Cayendo al Abismo

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El Sr. Evans me había llamado para hablar, pero tuvo que salir por unos asuntos y yo me quedé esperándolo en su oficina.

Estaba algo aburrida, me refiero ¿Por qué me llama si se va a ir? Lo mejor hubiera sido llamarme después, bueno qué más da, tal vez él me diga más cosas de Heather.

Ya que estaba demasiado aburrida, comencé a jugar con una cajita que él Sr. Evans tenía en su escritorio y accidentalmente boté los papeles que se encontraban en su escritorio. Enseguida me levanté y comencé a recoger los papeles. Como siempre, la curiosidad me ganó y no pude evitar leer un poco de la primera página.

No podía creer lo que decía, ¿Estos papeles son reales?

–Bueno, Emma, ya podemos--

El Sr. Evans se quedó impresionado sin decir nada al verme leyendo los papeles. Yo lo miré aún incrédula por lo que decían.

–¿Por qué nunca me dijiste nada de esto?– Pregunté apartando mi mirada del papel para ver al Sr. Evans.

–Emma, yo... Quería decírtelo, pero--

–¡Nada de peros!– Exclamé–. ¿Lo supiste todo este tiempo, verdad?

–No, yo no tenía idea de eso, lo juro –Intentó excusarse el Sr. Evans, pero sí que no le creería, aun seguía escéptica.

–Por supuesto que lo sabías. No puedo creer que tú, Matthew Evans, me hayas ocultado todo este tiempo que eres mi padre. ¿Por qué no me lo dijiste? 

Sin darme cuenta comencé a llorar, me sentía realmente triste y a la vez enojada. Apreté los puños con fuerza para intentar controlarme.

–Te lo quería decir, por supuesto, pero quería que tener el momento indicado para hacerlo. La verdad es que no lo sabía, hasta la primera vez que te vi empecé a preguntarme si podías ser Heather, pero supe que sería imposible porque ella fue asesinada frente a mis ojos –Hizo una pausa y se aclaró la garganta–. Pero realmente yo no sabía que eras tú, mi hija. 

–De todas formas, la fecha de estos papeles es de hace ya varios meses. Si no sabías, ¿Por qué no me lo podías decir justo cuando te diste cuenta? –Pregunté con mi voz débil.

–Ya te dije, Emma. Quería el momento más adecuado para decirlo –Se acercó a mí y puso su mano en mi hombro. Yo retrocedí de inmediato, separándome de él.

–No me toques –Lo miré con enojo, recuperando mi voz fuerte y me sequé las lágrimas–. ¿Y cuándo iba a ser el momento adecuado? ¿Dentro de unos años?

–Te lo quería decir desde hace días, en serio, pero--

–Pero, pero. ¡Solo eso es lo que sabes decir! ¡¿Cuándo admitirás que no querías que y supiera que eres mi padre?! –Subí mi tono de voz y lo miré con el ceño fruncido.

–¡Emma, suficiente! –Ahora él habló con su voz grave y subió el tono, su voz era demasiado amenazante y se veía bastante molesto. y yo lo miraba algo asustada por su fría mirada–. Deja de hablarme así, yo soy tu padre y tienes que respetarme. Escúchame, si tu madre y yo hubiéramos podido criarlos a ustedes dos, jamás los hubiéramos dado a otras familias, pero nosotros no podíamos cuidar de ustedes y darles lo que necesitaban. Heather y yo éramos un par de mocosos, no teníamos idea de que hacer y pensamos que eso sería lo mejor para ti y para Isaac. Todos estos años había deseado poder verlos a ambos y quería estar con ustedes y no podía hacerlo. 

Yo aún seguía impresionada por todo esto que salió de repente. Ya ni siquiera sé si me está mintiendo o no, pero me siento realmente desanimada y traicionada. Sin decir ni una sola palabra, caminé hacia la puerta y salí de allí corriendo. 

Sangre AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora