37_Marcada sin querer

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Atenea Bianchi


    Ya me había despertado, solo que intentaba obligarme a dormir, ya que había logrado dormir solo un par de horas. Así que resignada, agarré mi kindle y me puse a leer acostada en la cama mientras Sebas dormía plácidamente alado mío, no quería levantarme porque sabía que Sebas no iba a durar mucho en la cama cuando yo saliese de ella...

—¿Qué estas haciendo? —susurró abrazándome como oso.

—Leyendo —susurré apagando mi kindle para luego darme la vuelta y apoyar mi cabeza sobre su brazo.

—¿Tuviste insomnio? —acarició mi cabello.

—Si —susurré nuevamente.

—¿No te cansaste? —Sebas me miró preocupado.

—No tanto —sonreí divertida al saber a que hacía referencia.

—Pervertida te queda corto —me miró sorprendido.

—O capas sos muy debilucho —sonreí divertida y él me miró en shock.

—¡Atenea! —él abrió su boca sorprendido y yo reí.

   Alguien tocó la puerta y Sebas se levantó...

—Sebastian ponete un short —lo miré fijamente.

—Pesada —suspiro y se puso el short del pijama.

—Sebastian estas en bóxer y hay visita —lo miré mal.

—La visita sos vos y a la visita le gusta verme sin bóxer —sonrío divertido y abrió la puerta.

—¡Sebitas! —una rubia salto sobre Sebas y yo me quedé pasmada viendo como mi novio no reaccionaba a tal gesto.

—¿Támara? —Sebas se apartó de ella y ella sonrío.

—Emma quien creo que intento frenarla me miró divertida y gesticulo con sus labios —A ver como te libras de esta...

—¿Quién es ella? —Támara se quedo pasmada al verme en la cama de Sebas con la remera de Sebas.

—Támara, ella es Atenea mi novia —Sebas me presento orgulloso y ella me miró fijamente.

—¿Novia? —ella miró pasmada a Sebas.

—Si —respondí por Sebas y me levanté —¿Será que nos dejan cambiarnos y hablamos en la sala?

—Si, necesitamos cambiarno —Sebas sonrío incómodo y Támara salio de la habitación junto a Emma, quien cerró la puerta.

—¿Quién es ella y por qué me miró como si me hubiera salido un tercer ojo? —miré fijamente a Sebas.

—Es mi mejor amiga de la infancia y no se que chota hace acá —él me miró confundido.

—¿Es la que Sara empujó por las escaleras? —levanté mi ceja acusatoriamente.

—Si ¿Cómo sabes la historia? —él frunció su ceño.

—Solo diré que yo también la hubiera empujado —susurré irónica —Solo te pido que me des mi lugar, nada más Sebastian.

A través del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora