Ethan:
Habían pasado tres semanas desde aquel incidente en el departamento. Desde entonces, todo había estado demasiado tranquilo. Josh no había vuelto a aparecer, y Alex, fiel a su palabra, se había encargado de que nuestro hogar se sintiera seguro otra vez.
Aquel día, el cielo se pintaba con los últimos tonos anaranjados del atardecer. Afuera, el viento soplaba con fuerza, agitando las ramas de los árboles y anunciando la inminente lluvia. Noe, sentado en su pequeña silla en la cocina, terminaba su cena con más comida en las mejillas que en la boca.
—Papá, ya no quiero más. —murmuró, empujando el plato con su manita.
—Está bien, pequeño. —sonreí, limpiándole la cara con una servilleta.
Mientras él se distraía con sus juguetes, me levanté para buscar a Alex. Lo llamé un par de veces mientras recorría el primer piso, pero no obtuve respuesta. Fruncí el ceño y subí las escaleras. Revisé nuestra habitación, el estudio, incluso el baño. Nada.
Cuando bajé de nuevo, una corriente de aire frío me golpeó. La puerta del balcón estaba entreabierta. Mi pecho se encogió con una extraña sensación, como si algo malo estuviera a punto de suceder.
Me acerqué en silencio y me asomé.
Y entonces lo vi. Alex estaba allí, en la terraza, con Josh frente a él.
Me escondí instintivamente tras el marco de la puerta, con mi corazón latiendo con fuerza en mis oídos.
—No deberías estar aquí. —la voz de Alex sonaba seria, con ese tono grave que usaba cuando estaba molesto.
—Solo quiero hablar. —Josh tenía las manos en los bolsillos, su postura relajada, pero su mirada intensa.
—No hay nada que hablar. Ya te lo dije la última vez.
Mi respiración se aceleró. No podía creerlo. Josh otra vez. ¡¿Qué mierda estaba haciendo aquí?!
—Alex… tú y yo tuvimos algo especial. —Josh dio un paso más cerca. De solo oírlo me daba asco. —Aún lo tenemos, lo sé.
—No, Josh. Se acabó hace tiempo. Y si alguna vez significaste algo para mí, respeta mi relación y vete.
Contuve el aliento. Me dolía ver la incomodidad en Alex, pero al mismo tiempo, me reconfortaba escuchar la firmeza en sus palabras.
Josh, en cambio, sonrió con ironía.
—¿De verdad? ¿Quieres que me lo crea? —murmuró, inclinándose un poco. —Vamos, Alex, no puedes decirme que ese niño te hace más feliz que yo…
Fue un segundo. Un instante.
Josh acortó la distancia y, antes de que Alex pudiera reaccionar, lo besó.
Mi sangre se heló.
Mis dedos se crisparon contra la puerta mientras veía la escena en cámara lenta. La forma en que Josh lo tomó por la nuca, la forma en que sus labios se encontraron por una fracción de segundo antes de que Alex lo empujara con fuerza.
—¡¿Qué putas estás haciendo, Josh?! ¡Eres un maldito enfermo! —rugió Alex, limpiándose los labios con el dorso de la mano.
Pero para mí, ya era tarde.
Mi pecho subía y bajaba rápidamente. Mis ojos ardían con lágrimas que aún estaban acumulandose en mis ojos.
Y entonces, como si sintiera mi presencia, Josh volteó. Me vio. Alex también.
—Ethan… —murmuró el hombre que amo, dando un paso hacia mí, su expresión estaba llena de pánico.
Josh, por su parte, se quedó congelado solo un segundo. Luego, sin decir una palabra, giró sobre sus talones y salió corriendo por las escaleras de emergencia.
—Ethan, espera, déjame explicarte. —Alex intentó acercarse, pero yo levanté una mano para detenerlo. Sus ojos lloraban.
—No. —mi voz tembló. —No tienes que explicarme nada, lo vi todo.
—¡No fue mi culpa! Él… él me besó sin que yo lo esperara, lo aparté de inmediato, tú lo viste.
Lo sabía. En el fondo de mi corazón, lo sabía. Pero la rabia y el dolor se arremolinaron en mi pecho, ahogándome. Me daba rabia tener en nuestras vidas al hijo de puta de Josh.
—¡Pero te besó! —grité, sintiendo cómo las lágrimas resbalaban por mis mejillas. —¡Y no puedo con esto, Alex! No puedo…
No soportaba estar ahí. No soportaba mirarlo.
Di media vuelta y corrí escaleras abajo, ignorando sus llamados. Aunque en el fondo de mi mente deseaba volver hasta el y hundir mi rostro en su pecho.
Salí a la calle, la lluvia comenzaba a caer en gotas gruesas, el pavimento brillaba bajo las luces de los faroles y el viento azotaba todo. Solo lo hice una vez antes de seguir seguir caminando: volteé a ver el edificio. Volví mi mirada hacia el frente y me dispuse a cruzar la calle aprovechando de que ni venía nada.
Pero vaya lo equivocado que estuve. Mientras caminaba hacia la bereda del frente una luz brillante se asomó a mi costado.
Y entonces lo noté antes de perder la conciencia. Un auto venía hacia mi con toda velocidad.
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Las clases del Alfa
Romance〔PARTE 1 Y 2 DISPONIBLES〕 Ethan, un estudiante universitario omega, lleva tiempo enamorado de su profesor alfa, Alex. Así que, para llamar la atención de su profesor, Ethan decide empezar a bajar su rendimiento y tener malas notas apropósito. Con es...