Reencuentro con el conde III

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Paula observó la escena que se desarrollaba ante ella, juntando cuidadosamente cada palabra y gesto. Vincent, después de caminar un momento, reanudó su discurso con una tranquila tensión en la voz. Su mirada se dirigió hacia él, cautelosa pero concentrada.

—Hubo otra razón —comenzó, respondiendo a la pregunta no formulada entre ellos—. Por qué te busqué de esa manera. A medida que pasaba el tiempo y lo seguía desperdiciando, mis pensamientos comenzaron a cambiar. Empecé a preguntarme si la verdadera tú lucía diferente a la que describías.

El corazón le dio un vuelco y la inquietud se apoderó de ella. Aunque su secreto ya había sido descubierto, se sentía como si la hubieran pillado en el acto. Se secó las manos húmedas con delicadeza en la falda, esforzándose por mantener la compostura.

—Pero dijiste que no dudabas de mí —replicó Paula, con voz firme pero cautelosa.

—Preferiría no oír eso de alguien que me mintió —replicó Vincent, con los ojos destellando una silenciosa reprimenda. Su irritación la hizo doler y Paula se encogió instintivamente.

"Consideré esa posibilidad porque no pude encontrarte durante tanto tiempo. Al reflexionar sobre ello, te daba una aversión inusual que te tocaran la cara. Me pregunté si habría una razón para eso. Y, curiosamente, respondiste al instante cuando te pregunté cómo era mi apariencia; incluso me describiste con detalle".

"..."

"Por eso sospeché que podrías ser alguien cercano a mí".

Paula se dio cuenta de lo que había pasado y fue como una ráfaga de viento frío. La metódica estrategia de búsqueda de Vincent tenía sentido ahora. Al establecer condiciones basadas en la apariencia, había maniobrado para atraerla, ya fuera que ella misma se presentara o que la identificaran indirectamente. De hecho, el método la había conducido hasta allí.

Un escalofrío le recorrió la espalda. La idea de que Vincent hubiera sido tan deliberado, casi quirúrgico, en su búsqueda la inquietaba. Independientemente de si su mentira había sido descubierta o no, él la habría encontrado en algún momento. Al darse cuenta, sintió un escalofrío que le recorrió la piel y se frotó los brazos distraídamente.

—¿Algo más que quieras preguntar? —Vincent rompió el tenso silencio y su voz cambió ligeramente el ambiente. Paula dudó, sin saber si su oferta era fruto de una curiosidad genuina o de un intento de relajar el ambiente.

—Um... escuché que el mayordomo se fue —se aventuró a decir con cautela.

—¿Quién te dijo eso? —El tono de Vincent se endureció.

—Sólo... alguien con quien me encontré aquí —respondió Paula evasivamente.

—Entonces, el único tonto soy yo —murmuró Vincent, con una ironía amarga en sus palabras. Su sarcasmo dirigido a sí mismo parecía una acusación sutil dirigida a Paula, que le hizo temblar las manos mientras agarraba la escoba con más fuerza.

—¿De verdad lo despediste? —preguntó ella con voz vacilante.

"Hice."

"¿Fue por mi culpa?"

—En parte, pero sobre todo porque se extralimitó en sus funciones sin mi permiso.

El peso de esa única palabra —sobrepasado— cayó pesadamente.

"Dijiste que trabajó para tu familia durante años..."

"Se pasó de la raya. Hay una diferencia entre tomar decisiones necesarias y ejercer mi autoridad sin mi consentimiento, todo mientras pretende actuar en mi beneficio. Trató de manejar las cosas contigo sin informarme primero. Eso me hace preguntarme qué más podría haber hecho a mis espaldas, en mi propia casa, sin mi consentimiento, él, un simple sirviente".

La doncella Secreta del Conde (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora