Capítulo 31: Miedo e inseguridad

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Ethan:

Mi mano temblorosa sostenía la prueba de embarazo y una lágrima salada rodó por mi mejilla. Y no, no era una lágrima de felicidad; era una de miedo e inseguridad. Tras pasado unos días de haber follado con Alex en el yate y no haberme tomado la pastilla, el test marcó positivo. Me senté sobre el borde de la bañera, limpiándome las lágrimas con la manga de mi poleron. Tenía miedo, mucho miedo; tenía miedo de que el amor de mi vida me vuelva a abandonar si sabe que estoy esperando otro hijo.

El recuerdo de aquella vez, cuando se fue sin una explicación, aún me pesaba en el pecho. Aunque las cosas entre nosotros estaban bien ahora, esa inseguridad siempre estaba ahí, acechando, como un monstruo al que no podía vencer. Me quedé en silencio, mirando la prueba con sus dos líneas marcadas, como si hacerlo más tiempo pudiera cambiar el resultado. Pero no había vuelta atrás. Estaba embarazado otra vez, y ahora tenía que decidir cómo contárselo a Alex… o si siquiera debería hacerlo.

Hasta que el flashback completo de aquella noche vino a mi mente:

—¿Podemos hablar? Es... es urgente.

Al parecer mi profesor entendió de inmediato a lo que me refería, puesto que cerró su computadora, se levantó del asiento y caminó hacia mi.

—¿Te hiciste la prueba?

Asentí.

—¿Y que te salió? Contéstame, Ethan. —me dijo con desesperación en su voz.

—Positivo. —respondí de una sola vez.

En ese momento, el rostro de Alex se transformó a uno lleno de decepción y su mirada se quedó paralizada. Alex salió de la oficina con una mirada seria en su rostro, yo lo seguí y lo agarré del brazo antes de que pudiese salir del departamento.

—¡Suéltate, mierda! No me toques.

—¿Pero que te pasa, Alex? Cálmate.

—¿Qué me pasa? —se burló. —¡Me estas diciendo que acabo de embarazarte, joder! Eso no es bueno.

—¿Por qué no es bueno? —pregunté algo asustado por su tono de voz tan elevado. —Para mi es... es una alegría tener un hijo contigo, Alex. Tú sabes muy bien que siempre te he amado y...

—¡Si, pero yo no!  —me interrumpió gritando. —Ethan, sabes muy bien que yo a ti nunca te amé y nunca lo haré. Lo que pasó entre nosotros no es más que un juego solamente. Lo siento, pero no puedo hacerme cargo de ese bebé... —sin decirme nada más, el salio del departamento.

Esta vez no pude evitar soltar un grito el cual dio paso a que rompiera en llanto. Me dolía ponerme a sobrepensar. Sabía que tenía que dejar de ser negativo y recordar la promesa que mi prometido me hizo y la reconciliación... pero un lado de mi abrió la herida de aquella noche.

De repente, Alex entró en el baño. Su mirada estaba llena de preocupación.

—Pequeñín, ¿que pasó? Oí tu grito y... y estas llorando.

Rápidamente oculté el test es mi bolsillo. Alex se sentó a mi lado y me abrazó sin decirme nada, apoyando mi cabeza en su pecho.

—Hey, hey. —dijo. —¿Estás bien? ¿Que sucede? Habla conmigo, Ethan, puedes hacerlo.

Solté otro sollozo.

—Perdóname... Alex, yo... yo estoy embarazado de nuevo.

Alex se quedó en silencio. Pude sentir cómo su cuerpo se tensaba por un momento mientras procesaba lo que acababa de decir. Me aparté ligeramente de su pecho, temiendo ver una mirada similar a la que me dio aquella vez. Mi corazón latía con fuerza, esperando lo peor.

Finalmente, Alex tomó una profunda respiración, sus ojos buscaron los míos, y lo que vi ahí no fue enojo ni decepción, sino algo completamente distinto.

—¿Estás seguro? —preguntó en un tono bajo, pero cargado de emoción.

Asentí, incapaz de hablar mientras las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas.

Alex levantó su mano y limpió mis lágrimas con delicadeza. Luego, sin decir nada más, se arrodilló frente a mí y colocó su mano suavemente sobre mi vientre.

—Ethan, sé que esta noticia te asusta, y entiendo por qué. Sé lo que te hice en el pasado y lo mucho que te herí. Pero quiero que sepas algo, algo que quizás no dije con suficiente claridad antes: nunca más voy a dejarte.

Mi respiración se detuvo un segundo, incapaz de procesar sus palabras.

—¿De verdad lo dices? —susurré con la voz quebrada, y mis ojos buscaban señales de duda en los suyos.

Alex asintió con determinación.

—Sí, pequeñín. Estoy aquí, contigo, y con Noe… y ahora con este bebé. Te lo prometí cuando regresé, y voy a cumplirlo. Ahora seremos cuatro con este chiquito o chiquita.

Sus palabras rompieron la barrera de miedo que había construido en mi interior. Me lancé a sus brazos, llorando con más fuerza, pero esta vez eran lágrimas de alivio. Alex me sostuvo con firmeza, susurrándome palabras de consuelo al oído.

Las clases del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora