos solo? —Su madre preguntó ofendida, riendo sin gracia—. ¿Qué hay de la casa en la que vives? Tu padre te ayudó a mudarte.

—Solo me consiguieron un lugar donde esconderme, le mintieron a todos para que no supieran que había quedado encinta y nunca volvieron a ayudarme con los gastos míos ni los de mi bebé. Hice todo solo.

—¿Y qué esperabas que hiciéramos? No íbamos a recompensar tu comportamiento.

—Entonces no intenten hacerse los buenos, no quiero que vengan a mi boda, aunque estoy seguro que ni siquiera les importa —dijo en tono bajo para no hacer un escándalo, aunque el reducido espacio del cuarto hacía imposible que no lo oyeran—. Me costó mucho conseguir la felicidad que tengo ahora, así que no vuelvan a entrometerse en mi vida si aún piensan que lo que ocurrió fue un error. Mi cachorro no es un error, es mi tesoro más preciado.

—Pero no es del alfa con el que vas a casarte —su madre dijo como si intentara explicarle para que se calmara, pero solo logró lo contrario.

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