FINAL.

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Adelaine

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Adelaine.

Dos meses después.


El arte me ha demostrado que todos los seres humanos pasamos por un proceso de cambio tarde o temprano. No importa la edad o donde te encuentres, ni mucho menos los planes que tengas en mente, los golpes de la vida son tan inesperados que por más que caigas, al final del túnel lograras encontrar esa luz.

Necesitas vivir a tu ritmo, siendo feliz y sin presiones.

Necesitas tener las aventuras que tu corazón anhela y los sueños que deseas cumplir.

Necesitas llorar y reconstruirte, sabiendo que serás mucho más fuerte que antes, pero lo más importante: siempre eligete primero a tí y cuida de tu salud mental.

Y no menos vital: vive. Vive, cae, vuélvete a levantar y ama con todo tu corazón porque sentirse amada es una de las cosas más bonitas de este mundo.

Sé que la vida me hizo enfrentarme al mundo de golpe teniendo demasiadas responsabilidades sin siquiera haber estado sana emocionalmente y con una culpa que hasta el día de hoy, vengo sanando a pesar de los años que han pasado.

Ahora mismo me encuentro rodeada de las que amo y que me han brindado un apoyo que nunca creí que tendría. Mi yo del pasado se siente feliz y orgullosa de lo que he logrado sabiendo que mi camino nunca estuvo fácil a pesar de haber nacido en cuna de oro.

—Señora Dassaúlt—mi terapeuta me llama sacándome de mis pensamientos.

Lo veo al final de la barra concentrado en mí y en qué sigo sosteniendome de ambos lados.

—Lo siento, estaba pensando en unas cosas—me disculpé con una media sonrisa.

Las terapias han estado saliendo mejor de lo que esperaba y es que tras haber salido del hospital y hacerme nuevos estudios gracias a la insistencia de Marcus revelaron que la bala que estuvo en mi espalda daño un poco mi cuerpo. 

A pesar de que son algo dolorosas, no me detengo a pensar en faltar un día para venir al centro de especialidades.

Marcus se levanta del suelo donde ha estado sentado y me ayuda a posicionarme bien para que pueda avanzar por la colchoneta.

Él me deja un beso en la frente para después retroceder y respiro profundamente para caminar con algo de lentitud mientras me sostengo, cada paso que hago se siente como si mis piernas estuvieran algo entumecidas pero me las arreglo para hacerlo teniendo en mente que esto es solo una prueba más.

—Sin presiones—comenta el terapeuta.

—Lo sé—aprieto un poco los labios y mis manos por igual en las barras de donde me sostengo.

La desesperación ha sido mi amiga desde que empecé con las terapias y aún estoy aprendiendo a cómo sobrellevarla.

Me tomó casi diez minutos llegar hasta el otro lado, pero cuando lo hice, tenía la sensación de victoria, como si hubiera ganado miles de premios.

Repetí la misma secuencia al menos cinco veces más en lo que quedaba de la mañana y en todo ese momento, Marcus no dejo de darme ánimos hasta que termine los ejercicios.

Horas más tarde, el coche entró al camino empedrado de nuestro hogar viendo que había más de un vehículo estacionado en cuanto él apagó el motor.

—Creí que llegarían más tarde, ni siquiera estoy presentable—musité meneando la cabeza.

Marcus se apresuró a salir mientras reía ante mi cara de molestia. Me ayudó a ponerme de pie con las muletas que ya me hasta dormían a mi lado.

Él me siguió a mi ritmo mientras sostenía mi bolso y caminábamos rumbo a la terraza.

—Te estoy escuchando resoplar—lo reñí escondiendo mi sonrisa.

—Caminas como una anciana.

—Él viejo aquí eres tú, hasta roncas como uno cuando duermes.

—Sí que eres mala, muñeca.

—Tú empezaste, Dassaúlt.

—Me hago más viejo porque tú me sacas canas.

—Y tu me robas juventud—lo mire de reojo, ahora sí sonriendo.

—Ojala que te cague un pájaro.

—Ojala que te lleve un tren—respondí de inmediato, recordando que esa misma frase me la dijo años atrás.

Por alguna extraña razón me detuve a pocos metros para llegar.

Ante mí estaba una imagen que nunca creí ver.

Grace reía enérgicamente sobre el regazo de su abuelo, Diane bebía de su copa y mi hermano le prestaba toda su atención a Angelique que como yo, poco a poco estaba sanando. Scarlett está jugando con Romina y Levy.

Ella hasta hace semanas me reveló que quedo con algunas cicatrices.

¿Así es como se siente una familia? ¿La calma después de la enorme tormenta que nos logró desestabilizar? La etapa oscura de Vincent y Flora será eso, algo que se quedará en el pasado y en el olvido de nuestra familia. De vez en cuando tendremos alguna que otra Anacronía recordando todo lo que hemos recorrido y lo que hemos logrado, pero por el momento tenemos que disfrutar del momento y del futuro.

Siento como Marcus lleva sus labios a mi coronilla y se queda ahí, como si estuviera pensando lo mismo que yo.

—Eres mi adoración, muñeca—susurra él al alejarse.

—Y tú mi desesperación.

—¿Ves como eres?

—¿Como?

—Toda una hermosura.

Sonreí aún viendo a mi familia estar en paz.

—Quiero decirte algo.

—¿Qué cosa?—Inquerí viendo sus ojos claros.

Son tan hermosos e hipnotizantes.

—La razón por la cual tu y yo nos complementamos bien.

Eleve las cejas al oírlo.

—¿Y cual es?

Sus manos me sujetaron de la cintura para girarme hacia él.

—Por que tu y yo somos Inefables—se acercó más a mí—, algo que no podemos explicar y es lo que me fascina de ello.

Sonreí contra sus labios.

—¿Inefables?

—Hasta que seamos viejitos—movió las cejas divertido.

—Hasta que seamos viejitos—repetí sus palabras.

Deje que me besara con suavidad fundiéndome en sus brazos hasta que sonrió al oír que su padre nos habló.

Nos alejamos yendo hacia donde se encontraban todos y deje que él se adelantara, viendo como llegaba y levantaba en brazos a nuestra pequeña.

Inefables hasta que seamos viejitos.

Esa idea no me desagrado, pero primero, a vivir, amar y sanar.




FIN.

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora