Reencuentro con el conde XV

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El mundo se volvió borroso y Paula sintió que el calor le subía a las orejas. Las emociones que Vincent le había vertido eran demasiado cegadoras, demasiado abrumadoras. Quería escapar. Con todas sus fuerzas, lo apartó. Dio unos pasos hacia atrás y finalmente recuperó el aliento, con el pecho agitado.

"Basta."

—¿Qué debo detener? —La voz de Vincent era tranquila pero firme.

—Esto —hizo un gesto entre ellos—. Deja de burlarte de mí de esta manera.

Paula quería negar sus palabras, rechazarlas de plano. Porque si no lo hacía, si se permitía creer en esos ojos firmes y en ese tono sincero, tal vez empezaría a tener esperanzas. Y si resultaba ser mentira, la destrozaría.

"¿Estás... estás diciendo que soy hermosa? ¿Cómo puedo ser hermosa?"

—Eres hermosa para mí —dijo Vincent sin dudarlo.

—No, no lo soy. No digas eso. Por favor, no lo hagas —murmuró ella, sacudiendo la cabeza con fuerza, mientras su largo flequillo caía hacia adelante para protegerle el rostro.

—¿Quieres vivir tu vida odiándote a ti mismo? —insistió Vincent—. ¿Es eso realmente lo que quieres?

—¡No es como...! —Se le quebró la voz y lo miró con enojo, con las emociones a flor de piel—. ¿Qué sabes de mí? ¡Actúas como si lo entendieras, como si pudieras abrirme el corazón!

Le ardía la garganta y su cuerpo temblaba con la fuerza de sus sentimientos. Lo miró a los ojos, con una mirada llena de ira y dolor. Vincent le sostuvo la mirada, inquebrantable.

"No quieres ese tipo de vida. Quieres ser feliz".

—Basta —susurró.

"Escúchame. Te lo digo por ti".

"¡No supongas cosas sobre mí!", espetó.

"¿Por qué es una suposición? ¿De verdad estás diciendo que no mereces ser amada?"

—¡Sí! —gritó—. ¡No lo sé! ¡No debería!

La expresión de Vincent se tensó y su voz se endureció. —Entonces, ¿qué fue lo que me dijiste? ¿Fueron tus palabras solo un consuelo vacío? O peor aún, ¿te estabas burlando de mí en secreto? ¿Pensabas que solo estaba sobreviviendo gracias al sacrificio de otra persona?

—¡No! —gritó, sacudiendo la cabeza como una loca—. ¡Basta! ¡Basta! —Se dio la vuelta, desesperada por escapar, pero la mano de Vincent se cerró firmemente alrededor de su muñeca.

—Entonces admítelo —dijo—. Admite que eres alguien a quien se puede amar.

—¡Suéltame! ¡Suéltame! —Paula se retorció y tiró, tratando de liberarse, pero él la agarró con firmeza. Lucharon un momento, los movimientos frenéticos de ella se encontraron con la determinación de él. Finalmente, él la agarró del otro brazo, deteniendo su resistencia.

Su cabello estaba despeinado y algunos mechones le caían sobre la cara. Jadeaba y lo miraba con enojo a través del desorden. Sus ojos esmeralda la clavaron en los suyos, implacables y escrutadores.

"No huyas", parecía decir su mirada.

—¿Por qué me haces esto? ¿Todos los nobles son así? —preguntó Paula con amargura y con la voz entrecortada—. ¿Tan poco te importa alguien como yo? ¿Acaso todo se trata de tus propios deseos?

Por un momento, sus ojos vacilaron, pero ella rió huecamente, cortando la tensión.

"No hagas eso. Nunca te he pedido nada y nunca te lo pediré".

La doncella Secreta del Conde (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora