Pasé toda la tarde cavilando. Pero ya no acerca de haber aceptado la invitación a una fiesta repentina con gente desconocida, si no por el hecho de no saber que ponerme. Me estaba volviendo loca rebuscando en mi armario. "Ponte algo bonito", recuerdo que dijo Giselle cuando nos despedimos. Entre mi ropa ya no encontraba "algo bonito" desde hacía año y medio. Tan solo ropa ancha, ropa que ocultara. Para ella sería fácil llevar "algo bonito" con ese cuerpo... más que bonito. Porque la verdad es que mi nueva amiga tenía un cuerpazo que a cualquiera cortaría la respiración. Me pregunto si los pocos clientes de su tienda irían por apreciar los cuadros, o por el verdadero arte femenino que se ocultaba tras el mostrador. Al final, retomé la solución que había descartado nada más pensarla. Pensé que se enfadaría.
- Te necesito. -solté nada más notar que había cogido el móvil, tras el segundo pitido.
- ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Ha pasado al...? -no le dejé acabar. Últimamente siempre me anticipaba a las palabras de los demás.
- No. Bueno, sí. Pero no... Quiero decir, nada malo. Pero, por favor, ¿puedes venir? Es que... te lo cuento cuando vengas. Sé que es tarde... ven a cenar.
- Erica. Respira. Me estás asustando. ¿Seguro que todo está bien?
- Sí. -sí, pero moriré de un ataque como no dejes de preguntar- De verdad, es solo una tontería. Bueno... ¿puedes venir?
Y en media hora sonó el timbre. Allí estaba Martina, radiante como siempre. Llevaba una blusa de flores muy fina, casi transparente, con una falda ajustada negra. Parecía que la que iba a salir sería ella. Aunque no, en ese caso estaría todavía más increíble. Aparté la envidia a un lado, fuimos a mi habitación, y le conté la historia de la invitación fugaz.
- ¿Así que fuiste a la tienda? ¡Podrías habérmelo dicho! ¿Vendiste algo? -entusiasmada como una niña de cinco años.
- Sí. Ó sea, sí fui. Pero no, no he podido pintar... Pero eso no importa ahora. ¿Qué hago? -hice una mueca de preocupación-alarma-socorronosalgodesdehaceunaño.
- Pues, ¿qué vas a hacer? Vas a ir. No seas tonta y diviértete. Ya es hora de que conozcas a más gente. Porque en verano Samuel y yo... muchos hoteles... muchos días... muchas noches...
- Vale, basta. No quiero tener ese pensamiento en mi cabeza ahora. -le frené riendo cuando vi sus gestos algo... ¿picantes?
- Veamos. -se levantó de mi cama y abrió el armario- ¿Dónde está tu sección de fiesta?
Me coloqué a su lado resoplando y saqué un vestido de lunares, más ancho que estrecho, que recordé haberme puesto en varias ocasiones. Lo cogió y lo apartó en el acto, arrojándolo a la cama.
- ¡Oye! Tú sabes más que nadie que no suelo ir a estas cosas...
- Lo sé. Tenemos que ir de compras con mayor frecuencia. Si me lo hubieses dicho, te habría traído ropa. Mmm... -siguió hurgando en el fondo de mi armario, la cabeza casi dentro.- A ver...
Sacó un nuevo vestido en tono granate, oculto bajo un montón de sudaderas. Éste sí era más ajustado. Incluso tenía algo de escote. No recordaba ni que estuviese ahí. Hasta que me vino a la mente. Sí. Fue de la primera noche que quedamos. Mi primera cita de verdad con Lucas. Ahí aún me arreglaba, vaya.
- Es bonito. ¿Nunca te lo pones?
- Bueno, yo... No me veo con esto ahora.
- Vamos, seguro que te queda bien.
Sin ganas de rebuscar más... mejor dicho, sin más opciones, me cambié y me probé el vestido. Al principio costó un poco entrar en él, incluso tuvo que ayudarme.
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Confío en ti
Teen FictionErica es una joven de diecisiete años que guarda un terrible secreto: desearía estar muerta. Todo es complicado desde que sufrió una ruptura y decidió ser totalmente fría con el resto de sus amigos. En una depresión constante, con solo la ayuda de s...