¿Tenías Que Ser Tú?

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Llegué a casa con mamá y ella me ayudó a entrar a la casa, porque mi tobillo estaba muy mal y dolía mucho. Me ayudó a sentarme en el sofá de la sala.

-Cariño, debo irme a trabajar.- Me acarició el cabello y yo la miré confundida.

-¿Qué? ¿Me dejarás sola?- Pregunté un poco alarmada. Realmente no puedo caminar por mi cuenta en estos días.

-No, jamás haría eso. Mucho menos en las condiciones en las que te encuentras.- Negó incrédula por mi comentario. Me habían dejado sola todo este tiempo en los peores momentos, ¿Cómo es que no voy a pensar que me dejaría sola?

-¿Entonces?- Pregunté alzando las cejas.

-Nick cuidará de ti.- Dijo en un tono dulce. Como si para mí eso fuese una recompensa o algo parecido.

-No.- Negué de inmediato.- Mamá no me dejes con Nick, por favor.- Supliqué con todo lo que pude.

-Tranquila cariño, él llegará en unos minutos para cuidar de ti.- Me sonrió dulcemente para según ella convencerme. -Además, cuando ustedes se casen y tú te enfermes, él debe cuidar de ti.

-¡No mamá! ¡De todas maneras no me casaré con Nick!- Exclamé haciendo pucheros y cruzándome de brazos.

-Ay, pero que grosera. Me vas a romper el corazón.- Nick entró a la sala de la casa fingiendo que lloraba, aunque era muy obvio que no era real.

Yo rodé mis ojos y desvié mi mirada cuando vi que se acercaba a nosotras.

-Señora Bennet, ya puede irse al trabajo tranquila.- Le guiñó el ojo Nick a mi madre.

-Ya te había dicho que me puedes llamar Jessica.- Le recordó mamá con una risita. ¿Desde cuándo tan amigables? -Te quiero, Emma. Vendré en la noche para ver como sigues.- Mamá se despidió y salió de casa.

Justo cuando mamá cerró la puerta, Nick me miró con una sonrisa pícara. La cual hizo que me dieran ganas de patearle el trasero.

-Sé que en el fondo estás sonriendo porque cuidaré de ti.- Me miró con una sonrisa, como si tuviera la razón.

-¡Oh, no tienes idea, estoy más que feliz!- Fui irónica y lo miré con una sonrisa falsa. -¡Esto no es justo! ¿Por qué me tienes que cuidar tú?- Solté indignada. -De millones de personas que hay en este mundo y TÚ me debes cuidar.

-¡Ya deja de quejarte!- Exclamó enojado. -¿Cuándo vas a superar lo que pasó hace tres años?

-Nunca.- Mascullé mirándolo con ira.

-¡Menuda niña que eres!- Bufó rodando los ojos. Luego sacó un cigarro y se lo puso en la boca. -Cálmate y después hablamos. Cualquier cosa que necesites solo llámame.

Salió al patio de la casa y me quedé en el sofá de la sala, ya que no me puedo mover por mi cuenta. Si me ponía de pie, seguro se me quebraba el tobillo en mil pedazos, algo que realmente no deseo en este momento.

Me quedé viendo la televisión un rato, ya que no tenía nada que hacer. Estar enferma es realmente aburrido.

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Ya llevó 5 días con Nick cuidándome, lo cual no me hace gracia alguna. Mamá vino el mismo día que me sacó del hospital y desde entonces no la he visto.

¡Por favor, que alguien me saque de esta horrible pesadilla!

Me desperté y me levanté lentamente, al menos ya puedo pararme por un rato, y Nick entró a mi habitación.

-Buenos días.- Dijo con una sonrisa dulce.

-Buenos días.- Respondí de mala gana. Acomodé un poco mi cabello con mis dedos.

Sangre AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora