El profundo suspiro de Vincent, con el que se había familiarizado últimamente, rompió la tensión. A menudo exhalaba así cuando sus conversaciones no iban como él quería, como si quisiera que ella escuchara su frustración.
—Te pedí que te quedaras a mi lado. Que te quedaras aquí conmigo. Seguramente no pensarás que me refería solo a mi papel de sirvienta, ¿verdad?
—¿No fue así? —preguntó Paula con cautela.
Había asumido que su papel único en su vida provenía de conocer sus secretos, de ser la única que compartía las partes de él que no podía mostrar a los demás. Pero eso era todo, nada más.
La expresión de Vincent se ensombreció y su rostro se tensó como si estuviera conteniendo la ira que lo invadía. El cambio la inquietó.
—Te besé —dijo con brusquedad—. ¿Qué fue eso, entonces?
—E-eso... honestamente, no sé por qué lo hiciste —tartamudeó, con la voz vacilante.
Era la parte que menos entendía. Consolarlo mientras se desmoronaba bajo la culpa le había parecido natural: abrazar su cuerpo tembloroso, acariciarle el pelo, cepillarle la mejilla y los hombros. Esos gestos le habían parecido hábitos persistentes de hacía cinco años, o tal vez su forma de buscar consuelo. Pero el beso... eso era algo completamente distinto. ¿Tal vez había sido simplemente el estado de ánimo de esa noche?
—No mientas —gruñó Vincent, interrumpiendo sus pensamientos. Su voz era baja, casi un gruñido.
"Sabes exactamente por qué te besé, pero no quieres aceptarlo. Porque nunca imaginaste que pudiera sentir esto por ti. Crees que es imposible, absurdo".
La tensión en el aire se hizo más densa. Una fuerte brisa atravesó el claro, pero no logró disipar la atmósfera sofocante. La mirada inflexible de Vincent la presionó para que respondiera.
Paula desvió la mirada un momento antes de reunir el coraje para mirarlo a los ojos. —¿Te gusto?
—Sí —dijo sin dudarlo.
Sus labios se abrieron con sorpresa antes de que se le escapara otra pregunta: "¿Me... amas?"
—Sí, te amo —respondió Vincent con voz firme pero carente de calidez.
Su confesión no fue tierna ni dulce. Fue áspera, con un matiz de frustración y rabia, y las emociones que deformaban su rostro parecían muy alejadas del amor. Su ceño se profundizó, sus ojos se tornaron tormentosos, como si estuviera conteniendo un torrente de sentimientos.
Paula lo observó con calma antes de volver a hablar: "¿Por qué?"
Su pregunta era sincera. Quería entender. Pero a medida que pasaban los segundos, se dio cuenta de que no necesitaba una respuesta. En cambio, se rió suavemente, con un sonido impregnado de incredulidad.
"¿Por qué me amarías? ¿Por qué? No tiene sentido".
Porque realmente no lo hizo.
Amor. Era un concepto que apenas entendía, especialmente el amor romántico. Era algo extraño, distante, algo que había observado en otros pero que nunca había experimentado ella misma.
Recordó a la mujer del pueblo de su infancia, hablando con las mejillas sonrojadas y una sonrisa tímida sobre el amor:
"Estar con él es como arrojarme a un fuego abrasador. Siento que mi cuerpo arde y, sin embargo, no puedo detenerme. Con gusto me dejaría consumir, porque incluso el dolor es emocionante".
La mujer irradiaba felicidad, su alegría era tan contagiosa que las otras mujeres habían expresado su envidia. Paula había estado dándole vueltas a las palabras en su mente, preguntándose por qué esa emoción era tan extraña.
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La doncella Secreta del Conde (Novela)
RomanceLa obra no es mía solo estoy traduciendo la novela de este manhwa que me encantó espero que les guste. Descripción: "Paula", una niña terriblemente fea nacida en una familia pobre, por casualidad, es contratada como sirvienta en la prestigiosa casa...