Capítulo 29: Pequeñín

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Ethan:

Ya a eso de las once de la noche acosté a Noe a dormir, luego me dirigí hacia la sala y ahí seguía Alex. Después de la gran revelación habíamos tenido una linda cena en familia junto con conversaciones y planes para el futuro, todo para que mi hijo tenga el mayor tiempo del mundo de conocer a su padre.

—¿Alex? —llamé su atención agitando mi mano delante de él para que soltara el celular y de inmediato fijó su mirada en la mía.

—Disculpa. Dime, Ethan.

—Bueno, yo... —junté mis manos, nervioso. —Quería darte las gracias por todo. De verdad.

—No, Ethan, no. Aquí el único que tiene que agradecer soy yo, ¿sabes? Gracias, gracias por darme esta maravillosa oportunidad de tener más cercanía con mi hijo. —hubo un breve silencio acompañado de sonrisas incómodas. —Puedo... ¿puedo darte un abrazo?

Tras escuchar sus palabras mi corazón dio un vuelco. ¿Era en serio? ¿Alex quería abrazarme? Y sinceramente no pude omitir aquella oferta. Asentí, el se acercó con su rostro de gratitud y me envolvió con sus musculoso brazos. Alex me superaba bastante centímetros así que mi rostro quedó apoyado sobre su pecho. Este respiraba normal pero podía sentir el ladito de su corazón acelerado.

Y cuando creí que iba a terminar, el abrazo se intensificó. Me aferré más contra el mientras que por su parte una mano se colocó en mi espalda y otra en mi cabeza, acariciándome. Quería llorar.

El volver a sentir sus brazos sostenerme y más aun porque ahora contenian amor y gratitud, me hacía sentir valioso.

De pronto sentí sus labios posarse sobre mi cabello. De pronto sentí una gran corriente de electricidad recorrerme el cuerpo y conectándose con el cuerpo de Alex. Y luego elevé la vista, encontrándome con esos ojos tan hermosos que me gritaban con anticipación lo que estaba por venir. Lentamente, nuestros rostros comenzaron a acercarse, llevé mi mano derecha hasta su nuca y finalmente nuestros labios se unieron en un beso verdadero. Un beso correspondido por mi, luego por el y así sucesivamente.

Aquel beso se volvió tan intenso que nos separamos por la falta de aire y luego Alex juntó su frente con la mía.

—Ethan... —su voz se quebró sin que yo me lo esperace. —Perdóname, perdóname; perdóname por todo. Te amo solamente a ti y ningún otro hombre más. Te amo tanto que daría la vida por que todas las llagas que te causé se curen.

—Y-yo igual te amo, Alex. Solamente a ti.

—Entonces demosnos esa segunda oportunidad que tanto anhelamos tú y yo. No solo por nosotros, sino por Noe, para que crezca con una familia unida. —volvió a besarme. Joder, ya no podía resistirme más. Iba a decirle que si. —Ethan, vamonos tú, Noe y yo de vuelta a Canadá, por favor. Seamos felices de una puta vez..., pequeñín.

Con un último suspiro, articulé mi respuesta.

—Tienes razón. Vamonos.

Las clases del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora