𝗕𝗜𝗟𝗢𝗚𝗜𝗔 𝗟𝗨𝗖𝗘𝗦 𝗬 𝗦𝗢𝗠𝗕𝗥𝗔𝗦 𝗜 & 𝗜𝗜.
«SINOPSIS COMPLETA DENTRO DEL LIBRO.»
Ella es elegante, inteligente y seductora.
Él cínico, arrogante, sarcastico y según el sexo opuesto el sinonimo de perfección hecha hombre.
La vida de Adela...
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Marc.
Cinco años después.
—¡Papá mi mami ya casi sale!—Le sigo el paso a Grace que corre por el inmenso lugar de la ópera mientras los olanes de su vestido azul rey se mueven en cada paso que ella da.
Por mi parte sostengo con una mano el ramo de lirios y con la otra me arreglo el cabello subiendo los escalones sin perder de vista al pequeño torbellino que tengo por hija.
—¡Papi!—Grace me llama desde y estira la manita en mi dirección.
—Ya te he dicho que no corras—la reprendo mientras tomo su mano.
—¿Por qué no vino mi tía Scarlett?—Sus ojos claros se clavan en los míos.
Con el paso de los años nos ha quedado en claro que los suyos son incluso más intrigantes que los míos. Cada persona que la conoce ha quedado maravillada con el color de sus ojos.
—Está en una competencia.
—¿En sus carritos?
—Sí, en sus carritos con el tío Trevor—le respondí con media sonrisa.
Grace ha demostrado poco interés en el mundo del automovilismo pero aun tengo demasiado tiempo para hacerla cambiar de opinión. Nos encaminamos por los largos pasillos decorados por pesadas cortinas rojas y candelabros elegantes antes de entrar y ver como ella se queda fascinada por el enorme escenario iluminado.
Presta toda su atención en los asientos, los palcos altos e imponentes, la manera en la que todo brilla le encanta.
La conduzco hasta los asientos de adelante que reservé y la acomodo hasta que ella mueve los piececitos que le cuelgan y veo sus uñas pintadas con brillos. Estoy seguro que esa fue Angelique.
—Tía Angie dice que estoy a la moda.
—La tía Angie está loca—dije acomodandome en mi lugar.
Poco a poco el lugar empieza a quedarse en completa oscuridad y el telón se abre en cuestión de segundos, para que después, la orquesta inunde la sala con la música.
—Ya viene mami—me susurra Grace que pone su manita sobre la mía emocionada.
Tras el cambio de escena mi muñeca aparece, imponente y elegante sobre el jodido escenario que la hace ver como toda una diosa. Cada uno de sus movimientos son tan perfectos que parece que ella flota sobre escena y me deleito por lo afortunado que soy de tenerla.
He agradecido cada día que paso con ella, desde el momento de su recuperación años atrás, hasta el momento donde pudo volver a pisar un escenario.
Su renacimiento fue tan importante y esperado por muchos aficionados que demostró ser más fuerte de lo que ella esperaba.
Desde entonces no se ha detenido y cada presentación es mejor que la anterior. Le tomó más de lo esperado y ahora esta es su recompensa.
—Papi—me susurra Grace haciendo que voltee a verla.
—Dime.
—Me gustaría ser una princesa bailarina como mami—el brillo de sus ojos fue tanto que desvie la mirada para ver a su madre en el escenario y después volver a ella.
Es el mismo brillo que tiene Adelaine cuando habla del ballet.
Sé que tiene el peso sobre sus hombros al tener el trono de Francia esperándola y eso ella aún no lo sabe por el simple hecho de que su madre y yo estamos dándole la infancia que ella se merece y que ha disfrutado.
—¿Puedo serlo?
—Puedes serlo.
—¿Me lo prometes?
Suspiré aún mirándola.
—Te lo prometo, princesa—le sonreí pasando mi mano por su coronilla.
Así sea lo último que haga, mi hija practicará ballet como su madre si ella aún lo desea conforme crezca y Christine tendrá que aceptarlo le guste o no.
Grace regresa su atención a su madre que es la estelar y se pierde entre las notas que inundan el lugar.
Cuando termina la presentación casi dos horas después, ella es la primera en bajarse de su asiento de un brinco para ponerse a aplaudir al borde de la emoción, la mirada almendrada de Adelaine nos busca cuando todo su equipo y ella hacen una reverencia agradeciendo y sonríe al vernos en primera fila.
—¡Hola mami!—Grace alcanza a saludarla antes de que el telón caiga.
—Vamos a verla en su camerino.
—¡Si!
Le doy las flores para después sacar los pases y ponerselo. La conduzco tras bambalinas que se encuentra lleno de personas y bailarines, Grace saluda a cada uno de ellos son efusividad y son tan amables que los mismos le devuelven el saludo conforme nos adentramos al lugar.
Una vez en el pasillo de los camerinos le indico cual es el de su madre.
Adelaine Bonnet de Dassaúlt, prima ballerina. Leí en su puerta y sonreí.
Esa es mi mujer, la mejor bailarina del país y el rostro de tantas campañas que me hace sentir orgulloso de ser su esposo.
En cuanto abro la puerta Grace entra corriendo.
—¡Mami estuviste fantástica!
La escena frente a mí hace que me recargue en el marco de la puerta y como cada fin de semana, guardo en mi memoria la manera en la que Adelaine se gira para verla aun usando su traje y se arrodilla para abrazarla.
Sin duda es una de las mejores cosas del mundo.
Mi muñeca eleva la vista y esos pozos almendrados me debilitan hasta el alma por lo maravillosos que son.
—Dassaúlt—me sonríe.
—Muñeca—la saludo desde mi posición, para después incorporarme y cerrar la puerta, pues voy a disfrutar de un momento con mi familia.
Esto es lo que disfruto a cada minuto del día, con cada latido de mi corazón y del cual le estoy agradecido a la vida por habernos brindado una segunda oportunidad.
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Gracias por haberte quedado hasta el final y haberle dado una oportunidad.