La mirada de Paula permaneció fija en el rostro de la niñera. En ese momento, Robert se acercó con un libro en la mano. Cuando la niñera le quitó el libro, le preguntó con calidez:
"¿A quién ama el joven amo?"
"Um, um... ¡Mamá y niñera también!"
Robert reflexionó un momento, agitando sus pequeñas manos como si quisiera transmitir la magnitud de su amor. La niñera sonrió radiante ante su respuesta.
—Oh, Dios mío, yo también te amo mucho, joven maestro.
Cuando la niñera tomó a Robert en sus brazos, él se rió y la abrazó con fuerza con sus cortos brazos. La alegría que se sentía entre ellos dejó a Paula aturdida.
¿Qué significaba amar? ¿Qué significaba vivir? ¿Podía existir una vida sin dolor? ¿Acaso una vida llena de cicatrices y arrepentimientos carecía de sentido? ¿Había una manera correcta de vivir? Vivir con otros significaba inevitablemente sufrir y ser herido, ¿no es así?
Las palabras de la niñera se repetían sin cesar en la mente de Paula. Hasta bien entrada la noche, sentada en su cama, no podía dormir porque sus pensamientos se enredaban sin respuestas claras. En algún lugar profundo de su ser, tal vez ya sabía la verdad: eran preguntas sin respuestas definitivas para empezar.
Paula se mordió las uñas sin darse cuenta y miró sus manos. Sus ojos se acostumbraron a la oscuridad y revelaron huesos delgados y protuberantes. Levantó ambas manos hacia la luz de la lámpara y vio pecas y cicatrices ásperas grabadas en su piel.
Ésta era su vida: una vida dedicada a luchar contra la pobreza para sobrevivir, acosada por pesadillas y culpa por los fantasmas de los muertos. ¿Estaba mal vivir una vida así? No, se negaba a declarar que su vida estaba mal.
Sus ojos recorrieron la habitación en penumbra. No había una respuesta definitiva a la vida. No había nada absolutamente bueno o malo en el amor. Eso ya lo había entendido hacía mucho tiempo, pero seguía siendo difícil de aceptar porque se trataba de su vida. Las voces de sus hermanos muertos todavía resonaban en sus oídos. Aún aparecían visiones de Lucas. Esa también era su vida.
Paula agarró la lámpara y salió de la habitación. El pasillo oscuro se alzaba ante ella, oscurecido por sombras que la tenue luz de la lámpara no podía disipar. Curiosamente, el miedo no se apoderó de ella. Después de todo, ¿no era la vida misma similar a caminar en la oscuridad?
"Si hay algo que quieras decirme, ven a buscarme. Te esperaré una última vez".
Vincent no había dicho dónde esperaría, pero Paula sintió que lo sabía.
Sus ojos absorbieron el corredor ennegrecido mientras sus pasos avanzaban hacia la oscuridad. Solo se oía el sonido de sus propios pasos. Los susurros mezclados de las voces de sus hermanos parecían seguirla.
—No te vayas, hermana. Por favor, no te vayas. Hermana, hermana... La desesperación en sus voces fantasmales era abrumadora. Sin embargo, en ese momento, no quería escucharlas.
Paula se apartó de los ecos y siguió adelante. El ritmo de sus pasos se aceleró y pronto se dio cuenta de que estaba corriendo. En poco tiempo, la mansión quedó a sus espaldas y el bosque la rodeó; sus pies la llevaron hacia el anexo.
Tropezando con piedras y rasguñándose los brazos con las ramas, la idea de que Vincent la esperaba la mantuvo a paso firme. Respiraba entrecortadamente mientras salía de entre los árboles y llegaba al anexo familiar pero inquietante.
Sus ojos contemplaron la estructura desgastada y desolada, familiar a pesar de su penumbra. Al llegar a la puerta, encontró la cerradura abierta. Tal vez había permanecido así desde el día en que llegaron juntos.
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La doncella Secreta del Conde (Novela)
RomanceLa obra no es mía solo estoy traduciendo la novela de este manhwa que me encantó espero que les guste. Descripción: "Paula", una niña terriblemente fea nacida en una familia pobre, por casualidad, es contratada como sirvienta en la prestigiosa casa...